Me miro al espejo y me pregunto ¿Soy la mujer que quiero ser? ¿Me siento orgullosa y satisfecha de ser quien soy? ¿Me gusta mi sonrisa, mi cabello, mis ojos y mi cuerpo?
Después, recorro mi casa y analizo mi hogar. ¿Realmente vivo como quiero? ¿Estoy en el lugar correcto? ¿En verdad disfruto y me es útil lo que tengo? ¿Por o para qué conservo ese florero?
Miro la hora en el reloj, llegó la hora de ponerme a trabajar. ¿Que sentimientos me provoca eso? ¿Me apasiona lo que estoy haciendo o lo estoy sufriendo? ¿Estoy usando bien mi tiempo?
Todo comienza con un diseño.
Así como un arquitecto hará un bosquejo, luego preparará los planos y la maqueta, antes de comenzar a construir su proyecto, también debe limpiar el terreno. Quitar todo lo que estorbe, sacar el cascajo y poner buenos cimientos.
También yo nesesito tener mi propio y personal diseño de la mujer que día a día estoy construyendo. Sacar de mis rutinas, de mi mente y de mis sentimientos todo ese cascajo que estorba y poner dentro de mi mente y de mi alma los mejores materiales, los más firmes cimientos. Alimentarme con buenos frutos y sanos conocimientos.
Hoy soy mi futuro.
Me tomó algo de tiempo darme cuenta que hay cosas en mi vida que debo soltar, muchas otras que debo pulir y muchas más por sembrar y cultivar.
El resultado del cambio no siempre es instantáneo, en algunas cosas tengo que seguir trabajando, con disciplina, constancia y mucho entusiasmo.
El cambio sí es inmediato. El cambio sucede en el instante que tomé la decisión de llevarlo a cabo. Fue un instante, un «basta», un saber quién soy yo el próximo año.
Nuevamente me miro al espejo y sonrío. Observo mi entorno y en lo que empleo mi tiempo. Mi «yo» del futuro es feliz, mi «yo» del futuro es perfecto.