De repente me vi sentado en una banca de una iglesia muy grande, tal vez una catedral. Estaba muy oscura por lo no reconocí cuál era. Me acuerdo que tenía la forma de cruz, se encontraba muy sola estaríamos como unas 7 personas en ella.
La iglesia estaba a media luz, como muchas de ellas, aunque Jesús es la Luz del mundo, está se miraba oscura, un poco tétrica, no sabía qué hacía sentado yo ahí.
A mi derecha, al frente estaban dos personas hincadas bajo una imagen, tal vez de algún santo, donde había decenas de veladoras encendidas.
A mí lado izquierdo en la primera banca estaba un hombre sentado y detrás de mí había unas 4 personas más que se encontraban tal vez pidiéndole a Dios por su salud o la de algún familiar. O estarían pidiendo algún milagro por alguna fuerte necesidad.
Yo me dije a mi mismo, ya que estoy aquí voy a dar gracias a Dios, por todo lo que me ha dado, por tanto, que tengo que agradecer como darme vida, salud, familia y tantas cosas más. Me arrodillé y puse mis brazos sobre el respaldo de la banca que estaba frente a mí, junté mis manos y empecé a orar.
De pronto se oyeron ruidos extraños como que una puerta grande se abrió, después se escucharon pasos, si pasos, levanté mi cabeza y miré al frente.
Del ala izquierda de la iglesia empezaron a salir unos monjes vestidos de negro, caminaban con paso lento hacía el pasillo principal.
En lugar de dar vuelta hacia el altar, voltearon hacia la puerta de la entrada principal, yo me encontraba a mediación, serían como a 20 o 30 metros de ellos.
Me llamaron la atención porque todos venían volteando hacia abajo, sus capuchas les cubrían y no se le miraba a ninguno la cara.
Se empezaron a acercar y un viento frío recorrió mi cuerpo dejándome en la nuca los pelos erizados o como comúnmente decimos se me puso la » piel de gallina».
Mientras más se acercaban note que el altar había cambiado, la cruz ya no estaba hacía arriba sino hacia abajo, como dicen que la ponen los grupos satánicos, ya no me daba buena espina, veo el reloj y es media noche.
De inmediato mi mente empezó a tener varios pensamientos negativos, no estaría yo en una misa negra, esas que dicen que hacen los brujos que adoran al ángel caído.
El temor empezaba a apoderarse de mí, cuando me di cuenta los monjes que vestían de negro ya estaban a mi lado izquierdo, como yo estaba hincado levantó la cabeza levemente para observarlos pasar.
Al verlos el miedo se apoderó de mí, no sabía que hacer sus caras eran calaveras que mostraban un odio y una angustia que asustaban.
De un salto brinque hacía atrás la banca y salí al pasillo principal y empecé a correr, volteé y si, todos los monjes me seguían, estirando sus manos huesudas para alcanzarme.
Cada segundo me parecía una eternidad, la puerta se miraba muy lejos, corriendo, saltando y sacudiéndose de mi cuerpo sus dedos huesudos que intentaban detenerme.
Por fin llegué a la puerta y solo para darme cuenta que todo el frente estaba cercado por una barda hecha de barras de acero que estaban como a 50 o 60 metros, agarré aire y me salí echo la mocha, o sea, a toda velocidad, o hecho la madre, como quieran llamarle.
Para esto ya los tenía a todos los monjes malditos sobre mí, no recuerdo cómo le hice, pero empecé a volar hacia la barda de más de 5 metros de altura. No sé si voy a caber entre los barrotes ya que la puerta estaba cerrada con cadenas y candados.
Al acercarme a la cerca agarré con mi mano izquierda uno de los barrotes de acero, pero también sentí que unos huesos me agarraron de la pantorrilla de mi pierna derecha.
Dios mío, no me dejaban salir, ahí estaba yo suspendido agarrado de los barrotes y estirándose ahora de ambas piernas impidiéndome salir de los terrenos de esa iglesia obscura.
Me estiraban muy fuerte, no podía zafarme, pensé que este sería mi fin, pero momentos antes de darme por vencido implore a Dios por su ayuda, mi corazón se empezó a iluminar y en unos instantes lo estaba todo mi cuerpo.
Sentí que una fuerza sobrehumana me invadía, era tal vez el Poder de Dios en mí.
Lo cierto es que a pesar de que no me soltaron pude salir de ahí y saqué a uno de los monjes, al salir de las rejas dejo de verse como una calavera y se transformó en un ser humano normal como tú, como yo y me dijo:
Gracias por sacarme de ese infierno en donde me tenían, entonces me di cuenta que no estaban por su propia voluntad, eran esclavos del terror. Así que saque a otro y a otro, serían cómo 4 o cinco y cada uno que salía me daba las gracias y se retiraba corriendo.
Los demás monjes malditos que quedaban, tal vez 5 o 6 se alejaron de los barrotes y no pude sacar a nadie más.
Le di gracias a Dios por ayudarme a salir de esta increíble y terrorífica situación.
En eso me encontré nuevamente en mi casa, sin saber a ciencia cierta si fue un sueño, un viaje astral o un desdoblamiento que me permitió enfrentarme a los monjes malditos.
Esto ocurrió hace como 15 años, como en el 2007.
¿Sueño, viaje astral, desdoblamiento?
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Esta historia fue verídica y sucedió en Monterrey Nuevo León, México.
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