Hace unos días recibí un mensaje de Raúl un antiguo amigo que tenía un lamento de tanto tiempo de no verlo, aparte de los saludos.
El 14 de Julio de 1988 me invitaba a verlo, por que era urgente que fuera a su actual domicilio no entendí bien a qué se debía, le respondí que iría a inicios del mes de septiembre.
El 3 de Septiembre de 1988 llegue al pueblo donde me quedé de ver con Raúl estaba a unos kilómetros de la ciudad de Silao en el estado de Guanajuato, el camión que tome me dejó en el centro cerca de las cuatro de la tarde, era de los pueblos de provincia que en la tarde no hay ni un alma y ni un lamento en las calles.
Me encamine a la dirección que me dio Raúl, al llegar vi que era una casa grande de adobe, toque la rústica puerta de madera, después de varios minutos se abrió la puerta y detrás de ella estaba una señora mayor –buenas tardes- me dijo, yo le devolví el saludos y le indique a qué venía.
La señora muy amable me guió dentro de la casa y pasando el zaguán estaba un gran patio donde con un lamento se veían varios animales como gallinas, perros y en una esquina estaba un buey; pasamos el patio hasta una pequeña construcción que estaba del otro lado de la casa, la señora me indicó que él estaba adentro, le di las gracias y me dirigí hacia allá.
Toque la puerta y desde dentro se escuchó –pase está abierto- al entrar solo veo una pequeña mesa con un par de sillas un comal que se utilizaría como estufa y más al fondo un catre donde se encontraba mi amigo.
¿Raúl eres tú? Pregunte, este prendió una vela que tenía en un mueble junto a su catre, -que bueno que pudiste venir amigo- me dijo sentándose, se sirvió agua en dos jarros, me dio uno y al otro le dio un trago.
¿Quieres saber porque insistí en que vinieras?- yo le respondí si, por que la última vez que lo vi estábamos en el bufete donde trabajabamos en aquellos días hace como seis años.
Me acerque una silla y espere a que me dijera el motivo, Raúl encendió el candil que tenía en el centro de la habitación y volviendo al catre empezó a decirme:
Intentaré explicarte todo lo que me llevó a estar en este lugar, por favor no me interrumpas aunque esto sea algo muy difícil de comprender o asombroso, le dije que sí y me acomode en la silla lo mejor que pude- como sabrás deje el bufete en enero del 81 me habían ofrecido una mejor plaza aquí en Guanajuato pero me pedían que aceptara de inmediato así que solo renuncie y vine a León donde me establecí y empecé a trabajar en el nuevo bufete.
Los primeros meses no tuve problema al contrario me iba bastante bien me encargaba de asuntos no tan complicados y esperaba que pronto me hiciera cargo de algo más importante, eso cambió casi al año siguiente mi jefe quería que me encargara de un intestado en Silao, para mí era algo bueno cambiar de aires y emprender una nueva tarea, como León y Silao están relativamente cerca le pedí prestado su auto a mi jefe y me dirigí esa misma tarde a entrevistarme con la señora Juana Lopez.
Si no mal recuerdo la reunión fue en el lobby del hotel donde se quedaba, era una señora de más de 50 años viuda y con solo dos hijos ella me cuenta que heredó una propiedad de una “hija ilegítima” de su padre pero que no sabía nada de ella, la encomienda que me daba era ver la situación de la propiedad y ver si era preferible vender o conservarla.
Lamento en el aire
Le pedí la documentación así como los datos de la persona, la noche siguiente regrese a León y le comente el asunto a mi jefe, ambos empezamos a revisar el asunto con entendimiento; después de varios días logramos dar con la información de la hija ilegítima su nombre era Esperanza Lopez fue hija fuera del matrimonio del señor Felipe López y Leticia Jiménez, según con esto ella se casó dos veces y su segundo esposo le dejo un terreno cerca de Silao, sin perder tiempo esa misma semana mi jefe y yo partimos hacia allá y llegamos a este pueblo que como veras solo tenía como 50 habitantes aproximadamente.
