Mi cómplice más fiel. Jamás me contradice, ni se opone a mis creencias.
Siempre está atento a todos y cada uno de mis pensamientos y emociones.
Incluso cuando estoy sumida en el sueño más profundo, está ahí, presente, jamás descansa, todo el tiempo haciéndose cargo de todas las funciones de mi cuerpo y cumpliendo todos y cada uno de mis decretos… hasta los que no son buenos.
Cualquier cosa que mi mente pueda imaginar, mi subconsciente lo toma como una orden y hace todo lo necesario para que yo pueda materializarlo.
Le da poder a mis palabras. Todo lo que mi boca diga, lo convierte en decreto.
Y lo más peligroso es que conoce hasta mis más secretas emociones y se encarga de que mis acciones sean directamente proporcionales a ellas.
Así de fiel y peligroso es el subconsciente.
Desconoce la palabra “no” y carece de todo sentido del humor. Todo lo que yo diga, piense o sienta lo toma de manera literal.
Si pienso: “no quiero gastar mis ahorros’, el registra “quiero gastar mis ahorros”. Y con esa programación me llevará a actuar en el sentido de lo que ha registrado.
Es por eso que debo tener las afirmaciones correctas, los pensamientos positivos y las creencias adecuadas.
Si se te ocurre pensar o decir: “ah, ¡pero qué tonto soy!”, rápidamente el subconsciente reacciona y te dice: “de acuerdo, orden recibida”… Y entonces, te “ayudará” a actuar como un tonto.
Si vas por una calle empedrada y tienes miedo de tropezar y rasparte la rodilla, tu subconsciente conoce ese miedo y lo considera como un deseo. Así que hará lo necesario para que te tropieces y te raspes la rodilla.
Cuidar los pensamientos y las emociones es tremendamente importante, porque nuestro fiel cómplice, el subconsciente, se limita a registrar, obedecer y llevarnos en el sentido directo hacia esos pensamientos o emociones sin importarle si son correctos o no.
Procura pensar, sentir y hablar, siempre de manera afirmativa, positiva y en presente. Recuerda que tu subconsciente está siempre despierto y trabajando para que hagas realidad todo aquello en lo que enfoques tu atención.
Si crees que puedes, tienes razón. ¡Si puedes!… Porque tu subconsciente te dará el impulso y la guía para lograrlo.
Si crees que no puedes… también tienes razón.
Tú eliges qué creer.
Hagamos un sencillo ejercicio:
Párate con los pies bien apoyados en el piso, tu mano izquierda sobre la cintura y tu brazo derecho bien extendido al frente.
Ahora, sin levantar los talones por ningún motivo, gira hacia la derecha señalando con tu mano hasta donde has llegado.
Del punto al que llegaste, observa que hay 45° más adelante.
Ejemplo: si estás en la sala de tu casa quizás llegaste a señalar el sillón individual y el siguiente mueble que está 45° adelante en tu sala, es el love seat.
Regresa a la posición de inicio, cierra los ojos y visualiza que haces el mismo movimiento pero ahora puedes alcanzar el nuevo objetivo, en el caso del ejemplo anterior sería el love seat.
Teniendo tu nuevo objetivo en mente haz el ejercicio otra vez. Gira y señala hasta dónde llegas ahora.
¿Sorprendido? Recuerda que todo lo que tu mente puede creer tu subconsciente te ayuda para poderlo crear.