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La leyenda de la bruja del morro, es una historia de terror que se cuenta en el estado de Campeche, México. En donde se cuenta que hace muchos años, en el poblado de Seyba playa, había una anciana que se hacía pasar por una pobre y humilde viajera, pero que en realidad era un ser demoníaco que devoraba a las familias enteras.

Te voy a contar con más detalle cómo ocurrieron los hechos:

La leyenda comienza cuando los habitantes de Seyba playa notaron que familias enteras comenzaron a desaparecer misteriosamente, nadie sabía que habían pasado con ellas. Al principio no era tan extraño que las familias emigraran por motivo de búsqueda de mejor trabajo, pero en este poblado la desaparición que ocurría de la noche a la mañana empezó a inquietar a los habitantes del pueblo.

Al investigar los lugareños se fijaron que estos iban desapareciendo en forma consecutiva de casa en casa. Esto alarmó más a los habitantes quienes decidieron contratar a un hechicero para que descifrara el gran misterio.

El fulano era un chamán muy reconocido por dominar la magia blanca en pro de la comunidad; después de varios días, realizó una reunión para notificar al pueblo el resultado de su trabajo.

Sorprendió a los pueblerinos cuando les dijo que la razón por la que las familias desaparecían sin dejar rastro alguno era porque el pueblo era visitado por un ser maligno con apariencia humana, la cual devoraba a toda la familia; de esta manera no dejaba sospecha alguna.

El hechicero no era capaz de atraparla

Mas el hechicero no era capaz de atraparla si no hasta el momento que este estuviera engullendo a sus víctimas, hasta que tuviera el plato servido, ya que era el único momento en que se despojaba de su apariencia humana.

El hechicero ideó un plan en el cual sería expuesta la familia que en el orden cronológico continuaría para la bestia. Cuidadosamente planearon con todos los miembros de la familia la forma en que atraparía al ente demoníaco, conocido como la vieja Ishawuu.

Para esto se incorporaría el brujo a la casa como un miembro más de la familia. Pasaron un par de días cuando llegó a tocar la puerta una viejecilla inofensiva y de mirada triste la cual argumentaba que estaba de paso por el pueblo y que no tenía donde pasar la noche y pidió que si podía pasarla ahí en cualquier parte de la casa.

La familia al ver sus rasgos y la desprotección aceptó gustosa de dar posada a la viejecilla, sin sospechar que esa noche corrían un gran peligro. Astutamente el hechicero, no muy convencido de la ancianita, se preparó sin avisar a la familia para no alertar a la bestia.

La viejecita muy apacible ubicó su jacal a la salida de la puerta trasera que llevaba a los baños de la humilde casa, esperando la hora de “la cena”.

Pasada la media noche el hechicero notó que uno a uno los miembros de la familia iban saliendo directo a las letrinas con signos en sus rostros típicos de un dolor de estómago. Al notar el hechicero tal situación, se preparó con sus herramientas de trabajo y salió al lugar donde reposaba la viejilla pero se llevó una gran sorpresa al ver que allí solo había un bulto de pellejo.

Inmediatamente tomó tal pellejo y rezando unas oraciones lo rellenó de sal y acto seguido, procedió a juntar una gran cantidad de bejucos, los cuales mojó con agua bendita.

Con todo listo esperó pacientemente hasta escuchar unos gritos desgarradores que provenían de la letrina. Al acercarse vio a la bruja con su verdadera forma, una anciana deforme y horrible, que tenía en sus manos el cuerpo sin vida de uno de los miembros de la familia.

El hechicero no lo pensó dos veces y le arrojó los bejucos encima, que se enredaron en su cuerpo y la inmovilizaron. La bruja se retorcía y maldecía, pero no podía escapar. El hechicero la arrastró hasta el morro (las cuevas) de Seyba playa, donde la encadenó a una roca y la dejó a merced de las olas.

La bruja le suplicó que la soltara, que le devolviera su piel, que le perdonara lavida, pero el hechicero no cedió. Le dijo que había cometido muchos crímenes y que debía pagar por ellos. Luego se alejó y dejó a la bruja sola, esperando su muerte.

Se dice que el rugido del morro es el grito de la bruja

Desde entonces, se dice que el rugido del morro es el grito de la bruja, que pide una vida humana para liberarse. Los pescadores evitan acercarse al lugar, pues temen ser arrastrados por el agua al morro y devorados por la bruja.

La leyenda también dice que si alguien logra encontrar su piel y se la devuelve, la bruja le concederá un deseo. Pero nadie se ha atrevido a intentarlo, pues nadie sabe dónde está su piel ni qué precio tendrá su deseo.

Comentan lugareños que en tiempo de nortes se escuchan gritos que se confunden con el zarpazo de las olas del mar cuando rebotan en estas cavernas. Y los más jóvenes solo atinan a decir……… ¡el Morro está enojado! Y cuando el Morro ruge, es que clama la vida de alguien.

Esta es la leyenda de la bruja del morro, una historia que nos habla del miedo, el crimen, el canibalismo y la superstición.

¿Qué te pareció esta leyenda? Déjanos tus comentarios.

Bibliografía:

La Bruja del Morro, Campeche (vidamexico.mx)
Leyenda La Bruja del Morro: Leyenda de Terror Mexicana (paratodomexico.com)

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La silueta de la sombra

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