Los colores que usamos en nuestro día a día afectan de manera directa sobre nuestra energía, cada vez que nosotros usamos una ropa de un color especifico creamos una reacción en nuestro entorno, como en nuestro cerebro.
Por ejemplo el color blanco es asociado con la pureza
la limpieza, con el bienestar, cada vez que usamos este color nos sentimos en paz, tranquilidad, nos da la sensación de estar bien en todos los sentidos, y la gente que nos ve también nos mira con buenos ojos, ya que emitimos una vibra que se siente como fresca, suave.
Si en cambio usamos un color como el rojo
provocamos un reacción más agresiva, más imponente o llamativa el color nos despierta la pasión, el entusiasmos, nos despierta, la vibra que emite este color es fuerte, arrasa como fuego, y nos hace querer disfrutar.
Al cambiar al color azul es como el mar apacible,
sereno, nos invita a la reflexión, ayuda que nuestro estado de ánimo sea más relajado, el color verde es vida, creación, naturaleza y esta asociado a la salud, al bienestar, al crecimiento personal y emocional de los seres humanos, nos hace recordar que podemos lograr desenvolvernos como los arboles crecer, echar raíces.
El color amarillo se vincula con el sol, la luz, el resplandor,
este color no hace sentir que somos el centro de atención, un punto de partida de donde todo surge fácilmente, no todos se atreven a usarlo porque es un color llamativo, y escandaloso de alguna manera, por eso dice el dicho,” el de que amarillo se viste en su belleza confía”.
Yo lo cambiaría que por la frase: “el que amarillo se viste conoce su valía”.
La energía de colores púrpura o morado representa la espiritualidad
la divinidad del ser, se considera un color de celebración de sabiduría, armonía, paz, nos da una vibra de ser maestros, o por lo menos de entendidos de la filosofía de la vida.