Por fin, sábado por la tarde. Terminó mi semana laboral aunque no terminan mis labores. Los compromisos de trabajo agendados para la semana ya los cumplí, ahora hay que preparar todo lo necesario para lo que ya está agendado para la próxima semana más lo que se acumule al paso de los días.
No me quejo de el ajetreo de estos días, ¡sino todo lo contrario! Me siento profundamente agradecida por tantos compromisos y tareas por realizar. Eso es, para mi, una maravillosa señal de que estoy viva, soy útil para mi entorno, tengo mucho que aportar y por eso me contratan y piden apoyo.
Me siento feliz, satisfecha, agradecida por las oportunidades y talentos de cada día… sin embargo, no lo niego, algunas tardes como hoy termino tan cansada que se que mi mejor opción es decir: ahora me tomo un descanso.
Algunas situaciones son para hacer nada al respecto.
Nada mejor, desde mi punto de vista, que una tarde lluviosa mientras puedo descansar tumbada en el sofá mientras reviso mi lista de tareas de la semana y darme cuenta que cumplí con los objetivos más importantes que me había propuesto completar.
Algunos puntos no pude cumplirlos, de hecho hay tareas que ni siquiera intenté hacer porque consideré que no eran realmente importantes. También se me presentaron en el día a día, situaciones que, aunque no tenía planeadas, tuve que atender porque su nivel de urgencia así lo iba requiriendo. Nada que realmente me desviara de mis objetivos principales, aunque sí consumieron parte de mi energía y posiblemente por eso es que hay tardes como la de hoy, en que es necesario descansar.
Puedo pasar la tarde viendo redes y saber qué sucedió con el Manchester City, o buscar una película en Netflix. También podría buscar las publicaciones de mis amigos reales y virtuales, o simplemente estar en la ventana viendo la lluvia y la gente apurada en su ir y venir.
En todas esas opciones, yo soy sólo un espectador más. Sin tener nada que hacer al respecto. Así que me da lo mismo elegir una u otra… O quizá elija por hoy, en esta tarde lluviosa, simplemente observar la lluvia, escuchar su arrullo, agradecer todo lo que está pasando en mi vida y, después de un rato, quizá decida dormir.