Leí a Mafalda como a los 8 años. Al igual que muchos mexicanos y mexicanas, mis primeros contactos con la lectura, con los libros, fueron los cómics, las historietas: Memín Pinguín, La Familia Burrón, Condorito, las revistas de Marvel y, por supuesto, Mafalda, entre otros.
El día de hoy, ya de adulto y siendo mediador de salas de lectura, sé perfectamente lo geniales que son las historietas, los cómics, las novelas gráficas y los libros álbum para promover dicho hábito en la niñez. Pero esa es otra canción.
Y es que era genial no sólo ver las ilustraciones de Mafalda interactuando con sus amigos: Manolito, Susanita, Felipito, Libertad, su hermanito Guille, su papá y su mamá (a quienes sólo les faltó hacer ¡plop! como los personajes de Pelotillehue, con las ocurrencias de su hija en cuanto a su visión del mundo).
Hoy muere Quino
un día después de haberse celebrado el 56 aniversario de la creación de su hija (como él mismo le llamaba) Mafalda.
Joaquín Salvador Lavado Tejón, más conocido como Quino, falleció a los 88 años, en su ciudad natal de Mendoza, Argentina, donde era atendido por sus sobrinos desde que se trasladó allí en noviembre de 2017 tras morir su esposa.
Quizá en ese entonces cuando era niño, yo no comprendía muy bien la crítica y el análisis que una niña como Mafalda hacía de su entorno, su capacidad de cuestionamiento, su humor irreverente en muchas ocasiones, su optimismo y su vitalidad, pero con el paso de los años pude percatarme de esto. Ya en la secundaria se venía forjando esta postura que siempre me ha a acompañado, la de cuestionar lo establecido, lo que se nos impone como dogmas y reglas, y no puedo negar que a la primer niña que vi haciendo precisamente esto fue a Mafalda.
La idea de su historieta le llega a Quino al leer la novela «Dar la cara», de David Viñas, y conoce a una bebé llamada Mafalda, nombre que le parece alegre y lo adopta para su protagonista, hay otras versiones, inclusive una donde se asegura que el nombre surge al realizar Quino una campaña publicitaria de electrodomésticos.
Lo que sí es cierto es que es precisamente el 29 de septiembre de 1964 cuando la pequeña irreverente se dio a conocer como el personaje principal de la tira en una revista semanal. Contestataria y luchadora social, amante de los Beatles, la democracia, los derechos de los niños y niñas, la paz, detractora de la sopa, las armas, la guerra y James Bond. Todo un personaje, precisamente.
El legado de Quino no es sólo esta historieta,
ya que también creó otras obras dentro de la ilustración, pero no cabe duda que fuera precisamente su hija, quien recorrió y sigue recorriendo el mundo entero al ser traducida en infinidad de idiomas, quien trasciende hasta la fecha. Junio de 1973 marca la despedida de Mafalda. Aunque Quino retomó sus personajes para algunas campañas a favor de la niñez, el artista decidió que descansara para siempre su pequeña hija, al menos en lo que se refiere a nuevas tramas dentro de la historieta.
Mafalda le dice adiós a su papá el día de hoy, después de haber estado de fiesta el día de ayer y no puedo evitar recordar esos momentos en los que, tirado en el suelo, acostado en mi cama, subido a un árbol o donde fuera, reía y reía y me cuestionaba al igual que ella asuntos que parecieran ser solamente del mundo de los adultos. Fue precisamente Mafalda quien inquirió certera cual cerbatana la adultocracia que impera en nuestro mundo.
Larga vida a Mafalda, larga vida a Quino, o en palabras de ambos: “¿Que importan los años? Lo que realmente importa es comprobar que al fin de cuentas la mejor edad de la vida es estar vivo”.
Larga Vida a Mafalda y a su creador, su Papá.
Larga vida, amigo.