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Saco el celular de mi bolsa para anotar algunas ideas relacionadas con el proyecto en el que he venido trabajando desde hace ya algún buen tiempo. Entonces veo que hay varias notificaciones de mensajes y publicaciones.  Antes de hacer las anotaciones para las que originalmente saqué mi celular, decido revisar rapidito los mensajes.

Aunque muchos de esos mensajes no requieren ser inmediatamente atendidos, decido responderlos de una buena vez.  Algunos con mensajes y saludos, otros sólo con algún emoji. Hay unos que considero que sería lindo responderlo con algún gif, así que invierto algunos minutos en buscar el más adecuado.

Entre los mensajes que recibí, encuentro un meme buenísimo. Me he reído tanto que decido compartirlo con algunos de mis contactos, entonces, como me sigo riendo, decido compartirlo también en mi muro de Facebook.

Al abrir mi muro, me doy cuenta de que tengo muchas notificaciones.  Me preparo un café y me tumbo cómodamente en el sillón para responder los comentarios.

No terminé de responder los mensajes porque mientras revisaba mis notificaciones, llegué al muro de un amigo que publica memes geniales y algunos videos súper divertidos.

No sé bien en qué momento sucedió… simplemente me tropecé con un meme y terminé viendo videos en YouTube.

Lo que sería una rápida revisión de mensajes, se transformó en casi dos horas enredándome en las redes… y finalmente, no anote las ideas que tenía para mi proyecto… de hecho hasta las olvidé.

¿Alguna vez te ha sucedido algo similar? Es muy fácil caer en la trampa y desviarnos del propósito original.  Y al final del día, cuando revisamos el avance de nuestro proyecto, resulta que no logramos el objetivo del día, y pensamos que no tuvimos tiempo de hacerlo.

Eso es un autoengaño.  Sabemos lo que realmente sucedió.

El tiempo sí lo tuvimos. Las mismas veinticuatro horas que todos tenemos cada día.  La falta de tiempo no es el problema, el problema es la falta de enfoque, la indisciplina y la falta de compromiso.

Si realmente quiero alcanzar mis metas, tengo que estar lo suficientemente comprometida como para que nunca más deba decir que fallé porque me tropecé con un meme.

Nota relacionada: La tragedia de procrastinar.

Introspectiva
El rapto (parte 3)

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