Vivir es lo más raro de este mundo, pues la mayor parte
Oscar Wilde
de los hombres no hacemos otra cosa que existir.”
¡Necesitamos un buen pretexto para poder hacer algo de nuestra vida!
Algo que nos ayude a evadir e ignorar con más determinación y maestría nuestra propia vida; para someterla y que termine pronto. Porque no tenemos tiempo, ni dinero; tal y como siempre lo estamos diciendo y viviendo, al ignorar nuestra naturaleza psico-biológica, social y espiritual, pero eso sí, que pase de un modo somnoliento o en estado de estupor. Para que no nos duela o perturbe, y se evapore esta vida, entre los rituales, rutinas, miedos, enfermedades, hábitos absurdos o tantas cosas a las que día a día nos van sometiendo, llámese fronteras de religiones, políticas, patrióticas, de estatus o niveles económicos, diplomáticas, razas o etnias y tanto más. Todo esto, para no darnos cuenta de lo especial y excepcional que es el vivir con todo y sus altibajos.
El hombre en su afán de controlar, para hacer dependiente o esclavo al mismo hombre; creó la riqueza, el poder, la tecnología, el éxito o fama, pero sobretodo el miedo. Presentado como moda, estatus, vicios, delincuencia organizada o multinacionales, incluso la política, que le sirven como marionetas para la economía y para poder promover el terror y sumisión de los humanos. La vida se mide de un modo perverso y esclavizante. El tiempo, que, sin darnos cuenta, se va de nuestra vida, peor que el agua de nuestras manos. Mientras pasamos rolando turnos en empresas o tiendas de autoservicio que abren las 24 horas o buscando sueños absurdos, controlados por la tecnología o modas, que rige y dan la pauta, o la respuesta de todo y para todo. Siempre distraídos por los logros o tragedias de unos pocos. Si fuéramos sabios o al menos conscientes, nos daríamos cuenta que, son demasiado pocos los que gozan de esos privilegios o de la riqueza.
¡Duele, este mundo y vida! Donde estamos más preocupados e imitando a los demás por sus logros lícitos o ilícitos, donde cada vez es menos la diferencia entre uno y otro, por medio de la corrupción, del morbo y de la tragedia, que les sucede a los de la farándula o los criminales, también, siempre distraídos por nosotros mismos y las desgracias que les pasan a los insignificantes como nosotros esto en las redes sociales, mientras los que sólo miramos y no somos protagonistas de un lado u otro, pero por absurdo que parezca, somos quien alimenta a estas ratas o cerdos, a esos criminales y sádicos asesinos de sueños, ilusiones o cuerpos. Cediendo nuestra propia carne.
El mundo se alimenta de nosotros, de nuestra vida, de nuestros proyector y anhelos, donde los rigen los dueños del tiempo, del dinero y sus sueños absurdos, que nacen de nuestra entraña y hacen de nosotros un sacrificio para sus logros; a modo de ritual divino, para su dios el dinero. Mientras nosotros, los demás, el mundo entero, porque ellos, son muy pocos, nosotros somos siempre la ofrenda, que cada vez se ensañan más y es mayor su sadismo y perversión. Esto ahora, en nuestro tiempo, visto con tanta normalidad, porque ya es normal tantas aberraciones, patologías y enfermedades mentales, todo por dinero.
La vida es aquello que te va sucediendo mientras
John Lennon
estás ocupado haciendo otros planes.»