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Mi novia dice: “Toda la vida he tenido mascotas y no voy a dejar de tenerlas”. Mi postura es esperar y decidir hasta que nos casemos.  De niño en casa tuvimos el gusto de tener diferentes animalitos, puedo decir con certeza que en mi familia los cuidamos y los quisimos. Con los años he conocido amigos que tienen o han tenido en sus casas conejos, peces, ratones blancos, pájaros, cuyos, serpientes y demás. A todo ello respeto. Hoy es cierto que esto parece una moda de poseer una o varias mascotas. Tengo algunas dudas por la manera en que se vive y conviven animales y personas. Escucho con atención lo que me dicen que debo entender por mascota:

Las mascotas son animales domésticos, también son llamados animales de compañía y como su nombre lo indica son conservados por sus dueños para formar parte de la familia, disminuir la soledad y traer la alegría a sus hogares. Las mascotas alegran nuestros días, nos ofrecen compañía y algunas de ellas incluso pueden llegar a ser aliadas para nosotros en la ejecución de tareas diarias si se les da un entrenamiento correcto.

Mi novia insiste: “no dejaré de tener mascotas”. Yo digo primero resolvamos el lugar donde vamos a vivir y después pensamos en los animales. Ella dice que es importante hablar de las mascotas si se pretende tener una vida en común, es como saber si ambos comparten el deseo de tener hijos y solo así puede continuar y facilitar que la relación llegue a su buen fin con el casamiento. Tiene razón. Ella tiene dos hijos a los que desde pequeños les ha enseñado a tener, a cuidar y respetar a cualquier animalito y más si se trata de sus mascotas. Hoy ella se ha divorciado. Los hijos viven con ella y frecuentan fines de semana o vacaciones donde habita el padre. Ambos; ex pareja y ella, tienen animales, específicamente gatos.  En la casa de mi novia he contabilizado cuatro gatos, por lo que estoy enterado en la casa de su ex pareja ha adoptado alguno o algunos gatos. Los hijos se muestran felices por estar rodeados de mascotas.

Aquí me detengo

A los ojos de los demás (aquellos defensores de los animales), pueden considerar a estas dos personas (mi novia y su ex pareja),  cada uno viviendo por separado en su departamento, como personas serias, maduras, civilizadas, saludables a su medio inmediato, de tener sensibilidad y responsabilidad  de vivir con sus mascotas preferidas, en el caso particular coinciden con tener gatos. Su compromiso se puede apreciar en la compra de alimento propio de ellos, tener cada animal su balde agua y un espacio necesario para aquellas necesidades fisiológicas, así como la de proporcionar los suficientes cariños cuando se puede, y si la situación lo apremia se asiste con el veterinario. A ello, las mascotas pueden estar por toda la casa. No  suben a determinados sillones, tampoco hurgan en la mesa a pesar de que  tenga comida. Tres de los cuatro gatos son querendones, les gusta que los acaricien. Nadie los maltrata. Cada integrante de la familia tiene una particularidad sumamente bondadosa para dirigirse a los animalitos, siempre con palabras afables que van acompañadas de diversos mimos.

El tiempo que llevo con mi novia me ha permitido estar en su casa y frecuentar de manera intermitente a los gatitos con los que conviven junto con sus hijos. Sin embargo en menos de seis meses esta dinámica se ha trastocado de manera violenta. Un gato desapareció y tres han muerto en diferentes circunstancias.

El primer gato, Poe, -el nombre surge en honor a Edgar Alan Poe, en alusión al cuento “El cuervo”- es una extraña cruza, semeja a la raza Bombay, su tamaño es mediano, su pelaje es negro, más cerca del azabache aunque algunos le llaman marrón o habano Brown, con cerca de 10 meses de edad  no alcanzó a ser esterilizado. Sus ojos amarillos grandes logran evidenciar su estrabismo y la falta de parpados superiores que no alcanzaron desarrollarse por el nivel de desnutrición con el que llegó. De allí que fuera adoptado por esta familia. Es un animal inteligente y sumamente cariñoso con las personas.  Se adapta muy bien en su nuevo hogar, su relación con los otros felinos es buena. Este animalito se pasea por toda la casa y de pronto un día menos pensado desaparece. Toda la familia ha sufrido esta ausencia. ¿Qué paso? ¿El gato se fue? ¿El gato murió? ¿Alguien lo mató?  ¿Lo robaron? Nada se sabe. Las especulaciones son hartas pero no hay nada certero, puesto que tampoco se presenta evidencia alguna.

El segundo gato responde al nombre de Gary, el mote surge en honor a la mascota del personaje  de la caricatura de Bob Esponja, -Gary es un caracol que hace la función de gato en el fondo del mar-. El Gary de esta historia es de pelo corto naranja con matices de blanco, ha sido esterilizado al año de edad. Lleva tres años con la familia. Es un gato musculoso y siempre se muestra desconfiado y eso lo hace parecer nervioso, tímido. Su cabeza esta en forma de media cuña. Las orejas son más separadas, sus patas son largas su pelo se ve fino y suave, muestra una elegancia y armonía en sus movimientos. Su mirada  penetrante con esos ojos grandes de color amarillo  contrasta con su no dejarse tocar. En Gary se resume la hondura, el sigilo y el misterio,  parecería que ese misterio será revelado al hijo mayor, Sebastián,  ya que es el único que puede establecer una comunicación de contacto fuerte con el animal. Pablo Neruda escribe que cuando el universo hizo a los animales a todos los hizo imperfectos y entonces aparece el gato completo y orgulloso, nace terminado completamente terminado  camina solo y sabe lo que quiere. Ese es Gary: “fiera independiente de la casa, arrogante, vestigio de la noche, perezoso, gimnástico y ajeno” Pero Gary solo quería ser gato “y todo gato es gato desde bigote a cola, (…),  desde la noche hasta sus ojos de oro”.

