Los famosos y el canto de las sirenas.
De acuerdo con la Mitología – especialmente reconocidos estos seres a través de La Odisea de Homero- las sirenas son figuras humanoides, mitad pez, mitad mujer, que de acuerdo con Homero seducían a los marineros con sus mágicos cantos a fin de destruirlos, ya fuera encallando en arrecifes o siendo atrapados por ellas. Se convierte así en una expresión que se refiere a quien se deja seducir por diferentes factores, ya sea la fama, el estrellato o simplemente por los encantos de alguna persona.
El canto.
Es el medio del espectáculo caldo de cultivo para ese tipo de seducción, ya sea por el estrés que significa el trabajo actoral, específicamente en el sector musical, o por el engolosinamiento que la fama significa a quienes les llega antes de alcanzar una verdadera madurez.
Refiriéndonos exclusivamente a los cantantes, quienes somos aficionados a la música hemos visto desfilar grandes figuras que han sabido llevar sus carreras sin muchos tropiezos a pesar de la presencia del alcohol en su transitar artístico. Dean Martin, Frank Sinatra, y Sammy Davis Jr. son ejemplo claro de ello.
Sin embargo encontramos grandes talentos que se dejan llevar precisamente por el canto de las sirenas y caen estrepitosamente en las garras del alcoholismo y la drogadicción, sea esta última por sustancias ilegales o por medicamentos prescritos por médicos sin escrúpulos. Ejemplos ampliamente conocidos por los medios de difusión son Elvis Presley, Amy Winehouse, Kurt Cobian, Michael Jackson, Prince y un largo etcétera, desafortunadamente.
Algunos otros cantantes, aunque continuaron sus presentaciones públicas y se liberaron de las adicciones, no fueron exentos de sufrir las consecuencias de los tiempos en que estuvieron atrapados en ellas, perdieron la voz, fallaron en su intento por recuperar la fama, pero gracias a la lealtad y amor de sus fanáticos se mantuvieron (quienes ya fallecieron) y se mantienen vigentes a pesar de no ser ya quienes estuvieron en la cúspide de la fama.
Los famosos y la audiencia.
El público es muy noble y cuando ama a un artista le sigue en las buenas, en las malas y en las peores. Hemos sido testigos de ello cuando alguno de los ídolos llega a fallecer, se habla de sus logros, se recuerdan sus mejores momentos, se ensalza su personalidad y se defiende a capa y espada su imagen a pesar del pleno conocimiento de las fallas que como humanos cometieron.
Es esta reacción la que es encomiable, refleja la nobleza de un pueblo entero que se solidariza sin miramientos ni excusas con los deudos de su máxima figura artística, es así como se le acompaña en los homenajes ofrecidos, en el recorrido por sus lugares de origen y hasta la última morada de sus restos aun cuando no les sea permitido el acceso al lugar.
En la vida de los grandes cantantes que se han visto envueltos en el infierno del alcohol y de las drogas existen grandes semejanzas que no se pueden ignorar, su mundo entero es su público, se desentienden incluso del manejo de sus carreras delegando esa responsabilidad en otros que lo mismo pueden ser leales y honestos, que ser abusivos y fraudulentos.
La vida privada.
Las relaciones familiares y de pareja son intensas y por lo general fracasan estrepitosamente ya que para el otro o la otra lidiar con el torbellino de la fama, aunado al caos de la adicción resulta muy difícil de manejar, aunque se pueda crear un cierto grado de co-dependencia, llega el momento del rompimiento tarde o temprano.
Un patrón más que se repite entre ellos es la falta de aceptación real de sus conflictos internos, los niegan o los disfrazan y tienden a apelar a los sentimientos de sus seguidores para justificarse. Es de todos conocido aquel video de Michael Jackson dirigido a su público en el que manifestaba su inocencia respecto a las acusaciones de pedofilia de que fue objeto para ser absuelto después. A pesar de documentales, testimonios y series sobre el tema, Michael Jackon sigue y seguirá siendo el ídolo de millones de personas que defienden su inocencia a 10 años de su muerte.
Se requerirían estudios profundos de psiquiatría para analizar el conflicto interno de la personalidad del artista musical que cae en el mundo de las adicciones, ellos se ven obligados a guardar una imagen pública en beneficio de su carrera y observar respeto a su público mientras en su vida privada tienen que luchar con sus demonios internos, esos que le llevan a refugiarse en el mundo evasivo de la adicción.
Solo el círculo más cercano al artista puede ser testigo de los altibajos de su personalidad, de sus grandes carencias existenciales que el oro y la fama no pueden cubrir, de la sombra interna que guardan en sí mismos, en ellos, como en la novela de Robert Louis Stevenson “El extraño caso de Dr. Jekyll y Mr. Hyde”, coexisten por lo general dos personalidades, el del monstruo destructor de su salud, de su vida y de su entorno, y el de la imagen pública amada y venerada por sus seguidores.
Una triste realidad.
La realidad termina alcanzándolos en su mundo interno mientras en el externo nace la Leyenda que se perpetuará a través de sus videos, de sus grabaciones o de sus películas, y el desastre personal será ignorado por la generalidad y resguardado por sus allegados.
El canto de las sirenas es seductor e irresistible. Cuenta Homero en La Odisea que Circe advirtió a Ulises del peligro que significaría para él y sus marineros, por ello estos taparon sus oídos con cera de miel y ataron de pies y manos al mástil a Ulises para que las escuchara sin caer en su hechizo. La leyenda narra el inmenso esfuerzo que fue resistirse a dicho canto.
Decía Ortega y Gasset, el filosofo Español: “Yo soy yo y mis circunstancias, si puedo salvar mis circunstancias, me salvo a mí mismo”. Son muchos los artistas que no logran salvarse a sí mismos pero la fama salva su imagen y su obra, y aunque este articulo es referente sólo al mundo de la música, la situación aplica igual al mundo del arte en general.