Recorriendo parte de Oaxaca llegué a «el lugar de los muertos» (Mictlan, en náhuatl), zona arqueológica situada a una hora de distancia de la ciudad de Oaxaca, en el municipio de San Pablo Villa de Mitla.
Estar en este lugar es conocer parte de la historia de nuestros ancestros y sus obras maestras.
Su arquitectura asombrosa nos muestra las magníficas obras que eran capaces de crear. Sus edificaciones están hechas a partir de roca madre, donde se encuentran monolitos de gran altura, grecas únicas y diversas, entre otras decoraciones.
La cultura zapoteca-mixteca, que se asentó en este lugar, formaban parte de las primeras culturas que surgieron en México y de la antigua Mesoamérica.
En la zona arqueológica se encuentran dos tumbas decoradas con grecas talladas, así como «El Palacio», que en su fachada aún conserva parte de su revestimiento original de un color rojo óxido, lo que pudo haber sido originalmente murales o códices pintados en el exterior.
En su interior se encuentran cuatro habitaciones decoradas con grecas y cada una tiene un estilo único que les identifica.
Aunque parte de la estructura original fue demolida, sobre las ruinas construyeron una iglesia que aún se conserva hasta hoy y en donde la influencia del decorado está presente y se hace notoria.
Fuera de este complejo arqueológico se encuentra el mercado de artesanías oaxaqueñas, en donde se encuentran alebrijes, barro negro, telares, entre otros artículos originarios de este estado.
Todavía mejor, también abundan los vendedores de nieves oaxaqueñas, elaboradas de manera natural, sin conservadores y 100% artesanales, con una gran variedad de sabores únicos del estado.
Gracias a esta experiencia única tuve la oportunidad de conocer un poco más de esta cultura milenaria, de mi país, de mis ancestros y de interactuar con las personas de la localidad, quienes amablemente me contaron un poco más acerca de la historia.
En pocas palabras, es un lugar único, majestuoso y admirable.
