La edad y la salud suelen relacionarlas respecto a nuestra calidad de vida, aunado a otros conceptos que sugieren, o buscan determinar nuestro paso por la tierra.
Una persona que está en su plena juventud, no tiene comprada la vida. Así, como un deportista de alto rendimiento independientemente de su edad.
Saber que en cualquier momento puede llegar nuestra hora final, era la forma en la que los estoicos buscaban vivir y disfrutar cada momento que la vida les regalaba.
Y es que la frase “Memento Moris” hacía que reflexionaran sobre lo que querían experimentar antes de partir. ¿Tú has meditado sobre esto?
Si bien dice una canción “Ya muerto voy a llevarme nomás un puño de tierra”, esto hace alusión a que de nada sirve las posesiones, lo físico, lo terrenal. ¿Te has puesto a pensar sobre aquello que te ha dejado con una enorme sonrisa? O ¿Cómo fue aquello que hiciste y que te llenó de alegría el alma?
En este artículo busco no enfrascarme en cuanto a, qué le dejamos a los demás sino, cuánto has vivido, cuánta satisfacción te ha provocado pisar este mundo y, si estás satisfecho con lo no tangible que te has dado la oportunidad de tener. Si no lo estás, créeme que nunca es tarde para experimentar el amor, para vivir la adrenalina que te provoca hacer algo nuevo, o algo que siempre quisiste hacer y tú mismo te autolimitaste, o te limitaron.
Aún hay tiempo.
Los momentos que nos regala la vida es para guardarlos en lo mas profundo de nuestro ser, y
agradecer a nuestro ser superior (ya sea que lo llames Dios, Alá, Universo), porque el día que nos
toque partir de aquí, sabremos que no hemos dejado ningún pendiente en relación a nuestra
existencia.