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Las primas

— Él ya está enterado.

— Bueno no del todo

— ¿Cómo? ¿Sabe o no?

— El martes que lo llevé al aeropuerto, le dije que tenía un retraso.

— Y qué, ¿no le has llamado para darle la noticia de que va a ser papá?

— No, por eso tengo algo importante que comunicarte, aparte de lo que ya te dije y te pedí vernos aquí, en la Taza Blanca….

— Por favor, aquí vienes a leer no a decirme que voy a ser tía, bueno y madrina, porque eso ya está comprometido ¿verdad queridísima prima?

— ¡Ay Mercedes!, estoy súper confundida y tengo un terrible choque de sentimientos, de plano mi cabeza está por explotar debido a las miles de ideas, que en uno o en otro sentido cruzan para  estar segura de tomar la decisión correcta y…

— ¿Qué quieres decir?, explícate, no es lo que estoy pensando ¿verdad?

— Sí, creo que si es lo que estás pensando, estoy confundida y la verdad no sé que decisión tomar

— La única que tienes es cumplir con la responsabilidad que tú, al haberte embarazado, contrajiste, no eres una niña y Emiliano tampoco como para haberse cuidado si no deseaban embarazo, además ustedes se aman, tú me lo has dicho, para mí no tienes que pensar nada, deberíamos estar festejando.

— Mercedes, no entiendes, estoy por terminar la universidad, ya tengo mi beca para la maestría en Milán, sabes el trabajo que me costó y no es que no desee un hijo y además, como tú dices, del hombre que amo, pero entiende ¡no es el momento!

– ¡No, entiende tú!, todo eso es válido antes de estar embarazada, no en este momento. Tu no tienes alternativas, la única, y más importante, es cuidar la vida que llevas en tu vientre.

— Sí. -Dos capuchinos grandes y dos vasos de agua, con un poco de hielo.-  Meche, estoy llena de miedo, tú eres la primera persona que le cuento y jamás pensé que fueras tan radical, haz de cuenta que estoy escuchando a mí mamá.

— Claro, mí tía y mi mamá piensan como yo, lo raro aquí es que tú tengas dudas.

— Bueno, es que hay muchos ejemplos de quienes han hecho las cosas así y  acaban siendo toda la vida amas de casa amargadas, para empezar nuestras mamás, que toda la vida se la han pasado quejándose de lo que no hicieron por culpa de los hijos, tu madre siempre quizo ser bailarina y mi madre dejó a la mitad su carrera de psicóloga y ve, no han sido felices.

— Todos nos quejamos; y ellas, en su momento, eligieron sacrificarse por ser madres, si lo quieres llamar así, pero tú lo que quieres hacer es sacrificar la vida de un ser para ser feliz.

— Me aterra verlo de esa manera, pero también me aterra verme en unos años como mi mamá, no sé que hacer y te cité aquí por que una vez que vine sola, leí un libro sobre eso.

— Sobre qué, donde y cómo abortar.

— No, no habla sobre la difícil situación que es estar como me encuentro en este momento, con miles de planes y algo que no tenías planeado cambia todo y el resto de tu vida cambiará dependiendo de la decisión que tomes, no recuerdo el título del libro pero viendo la portada lo reconoceré deja echar un vistazo.

— Como quieras, pero a mí ningún libro me hará cambiar de opinión.

— Yo sé, pero exactamente habla de dos chicas que están en mi situación y una decide tener al bebé y la otra dar fin a su embarazo y claro ambas se arrepienten.

— Espera, ni lo busques , yo estoy segura de que lo que nunca vas olvidar es lo que hiciste, si decides no tenerlo, cada vez que veas a un bebé y después a cada niño o niña vas a recordar y arrepentirte.

— ¿De verdad crees que no he pensado en eso?, y en lo hermoso que debe ser ser madre y por otra parte no sabes el miedo que tengo de abortar, sólo de pensar que una mala operación me deje estéril, no Mercedes es eso y mil cosas más, pero por otro lado se que lo que más quería antes de estar así era mi carrera, poder ser independiente y realizarme y luego entonces ser una madre, pero una madre feliz y que mi hijo jamás viera a su madre como una mujer abnegada, con el único propósito de vida de mantener una familia unida o de dar a la sociedad esa apariencia y las dos sabemos de eso Mercedes, las dos.

