Me declaro adicta a comer pan. Y no lo estoy diciendo con orgullo ni con sarcasmo. Es quizá un grito desesperado pidiendo ayuda… ¡Me declaro adicta al pan!
Con el pretexto de alimentar a mi familia, voy a la tienda, al supermercado o hago las compras en línea .. y siempre pido varias piezas de pan.
Nosotros, en casa somos cuatro… Compro entre ocho y doce piezas de pan para la cena de cada noche… Yo solita me como al menos cuatro piezas. Soy adicta al pan.
Descuido mi salud y luego me arrepiento
No debería comer tanto pan porque, además de ir en contra de las recomendaciones de mis médicos, en cuanto a que debo bajar de peso, comer tanto pan me causa dolores intensos.
Tengo una enfermedad autoinmune, poco conocida, de esas llamadas “enfermedades raras». Tengo síndrome de Behçet.
Después de darme un atracón de panes, ya sé que tendré dolores insoportables que hasta me han hecho gritar. Mi colon se inflama, mis venas en manos y piernas se hinchan… El dolor me hace hasta sudar… Y aunque sé que esto será la consecuencia, siempre caigo en la tentación de comerme una rebanada más… Y así es como me engaño diciendo diez veces “una última rebanada y ya». Soy adicta al pan.
La adicción
De la misma manera en que un alcohólico, al tomar la primera copa de la tentación, ya no es capaz de gobernarse y sigue tomando copa tras copa hasta que ya no hay más que tomar, yo puedo comenzar con una rebanada de pastel o una inocente pieza de pan y, de manera automática, tomaré otra y otra y otra más hasta que no queden ni migajas… Y es así como queda en evidencia mi debilidad.
No sé si es realmente el darle placer a mi paladar, o si acaso es un reflejo de algún recuerdo de la infancia que no he podido superar. Sólo sé que una vez que empiezo, ya nada ni nadie me hacen detenerme… Lo confieso: Soy adicta al pan.
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