La depresión es más que un simple periodo de tristeza o melancolía, de pereza o desánimo. La depresión es un asunto que debe ser atendido por un profesional (psiquiatra). No basta con un «échale ganas» y un fuerte abrazo, por más sincero y amoroso que éste sea.
La depresión no discrimina. No distingue nivel social ni económico, no hace diferencia por el color de la piel, del cabello, de los ojos o por el partido político, ni por nacionalidad o religión. La depresión puede llegar en cualquier edad y atacar a cualquier persona. La depresión es una realidad y requiere atención real.
Lamentablemente, hay culturas o círculos sociales en donde nos topamos con numerosas barreras para atender adecuadamente la depresión, así como cualquier problema de salud mental. Además de la aceptación de que la depresión es un problema real de salud que debe ser correctamente diagnosticado y tratado, las diferencias socio económicas y coberturas de salud crean un abismo entre la enfermedad y su tratamiento.
Sentir tristeza es normal, tener depresión clínica no.
Alguna vez, por diferentes motivos tales como alguna pérdida personal o laboral, circunstancias adversas muchas veces fuera de nuestro control, etcétera, hemos sentido una profunda tristeza. Esto es normal, es parte de la vida misma. Pero si esta tristeza o actitud depresiva continúa más allá de un par de semanas, debe buscarse ayuda profesional.
Hablar de depresión clínica es hablar de una tristeza constante, una melancolía permanente. No es una angustia momentánea. Es sentirse sin esperanza, es querer darse por vencido. La depresión clínica es perder el placer por la vida diaria, acarreando conflictos, desinterés y tensión laboral, social y familiar. Daña y agrava condiciones de salud y puede incluso llevar al suicidio.
El silencio puede ser un grito de auxilio.
Una persona deprimida puede no tener fuerzas ni deseos para pedir ayuda. A veces será necesario tener la destreza suficiente para identificar los síntomas y medir el tiempo prudente para solicitar ayuda médica.
Abraza a la persona que está pasando un episodio de tristeza, acompaña en su atención a la que sufre depresión, conoce y respeta a las personas de tu entorno… Aprende a escuchar lo que grita su corazón.