— Sí, se que no tenemos las familias perfectas, pero lo mucho o poco se debe a eso, al alto compromiso que tuvieron nuestras madres para sacarnos adelante.

— ¡Un alto compromiso!… llámalo por su nombre… sacrificio ¡un alto sacrificio! y eso no quiero ser para mi hijo, quiero ser una mujer plena que el sepa que su madre es feliz, no como nosotras, o al menos yo, que siento el enorme peso de ver a mi madre con esa enorme resignación que se le nota a kilómetros, porque ha vivido siempre para los demás, por lo que me corresponde como hija, porque de su vida personal con papá mejor ni hablo, porque no es mi asunto, pero ¿cómo  puedes hacer feliz a tu pareja, si nunca te diste la oportunidad de ser feliz tú?, se  que se casaron jóvenes y por decisión propia, pero sabes que así las educaron sin más opciones que casarse, a esa edades te ciega cualquier destello de amor, pero hoy es diferente tenemos más oportunidades, no sólo casarnos y ser madres.

–Te repito, todo eso es válido antes de estar en el estado que estás, con toda la información que se tiene ¿cómo te dejaste embarazar pensando como piensas?

— ¡Ay querida prima! eso es como la clásica pregunta; cuando dices: perdí mi celular y te preguntan ¿dónde? A ver,… te cuento… estaba en exámenes finales, estoy preparando mi tesis y trabajo haciendo traducciones, casi fin de mes, sabes que no te tomaste la pinche pastilla y te cae de sorpresa tu novio, que se supone no lo verías hasta mediados del otro mes, motivo por el cual  pensaste, «no tiene caso tomarme la mugre píldora» y claro ¡sorpresa! abrazo, besos y para que te cuento lo demás…

— Para eso están los condones.

— ¡Meche, por dios! él no traía, porque sabe que tomo los anticonceptivos, y claro no era el momento para decirle que no me los había tomado, además dije estamos a veintisiete y me baja el treinta o el primero, no pasa nada.

— ¿Y la píldora del día después?

— No, como te digo, pensé en el ritmo y era poco probable que quedara embarazada.

— ¡Ay prima! ¿cuánto tienes de retraso? y ¿segura salió positiva la prueba? porque esas pruebas no son cien por ciento seguras.

— Sí, estoy segura que salió positiva y estamos hoy a día veinticuatro, los primeros días dije, seguro es el estrés, porque ya me ha pasado antes, que cuando estoy presionada tengo algunos días de retraso.

— Tienes que decírselo a Emiliano.

— Sí, lo sé, pero hasta que yo sepa lo que realmente quiero.

— Pero esa decisión es de ambos.

— Eso pensé y luego supuse que me dice -no es el momento de tener un hijo, tengo planes; y eso es lo que siento que me va a decir, porque siempre estaba preocupado de que me estuviera cuidando, es más, ese día me preguntó si me había tomado las pastillas y para no entrar más en detalles le dije que sí, ahora le salgo con esto y va a pensar que lo hice a propósito para atraparlo o qué sé yo. Tengo que estar segura de lo que quiero antes de sentarme a hablar con él

y la decisión final, querida prima, la tiene la mujer.  ¡Ay! no veo por ningún lado el pinche libro.

— Ya te dije, olvida lo del libro, ahora empiezo a comprender un poco lo complicado de tu problema, basta con ver como dices en nuestra familia, yo por ejemplo nunca he entendido cómo mi madre ha soportado todos los engaños e incluso todas  las infidelidades de mi padre y sólo por aparentar.

— Son otros tiempos querida Meche, quizá pecamos de egoísmo pero hoy hay que pensar bien lo que queremos en la vida, para no cometer los mismos errores que nuestros padres y romper patrones.

— Sí, entiendo perfectamente, pero hay cosas que no cambian y debemos respetar.

— Ése es el problema, sé lo que procede, pero sé también que quería o más bien quiero continuar con mis planes.

— Debe haber una solución para conseguir ambas cosas.