Finalmente dimos con la casa de la señora Esperanza y esta se encontraba en un abandono desde hace varios años, a una niña que pasaba por ahí le preguntamos ¿por la dueña de la casa?
La niña solo se persignó y dijo se la llevó la poenitentialis y salió corriendo ¿la que? Dijo mi jefe, esa noche decidimos dormir en el auto para emprender el regreso al día siguiente, esa noche o más bien cuando el sol se estaba ocultando y sus últimos rayos iluminan dando el aspecto de pintar de rojo las casas y con el viento que eleva un poco la tierra del lugar daba un aspecto terrible al puebl.
En realidad no sé si era mi imaginación pero me pareció oír un lamento algo tétrico y cerca de nosotros no sé qué era pero se oía muy fuerte, mi jefe le pareció escuchar que era alguien quejándose, este salió del auto para ver y desapareció por una de las calles, minutos más tarde regresó corriendo y me dijo que arrancara por lo cual yo me opuse.
Él me aventó del asiento del conductor y arrancó el carro hasta que salimos del pueblo ya era noche y no había un camino bien trazado para poder seguir así que para evitar un accidente mejor nos quedamos ahí, cuando se pudo tranquilizar le pregunté ¿Qué había visto?
El me respondió no sé qué era solo vi a una mujer que se arrastraba por el suelo con sus manos y llevaba algo cargando y gritaba de dolor, solo estaba esa mujer en la calle no había nadie, solo me volteo a ver y parecía que venía por mí, mejor me eche a correr, ¡me miró! ¡Me miró! Fue lo último que dijo antes de desmayarse.
Ya en la mañana regresamos a Silao donde un médico revisó a mi jefe; ese día ya no regrese al pueblo, después de esto mi jefe ya no quiso encargarse del asunto dejándome toda la responsabilidad a mí.
Regrese al pueblo a finales de mes para seguir la dirigencia y tal vez liquidar una posible venta del inmueble, esa noche me quede en la única casa de huéspedes que había en el pueblo, ahí le pregunté a la dueña lo que sabía de la difunta Esperanza Lopez, ella solo se limitó a decir que era una linda mujer muy cariñosa que tenía todo lo que podía darle su esposo.
La suerte la dejo cuando vio a la poenitentialis, su esposo murió al igual que su hijo no nato y como todos los desafortunados que se han encontrado con ella se encerró en su casa hasta que la muerte deseo liberarla de esa desdichada vida que tenía.
-Disculpe mi pregunta ¿Qué es la paenitentialis?- le pregunté a la dueña, ella solo se limitó a decir que era una bruja que ha estado aquí desde hace años y es la causante de la desgracia del pueblo.
No quiso decirme una palabra más, así que para indagar en la superstición del pueblo fui con el sacerdote del lugar, este estaba en la sacristía, después de una buena platica sobre el asunto que me tenía en el pueblo y la manera que me dijo que sería imposible vender la propiedad le pregunte por la paenitentialis, el sacerdote dejo su semblante alegre y se puso más serio, -¿Cómo sabes de ella?
Me pregunto, le mencione lo que había pasado con mi jefe el sacerdote solo movió la cabeza como si se lamentara de algo y luego dijo –mi condición no me limita solo a creer en dios todopoderoso y en el maligno, hay cosas que no sé ¿dónde pueden entrar?, yo estoy en este pueblo desde hace una década y creo que solo mi alma podrá abandonar este lugar
Luego el sacerdote tomó agua o alguna otra cosa para calmarse, luego prosiguió poenitentialis es una palabra en latín que quiere decir la penitente, en este pueblo se le llama así al espíritu de una mujer condenada por el santo oficio por el delito de brujería.
