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La ciudad de Buenos Aires jamás dejará de sorprenderme. Nací de cara a sus estereotipados códigos urbanos y siempre me subyugó ver pasar la vida desde la mesa de algún café tradicional.

Familiarmente desconocidos, los bares y cafés de la capital han sido y son un testimonio totalmente tangible de condiciones sociales, culturales y económicas. Huellas de un pasado con el suficiente espesor como para ser preservado.  En los cafés se discute, se debate, se habla de política y se sueña con un mundo mejor. Se escribe y se lee.

En la mesa de un café, el “porteño” (gentilicio para determinar a los originarios de la capital, Ciudad Autónoma de Buenos Aires/C.A.B.A) se encuentra, se descubre, hace una pausa en la marcha de su día o sella a fuego una cita de amor. El Café –así con mayúscula– como muchos afirman, es una manera de ser, y en Buenos Aires estos recintos son una verdadera institución.

Imagen: Diego Barovero

En el año 1998, la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires creó –mediante la ley número 35 – la Comisión de Protección y Promoción de los Cafés, Bares, Billares y Confiterías Notables de la Ciudad de Buenos Aires. De esta manera, se rescató una importante parte de la identidad de la ciudad y se preservaron esos recintos centenarios, donde pasan las cuestiones importantes de la vida.  

En 17 de los barrios más tradicionales de la ciudad se localizan 73 Cafés con el emblema de “Notables”, por estar relacionados con algún hecho o actividad cultural de gran importancia por su antigüedad, diseño arquitectónico o relevancia a nivel local.

No es casual que muchas letras de tangos le dediquen pinceladas y rimas a los cafés, como ámbitos llenos de intimidad que retrataban la esencia de los barrios. Tampoco se demoró mucho la decisión del Correo Argentino que en el año 1999 dedicó un carnet de sellos postales conmemorativos a cuatro de los cafés más tradicionales, que justamente son mis preferidos: Café Tortoni (1858), Confitería Ideal (1912) que en la actualidad permanece sin posibilidades de ser visitada, Café Homero Manzi (1927), y Lechería La Giralda (1951).

Imagen: Web Delicias

Con el auge del turismo cultural y la gran predilección de muchos viajeros por conocer modos de vida y tradiciones de los sitios que visitan, el circuito de los bares y cafés con historia resulta uno de los más buscados. Imaginando que han sido punto de encuentro para gran cantidad de músicos, referentes literarios, actores y artistas plásticos, es interesante imaginar cómo han dejado sus huellas, letras o bocetos en alguna servilleta de papel e ir por ellas para conservarlas como piezas de museo.

Si te consideras del tipo de viajero al que le gusta explorar la memoria viva de cada ciudad, anota en tu cuaderno de viaje realizar un recorrido por los cafés céntricos o los cafés de barrio y descubrirás por qué estos recintos y el hábito de beber café como costumbre y práctica cultural, son una radiografía del carácter de los habitantes de Buenos Aires.

Levantarme de la cama o cazar un Pokemón, he ahí la elección
Bajo la sombra de tus padres

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