Por Martín González
El amor. Un sentimiento delicado, pues transforma a las personas a tal grado de olvidar quienes son. Ha inspirado los versos y las canciones más hermosas, pero también ha sido causa de sangre derramada en las más sádicas guerras o los enfrentamientos entre hermanos, amigos o pobladores de cierto lugar.
El amor es ese sentimiento que se llega a sentir entre hermanos, padres, hijos, amigos, novios, y en cada uno se ama de manera distinta, ya que los primeros, por hecho de compartir el núcleo familiar y llevar la misma sangre, logran amarse de manera innata. En los segundos existe una conexión genuina que los lleva compartir gustos y preferencias entre sí, pasar tiempo juntos; creando un lazo casi familiar. Por último, existe otro tipo de amor muy peculiar, un amor que va más allá de la convivencia y de las cosas en común, que une a dos seres que, siendo diferentes, se hacen uno.
Platón, en uno de sus diálogos, llamado “El banquete”, expone junto con otros ilustres griegos sus puntos de vista sobre el amor, también llamado “eros”, el cual lo considera como algo que se encuentra entre lo divino y lo humano. Quien ama tiene una carencia que logra satisfacer poseyendo aquello que desea mediante la otra persona. Es aquí donde las parejas se complementan mutuamente.
Este tipo de amor es de carácter trascendente, por lo que comienza con el enamoramiento. En esta etapa se encuentra el deseo y la pasión, las emociones y sensaciones más intensas, todo es perfecto, abunda la tolerancia, el romance va más allá de los límites, no faltan los detalles y los esfuerzos por seducir y sorprender constantemente a la persona amada. En esta esta etapa, las similitudes y semejanzas suelen ser ignoradas.
Pero nada es para siempre. Con el paso del tiempo, estas sensaciones intensas se comienzan a desvanecer y el color rosa va tomando otro tinte. Es aquí donde comienza la siguiente etapa: el compromiso. Este se caracteriza porque comienza disminuir la pasión, pero al mismo tiempo, comienza a existir más estabilidad emocional y llegan los planes a largo plazo como el vivir juntos, el sueño de una casa propia, un vehículo, formar una familia, etc.
Dice un dicho popular “si quieres conocer a Inés, vive con ella un mes”. Muchas veces la convivencia diaria puede resultar algo complicada, pues es aquí donde se convive directamente con los hábitos, costumbres y temperamento de la otra persona, dando lugar a la desilusión, los desacuerdos y las discusiones. En este punto, la comunicación y el respeto son importantes, o de lo contrario, la relación podría tomar otro rumbo.
Otro dicho popular sugiere que “Después de la tormenta llega la calma”. Si la prueba de fuego es superada, las parejas comienzan a tener un conocimiento completo mutuo, por lo que aprenden a escucharse, comprenderse y por ende, la relación se vuelve más sólida, pues los dos han madurado en el amor. Ambos se conciben como uno solo, pues el problema de uno también es problema del otro. Cabe mencionar que la individualidad no debe dejar de existir, ya que el amor propio es un principio para amar al otro.
No obstante, existen distintas formas de amar. Algunas personas demuestran su amor mediante detalles, caricias, servicio, decisión. Cada uno da lo que tiene, pero esto en muchas ocasiones suele frustrar al otro, ya que esperamos que nos amen como nosotros queremos.
No importa cuál sea la forma de demostrar tu amor, si ya tomaste la decisión de quedarte al lado de esa persona, de continuar juntos y brindarse apoyo en los buenos y malos momentos, de aceptar lo que cada uno tiene para dar. Esta es la prueba de amor más grande que puede existir, porque estás consagrando tu vida a tu ser amado. El amor tiene muchas formas, pero un solo nombre y cada uno sabemos cuál es. No ames hasta que duela, que nadie te de pautas, el amor verdadero fluye, trasciende y da frutos.
Amate y luego existe.