Un día nos enteramos que ha sido atacado por perros hasta dejarlo muerto. No se ha conocido de quién son y cuáles son los perros que atacaron al felino. Ha muerto un gato por las heridas producidas por un par de perros sedientos de sangre. No se tiene más evidencia que lo antes señalado. Surge la siguiente pregunta ¿los animales que atacaron al gato venían acompañados de su posible dueño? ¿Eran niños, jóvenes, adultos? No se sabe, pero los perros no venían solos, ya que por estos rumbos no aparecen perros callejeros. Si el asunto es así, ¿qué hicieron los dueños de los perros? ¿trataron de despejar ese ataque desigual de dos contra uno? ¿Esperaron los dueños hasta finalizar el combate? ¿Si trataron de corregir a los animales de qué manera lo hicieron? ¿A gritos? ¿Con golpes? ¿Se les escaparon y por lo tanto ellos mismos fueron sorprendidos por la fuerza que inmediatamente  ejercieron los perros contra el gato? ¿Quién se responsabiliza de esos ataques? Quienes conocen de animales señalan que el ataque de perros a gatos suele ser tan frecuente por ser un impulso instintivo, su origen primitivo los lleva a eso: matar. Aun sin que el animal este entrenado por el dueño a ejercer esa actividad.

El tercero es una gata llamada Kira, su nombre proviene del persa y significa sol, alegría. Es de una raza llamada Europea bicolor de tonos grises con blanco y salpicada de negros. En septiembre cumpliría los seis años. Se esterilizó a la edad de dos, después de parir su segunda camada de cinco gatitos. Un día lluvioso llegó a casa preñada y cargando el maltrato de la vida. Aquí encontró cariño y cuidados. Kira a pesar de no ser de una raza de pedigrí,  su pelo era sumamente agradable al tacto. Se ve fuerte  y tal vez con algo de peso sin llegar a la obesidad. Es el tipo de animal que te gana el corazón por su gran capacidad para adaptarse, es inteligente, reservada y leal, con Matías el hijo menor, se palpa una relación afectuosa de complicidad, en una sola cosa: es como el sol o el topacio. En la noche la gata prefiere dormir fuera de la morada y al día siguiente cuando escucha movimiento al interior de la casa, Kira maúlla, pidiendo amor, como si fuera una novia, levanta la cola, se arquea, se aplana contra el piso y como dice el poeta: “se tiende boca arriba con la sinceridad de quien ya ha perdido la vergüenza, da vueltas, no deja de maullar  y se va”.

Kira  resulto muerta cuando cruzaba la calle y un vehículo la atropelló. Otro vecino es el que informó del lamentable suceso. La dueña de la mascota en su llanto y en su gran dolor, solicitó ayuda a fin de que levanten el cadáver destripado. ¿A dónde son trasladados estos restos? ¿Existen lugares destinados para su entierro? Se sabe que en algunas clínicas veterinarias tienen el servicio de crematorio, pero como suele suceder, la situación no permite que un mayor número de personas recurran a este método para sus mascotas.

El cuarto animal de esta historia, se llama Finn,  es un gato Ocigato, es un gato bebé de tamaño pequeño, con el pelaje moteado. Su cabeza es cuneiforme, con cierta cuadratura hacia la mandíbula. Las orejas están separadas con mechones ayudan a darle un aspecto salvaje. Su pelaje es corto, liso y suave de textura. En la cola alternan motas y anillos de color más oscuro que finalizan en una punta oscura.

El nombre de Finn es tomado de una caricatura llamada “hora de aventura”  aparece en el momento en que la dueña se encuentra en un mar de lágrimas preguntando una y otra vez que sucede, porque se está quedando sin mascotas.  Días después unos vecinos niños han tenido a bien de regalarles un bebé gato y es bien recibido por toda la familia. A este minino no le gusta estar solo, busca siempre la compañía de otro gato o bien de alguna persona, es amistoso y confiado. El gato se comporta como niño, explora, corre por la casa, se sube a la mesa, prueba todo y quiere todo. Un día este gato enferma. Le suministran medicina. De manera intermitente la enfermedad parece que cede. El gatito bebé, con los ojos casi desorbitados se muestra inquieto. En familia acuerdan llevarlo al veterinario. Al día siguiente el gatito está muerto. Su pequeño estómago se muestra inflamado. Conforme han sido informados los miembros de la familia, su respuesta ha sido un llanto. Un dolor. La mascota se ha ido.

El dilema sigue presente: Tiene caso tener en casa de mascota a un gato? Un amigo cercano tiene a bien de advertirme: a los gatos si no los tratas bien, te castigan, te abandonan y buscan otro hogar.  Insisto en dar mis argumentos en contra, mientras afuera de casa veo pasar otros gatos, en la que todos mis comentarios parecen solo resbalar en su indiferencia. Esto me lleva a recordar a mi amigo Alcides Pérez, cuando escribe: “Yo también he maullado a lo largo de mi vida. Yo también me contorsioné como un acróbata en la noche. Fui payaso, telépata, electricista, príncipe desterrado que arregla cocinas a domicilio para olvidar, y al cabo yo también me marche sin que me hicieran caso”.

Concluyo que con los años que tengo, con los que me restan, seguiré maullando igual que usted.   

Bibliografía

Los gatos. Charles  Baudelaire.

Oda al gato. Pablo Neruda.

A un gato. Jorge Luis Borges.

Un gato en un piso vacío. Wislawa  Szymborska

Solo de gatos. Rafael Alcides Pérez.

Aforismos
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