Según cuentan ella era curandera y lo hacía de la manera que se hacía antes de la conquista, eran enseñanzas que se transmitía de boca en boca por generaciones pero la iglesia de aquel tiempo no lo vio con buenos ojos esta práctica así que fue juzgada y torturada enfrente de esta iglesia y de todo el pueblo.
Se dice que le destrozaron las piernas en el interrogatorio, ella solo pedía misericordia pero los inquisidores no eran el tipo de gente que entendía eso, después de todo el tormento que vivió la desgraciada mujer y en un acto de infinita maldad de parte de la inquisición se le permitió a la mujer dejar el pueblo por sus propios medios, se dice que ella ya no pudo caminar y cayó del estrado en el que se encontraba y con un crucifijo intentó levantarse.
Finalmente no caminó y con las pocas fuerzas que tenía empezó a arrastrarse pidiendo ayuda al pueblo, además por miedo a los inquisidores no ayudaron a la mujer en cambio ellos mismos terminaron con su dolor, apedrearon a la mujer hasta la muerte, su suplicio terminó al atardecer, ese día todo el pueblo se pintó de rojo.
Sollozo lamento
Ese día empezó la debacle del pueblo, los primeros fueron los inquisidores que murieron en un accidente al salir del pueblo, y en los días posteriores cada habitante perdió algo muy preciado o perdía todo lo que tenía; murieron gente de todas las edades de forma inexplicable, el ganado se perdía o moría, las cosechas se marchitaban entre otras cosas, cada persona que intentaba alejarse del pueblo moría tiempo después, todos ellos tuvieron una larga agonía antes de entregar su alma al creador, sólo unos pocos se salvaron y lograron irse del pueblo, esos afortunados no estuvieron presentes en el linchamiento.
Pasaron los años y nueva gente llegó al pueblo parecía que se había olvidado del incidente pero ella les hizo ver que seguía aquí, cada vez que cae la tarde y el pueblo se pinta de rojo ella vuelve y recorre el pueblo, si alguien se llega a cruzar en su camino y ella se da cuenta su venganza llegara a esa persona por no ayudarla en ese momento.
-Padre ¿está seguro de eso?- dije, por desgracia si es cierto cada palabra, si te la encuentras y te vas del pueblo perderás todo, primero lo más preciado que tengas y cada vez más hasta que no tengas nada y tengas deseos de dejar esta vida, eso es lo único que no perderás, ella te hará sufrir igual que como sufrió antes de morir. -¿Hay alguna forma de evitarlo?- Solo una, te debes quedar en el pueblo y no volver a salir así como ella no pudo salir tu tampoco.
Me despedí del sacerdote y salí del pueblo a toda prisa hasta regresar a León para advertirle a mi jefe, llegue a su casa en la madrugada y me extraño ver la puerta de su casa abierta, cuando entre vi a mi jefe en el sillón de la sala, le pregunté ¿Qué le pasaba?
El me contestó que su esposa acababa de fallecer, lo acompañe esa noche y los días siguientes después del sepelio y cada día empeoraba la situación, el bufete que en ese momento tenía un poco más de veinte empleados poco a poco empezó a decaer; los empleados empezaron a renunciar hasta que solo quedamos unos pocos de confianza, cuando esto parecía no poder empeorar más llegaron noticias de España de uno de los hijos de mi jefe donde notificaron su fallecimiento de él y su familia, no creí que fuera el momento propicio para decirle lo que estaba pasando.
Clamor al vació
Empecé a revisar el panorama y se me ocurrió algo que tal vez pusiera algo de calma a esta situación, convencí a mi jefe de comprar la propiedad de la señora Esperanza; al menos así se detendría la maldición a los demás familiares, él se mudó al mes a esa casa y me encargue del despacho y demás asuntos, intentando mantener todo alejado de la maldición con lo que ganaba le ayude a mi jefe a reparar la casa para ser más amigable esta carga.