–Estoy dispuesta a sacrificar algo, si no hay de otra, pero estoy llena de dudas, pienso que Emiliano no va apoyarme en nada y entonces me veo como madre soltera y llevando a mi hijo de guardería en guardería o también he pensado que me apoya con todo y entonces la boda y después eso de fueron muy felices… ya hasta en los cuentos pasó de moda, debo decidir, desgraciadamente por lo que quiero hacer y no por lo que debo sólo así podré ser feliz y compartir con gusto con todos aquellos que estén a mí lado, principalmente mi pareja y los hijos que decidamos tener pero con la objetividad de toda la responsabilidad que conlleva ser padres.

— No se que decirte, lo único es que la mayoría de las veces sufrimos más por lo que imaginamos que por lo que pasa realmente.

— Lo sé, pero ¿cómo tomas una decisión tan importante? si no es imaginando ¿qué pasaría si tomas tal o cuál solución? Yo no puedo ser tan radical como tú, sino todo lo contrario todo cuestiono y tal vez ambas formas de ser están mal.

— Yo soy radical cuando digo lo que se debe de hacer, siempre y cuando no sea yo la afectada, porque me puse en tus zapatos y no se en realidad lo que haría, me es fácil decirte todo lo que te he dicho por que no soy yo, la que por hacer lo que según ciertos principios que nos han inculcado debe de hacerse, y al hacerlo deje de realizarme, es fácil ser radical al fin no soy yo quien va a sufrir las consecuencias.

— Gracias por verlo de esa manera, gracias por escucharme y sobretodo por ponerte en mi lugar y entender mi problema.

— Yo recuerdo muy bien, cuando hace ya algunos años, te pedí un consejo referente a lo que sentía hacia mi padre y éstas fueron tus palabras: «si tu madre lo permite y además lo acepta como es, tú que pito tocas en este lío, a la que le fue infiel fue a ella no a ti, ahora, si lo que sientes como hija te lastima perdónalo eso te lo digo sinceramente porque es tu padre, porque tal vez si fuera el mío yo no lo perdonaba».

— ¿Cómo puedes recordar eso? fue hace mucho, éramos niñas.

— Lo recuerdo perfectamente y cada palabra porque no lo he superado, no amo a mi padre y no sólo eso, odio a los hombres, no los soporto.

— No digas eso prima.

— En verdad siento que todos son iguales; machos, infieles, que sólo piensan con el pene y los detesto, pero no te confundas no soy lesbiana, no me atraen las mujeres no sé que hacer de mi vida, me atrevo a decirte que quiero ser madre sobre todas las cosas y tú tienes dudas, así es la vida.

— Pero un hijo te cambiaría, te haría mejor persona, no puedes vivir con tanto resentimiento y educar sin amor, a tu madre no le perdonas su falta de carácter, a los hombres los detestas las mujeres no te atraen, ése es un mundo vacío y eso quieres trasmitirle a tu hijo, prima en verdad no jodas.

— Tienes razón, soy una mierda, una radical, enferma, resentida con todo.

— Ahora soy yo la que me pongo en tus zapatos y no se por dónde empezar, mi sueño es ser madre y me imagino que sería de probeta y luego qué… mi hijo no sabría quien es su padre, sus abuelos maternos son cero a la izquierda y su progenitora… que se describe enferma, resentida con todo sería su guía y única compañía.

— No sigas, ya entendí soy una egoísta, soberbia y estúpida.

— Prima, las dos lo somos, el libro que debemos leer debe hablar de fe, de humildad, de saber perdonar, con eso resolveremos cualquier problema, el camino no es fácil pero seré, realizada o no, la madre más amorosa del planeta y mi hijo será el motor para salir adelante, un hijo es una bendición y no un estorbo.  Lo lograré, voy a tener las dos cosas y confío que mi alegría contagiará a Emiliano y lucháremos unidos por una familia, y querida Mercedes serás la mejor madrina del universo, y aprenderás que el amor cubre todos los defectos, y amarás cuando aprendas a perdonar.

— Prometo leer todo lo necesario para aprender a ser mejor persona y a perdonar, mi hijo estará orgulloso de su padres.

— ¡Señorita, la cuenta y cóbrese estos dos libros!

AMAR ES UN DON QUE DIOS NOS COMPARTIÓ.

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