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De acuerdo con La Secretaria de Seguridad Pública tan solo durante el  primer mes del 2022 se registraron a nivel nacional 292 feminicidios, dentro de los cuales se encuentran incluidos los asesinatos de niñas y adolescentes.

Del mismo modo, tan solo mil cuatro de los tres mil 750 casos arrojados fueron tipificados como feminicidios. Desafortunadamente entre enero y febrero del presente año se estima que la cifra de feminicidios cometidos se elevó hasta 155.  La cantidad de asesinatos contra mujeres va en aumento, así como las desapariciones y las agresiones de índole sexual.

En esta ocasión y ante semejante hecho que no parece tener fin en nuestro pais, he decidido unirme a todas esas mujeres que exigen justicia por sus desaparecidas, por sus muertas. Tal grito se encontrará en cada una de las frases emergentes; en cada una de las poesías que a continuación habré de presentar.

Porque el arte no solo tiene la labor de mostrar belleza y serenidad. El arte también tiene la responsabilidad de gritar y exigir paz; para mujeres, para niñas, para todas las mexicanas caídas en esta guerra de nadie. Tanto hombres como mujeres merecemos respeto; y sobre todo merecemos vivir, tan solo por el simple hecho de ser humanos, no más feminicidios. 


Sangre por sangre
Y que los ríos se tiñan.

Y que el cielo llore. 

Y que cada alma se aparte. 

Porque la sangre clamará por más sangre. 

Y que las niñas se levanten. 

Y que las mujeres nazcan entre los mares. 

Y que las cenizas de las caídas se vuelvan una. 

Sangre por sangre, una hermana se va. 

Sangre por sangre, la madre entierra a su muerta. 

Sangre por sangre, el padre busca a la desaparecida. 

Sangre por sangre, ni una más habrá de perderse entre el asfalto. 

Sangre por sangre, que ni una mujer vuelva a ser tragada por la tierra. 

¿De quién?

¿De quién son los huesos con los que se alimenta la tierra?

¿De quién son las promesas de regresar? 

¿De quién será el testimonio de lo que aquí pasó? 

¿De quién será la culpa ahora? 

¿A quién habremos de culpar por lo que tan penosamente sucedió? 

¿De quién era esa falda que se partió? 

¿De quién será la culpa por dejarla sola? 

¿De quién será la culpa? 

¿De quién? 

¿De quién será la culpa por ya no verla nunca más? 

Jueces

El alcohol será su verdugo. 

La sociedad su dictamen. 

Si era bonita, si vestía con falda. 

Si caminaba sola hasta entrada la madrugada. 

 Si estaba con novio o si era algo del momento.

Todos son jueces, pero nadie su salvador. 

Si tan solo se cayó, o si se desplazaba deprisa. 

Si se divirtió demás. 

Si confió en la persona errada. 

Si ella se lo buscó. 

Todos son jueces, pero nadie su portador. 

Si ella durmió, si ya no despertó. 

Si no se defendió, si no gritó. 

Monumento

Ellas queman todo a su paso

Algunas te entregan al verdugo. 

Algunas gritan tu nombre. 

Otras más te señalarán con el dedo.

El monumento cae sobre los pies de muchas. 

Mientras que otras querrán rescatarlo por pensar que fuiste tú quien lo derrumbó 

Ella tirarán todo para pronunciarte delante del que no escuchó tus suplicas.

El monumento recuerda héroes. 

mientras que a ti, te olvidan. 

No dejarán que tu voz se apague. 

Otras tantas, buscarán justificar tu vuelo involuntario.

Otras te traerán de regreso hasta que encuentres la paz. 

Ni una sola lápida más en las calles. 

Ni un solo monumento levantado mientras las mujeres siguen cayendo.

Ni un regaño más en representación de la doble moral. 

Ni una sola desaparecida más.

Ni una sola niña martirizada más. 

Griten hermanas. 

Griten unidas. 

Levantar el rugir para que todas seamos monumentos, es nuestro deber.

¿Dónde está mi niño interior?
El rapto (parte 4)

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