Por varios meses la situación se normalizo desde el pueblo mi jefe revisaba varios asuntos del trabajo, por mi cuenta revisaba que nada malo pasara y tal como dijo el sacerdote la poenitentialis no toco al resto de la familia; la falta de luz eléctrica o alguna comodidad no fueron impedimento para que se llevara una vida tranquila.
Los siguientes dos años pasaron en relativa calma hasta que mi jefe tuvo una neumonía que lo dejo cerca de la tumba, así que decidió redactar su testamento, cada una de las propiedades fueron repartidas entre los tres hijos que le quedaban, la propiedad en la que nos encontramos me la dejo a mí por las atenciones que le brinde en los últimos meses, el bufete se quedaría a cargo de la firma, no me gustó mucho que hiciera eso, para mi significaba que él perdió el interés de vivir
Pueblo y oscuridad
Al año siguiente murió en este mismo cuarto en el que nos encontramos, llame a sus familiares y preparamos el cortejo, fue enterrado en León junto a su esposa; en los días posteriores se hizo la entrega de los bienes como fue estipulado, nadie puso objeción por la parte que me toco, el resto del año labore en el bufete y me retire de León puse mi propio despacho que no me iba tan mal y empecé a reparar esta casa por si llegaba a ocupar mientras la utilice para criar animales para comercializarlos después y tener una entrada extra contrate a dos personas para esa tarea que al mes se fueron sin explicación, luego me enteré que habían traído varias cervezas y en su borrachera se toparon con la poenitentialis, ya no logre detenerlos y hasta la fecha desconozco su paradero y que les pasó.
Por último contrate a una persona que me ayudara a llevar la casa en especial que fuera del pueblo, seguí intercalando las actividades del despacho con las de la cría de animales por mi cuenta y con eso me he mantenido todo este tiempo.
Como veras esta es la historia que me llevo a este lugar y la razón que te mande llamar es para tener todo en orden y que si te puedes hacer cargo del despacho ya que no volveré a él y la razón es muy sencilla ¡la vi! y pude ver la desesperación que tiene este pueblo la mayor amargura que puede sufrir el ser humano te lo transmite.
Maldición, gemidos y frío
Te contare como fue; una tarde de febrero salí para hablar con el sacerdote y no me di cuenta de la hora, la tarde caía e intente cortar camino por la parte de atrás de la iglesia pero no me percate que ese día el pueblo se pintó de rojo, cuando cruce el terreno que estaba detrás escuche unos ruidos extraños cuando gire vi algo que se acercaba una figura, era una mujer arrastrándose con la ayuda de una mano en la otra tenia abrazado un enorme crucifijo; no podía mover las piernas también vi que traía puesto lo que le llamaban Sambenito, ella me miró y comenzó a gritar ¡Ayudadme! ¡Ayudadme!
Después comenzó a llorar y continuó su paso, después de todo lo que ha pasado en este tiempo en vez de huir como todos decidí acercarme a ella y la tome de una de sus manos y con un gran asombro logre alzar, vi en su rostro destrozado por las torturas a las que fue sometida unas lágrimas que comenzaron a salir de sus ojos, el lamento que antes pronunciaba cambio a una voz pequeña y dulce que decía ¡gracias¡ la ayude lo mejor que pude hasta la entrada del pueblo un nuevo gracias volvió a pronunciar y se desvaneció en el viento; no sé si fue coincidencia pero las casa ya no se veían de color rojo.
Nadie me había visto, esos días regrese a León y vi que no me pasaba nada malo como a los otros sino todo lo contrario; mi despacho y el negocio iban bien o mejor dicho bastante bien.
Cada día mejoraba la clientela y tuve que contratar a gente para administrar ambos giros, no sé si la maldición se terminó para el pueblo o solo para mí ya que no volví a ver el pueblo de color rojo, mi nueva clientela me hizo desplazarse a varias partes del estado llegando a un pueblo que no recuerdo su nombre en este momento y me quedé varios días arreglando un litigio, platicando con los ancianos de ahí me enteré que ese pueblo fue fundado por las personas que huyeron después que la inquisición la enjuicio le pregunté a la comadrona del pueblo mujer de edad avanzada y de pensamiento lúcido sobre las leyendas y salió la poenitentialis en la plática lo cual me dio curiosidad y ella amablemente me contó la otra parte de la historia.
