El tiempo que ocupamos en asuntos negativos, improductivos o tóxicos, es tiempo perdido. De la misma manera que lo es cuando dedicamos tiempo a temas que no son de nuestra incumbencia, que no nos producen felicidad o crecimiento.
Es verdad que todos necesitamos momentos de relax o reflexión. El descanso es indispensable para seguir con nuestro día a día. Incluso, tomar una siesta a media tarde es muy revitalizador. Obvio que al hablar de tomar la siesta, se trata de unos quince o veinte minutos, no de cuatro horas.
Esa breve siesta, o ese tiempo y espacio que dedicamos a relajarnos, meditar, o simplemente a tomar un breve descanso, es tiempo bien invertido, pues nos ayuda a retomar fuerza, recuperar el enfoque y seguir adelante con nuestros planes.
Matar el tiempo es más que sólo tiempo.
Cada minuto cuenta, cada instante, cada momento. El tiempo que se va, sencillamente, no regresa. Pueden quedar los recuerdos, obtenemos resultados (positivos o negativos) de lo que hagamos con nuestro tiempo, pero definitivamente el tiempo no se recupera, no regresa. Nos quedan lecciones del tiempo que se ha ido para aprovechar mejor el que en este momento tenemos, pero es definitivo: el tiempo que se ha ido no regresa jamás.
En algunas ocasiones, por ejemplo, mientras estamos en la sala de espera del dentista, quizá te pones a ver en tu celular cosas que no te dejan nada positivo, o te pones a pintarle bigotes a las fotografías de alguna revista vieja o a hacer algo similar tan solo para «matar el tiempo».
Déjame tratar de cambiar un poco ese concepto: Si el tiempo es vida, y en momentos como el del ejemplo decides «matar el tiempo»… Luego entonces, lo que estás haciendo es: ¡Matar la vida! ¡Tu vida!
Esos «tiempos muertos» bien puedes aprovecharlos para leer algo productivo, positivo y que te haga crecer intelectualmente. O también podrías revisar tus proyectos y posiblemente ajustar algunos pasos hacia tus objetivos. O qué tal ejercitar tu mente resolviendo un crucigrama o un sudoku.
Cada vez que decidas hacer algo para «matar el tiempo» cambia la frase por «matar la vida» y entonces verás que «matar el tiempo» es mucho más grave que sólo eso. Resulta fuerte ¿Verdad?
Quizá ese pequeño cambio de palabras, te motive para buscar mejores actividades y, en vez de «matar el tiempo» elijas darle vida a los tiempos muertos.