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Después de esperar un largo tiempo, nos pareció una eternidad, lentamente estamos regresando a nuestra rutinas y costumbres, que por cierto ya extrañábamos. Este martes, saboreando un café de esta bendita tierra, afuera en la banqueta veo que se acomodan un Trío de música norteña, y con la pieza que arrancan es “Libro Abierto” (1969), de la autoría del compositor, interprete del género ranchero y actor mexicano Gerardo Reyes. Una de mis favoritas y sin duda, por alguna razón o emoción, toca las fibras más sensibles, desde la primera vez que la escuché, fue colocada en los primeros lugares de mi reducida colección musical.

La canción, por un lado me trasportó al pasado, cuando chavo, nueve años, oía la radio haciéndole compañía a mi padre en su trabajo, esa música y la tropical predominaban en las pocas estaciones que había en el vecino puerto de Tampico, Tamaulipas, a fines de los sesentas.

Por otro lado, la vida me llevó por caminos inimaginables, que todavía me sorprenden al encontrarme en este momento escribiendo líneas salidas de una cabeza siempre inquieta e irreverente.

Como irreverente y duro fue el discurso pronunciado por el argentino Guillermo Soccomanno, escritor, ensayista, guionista de historietas, profesor y periodista, en la inauguración de la Feria del Libro de Buenos Aires. Como el mismo dijera en una entrevista posterior, al enterarse del revuelo que había causado su texto,

“ni incendiario ni ofensivo, tampoco provocador, solamente objetivo y descriptivo”

del acontecer de esta nación sudamericana. “La Argentina es un País con careta”, así lo definió, con un atrevimiento inesperado por una audiencia, compuesta por los gremios de la cultura, la política, editorialistas y los intelectuales que siempre hacen presencia.

Por obviedad, Soccomanno se refería con absoluto conocimiento a la cultura de la simulación, que tanto amamos y profesamos los latinos, y exhibirlo, por supuesto no fue ninguna novedad, pero tampoco pierde fuerza y actualidad esta crítica.

Enzo Maqueira, colega del autor de la controversia, emitió la siguiente opinión “Saccomanno hizo lo que solo un escritor o artista puede y debe hacer: ser incorrecto”.

“Por lo demás, nadie tiene que ofenderse o enojarse. En este mundo de apariencias, alguien tiene que decir lo que los demás olvidan, ocultan o prefieren pasar por alto”.

En nuestro querido México, también la simulación viene de un potente germen y es un lastre tan dañino como la corrupción o la impunidad. Su origen ancestral y continuidad se derivan de la necesidad de encajar en un medio, de ser aceptados o reconocidos por acciones o méritos inexistentes o limitados, pero que apoyados en un buen montaje, convencemos o engañamos a los demás.

A los mexicanos nos encanta aparentar, que somos inteligentes, caritativos, acaudalados, de la High Society, bueno, que somos hasta felices. No nos vendría mal hacer esta reflexión que provocó Soccomanno en Argentina. Hasta la próxima.

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