Mujer culta y médico
“Ella era una mujer muy linda descendiente de un soldado español y una noble mexica, se le enseño herbolaria y otras artes que se transmitían de boca en boca, desde pequeña se le inculco la creencia al dios cristiano pero también a los antiguos dioses de sus antepasados; ella era buena ya que se desplazaba por la región ayudando a las personas más necesitadas, en varias partes la sacaban del lugar por considerarla una bruja, ella tenía un dicho que decía cuando salía de un pueblo y se dirigía a otro.
Tuvo la desgracia de toparse con los inquisidores que la enjuicio por envidia de la gente, cuando murió su alma quedó en ese lugar y se corrompió ahora perjudicaba a la gente en lugar de ayudarla y si ella no pudo salir de ese lugar ellos tampoco, aún se desconoce si aún quede algo de bondad en esa alma que tenía en vida”
¡Aún le queda bondad! Le dije a la señora y le conté lo que había pasado con ella, la señora solo se limitó a sonreír; así empecé a creer que la maldición si se le puede decir así es diferente para cada persona a unos les quita todo lo que tiene y lo que ama a otros todo lo contrario le ayuda a conservar lo que tiene y le da más.
Sollozando al viento
Por último tome la decisión de quedarme en este pueblo y ayudarlo como pueda ya que la poenitentialis me está ayudando en mi vida me parece bien que regresar algo a este pueblo que le dio la espalda hace tanto tiempo.
El 03 de Septiembre de 1988 hice un lamento ya que era tarde. Después de la narración que me dio Raúl me quede pensando, que todo lo que me había contado era mentira pero por lo tanto pude ver que aunque estábamos en un pequeño cuarto en un pueblo alejado él parecía estar en una buena situación económica.
Con un lamento me quede en su casa el 10 de Septiembre de 1988 ,el resto de la semana legalizando todo, y en las pocas tardes que salí vi que todo lo que me contó Raúl era cierto respecto al miedo que tienen las personas al caer la tarde, para ser sincero mejor regresaba antes del atardecer.
Una tarde entre a la cantina del lugar y entable una amena conversación con algunos de los presentes y me pude enterar que varios tenían más de 20 años sin poder salir del pueblo y todo por culpa de la maldición, me invitaron a quedarme en cualquier lugar hasta el amanecer por lo peligroso que es salir al atardecer, les di las gracias por su amable invitación y les comente que ya me alojaba con un amigo.
Pague lo que consumí y me fui directo a la casa de Raúl y pude ver que el sol se empezaba a ocultar y el adobe de las casas se ponía de un color rojo; me apresure a llegar y vi a Raúl en la puerta tomando una taza de café ¡veo que tienes prisa en llegar! exclamó, yo solo le respondí que si con la cabeza y me invitó a entrar, me serví una taza de café y tenía la curiosidad de ver lo que pasaba en la calle, Raúl cerró las cortinas y me dijo que no me acercara a la ventana cuando oyera algo.
Después de comer algo de pan con el café le hice una pregunta a Raúl que nunca mencionó en su relato de días pasados ¿Cuál era la frase que decía la paenitentialis al salir de un pueblo?
Raúl se sirvió un poco más de café y me respondió ella decía:
“En este lugar he dejado mi alma para ayudar a la gente que es más importante que cualquier pago, pero también dejo mi odio hacia los que no ven bien lo que hago, a ellos se le negara la ayuda tanto divina como terrenal así será hasta que su vida sea una pesada carga que solo la muerte misma la podrá aliviar”.
Seguí tomando mi café cuando me pareció oír algo arrastrándose fuera de la casa y un leve lamento que parecía decir ¡ayúdenme!