Hace unos días, mientras limpiaba mis plantas y organizaba las macetas de mi terraza, pude cortar unos hermosos y rojos jitomates que usé más tarde en la ensalada del medio día. Aunque no fueron los primeros frutos de mi improvisado y mágico huerto personal, está vez fue especial, pues me di el tiempo para observarlos, reflexionar y sentirme agradecida y maravillada por las bondades de la vida. Quizá puedas pensar que estaba de ociosa, y sí ¡Bendita ociosidad! Un viejo amigo de mi madre decía que: “el mejor tiempo ganado era el tiempo perdido”… Y esto aplica perfecto en momentos así. Fueron varios minutos en que sin prisas ni presiones pude sentarme a pensar en lo que representa un pedacito de jitomate, unas cuantas semillas, un poco de vida que encierra un gran potencial.
A la tierra o al bote de basura
Unas semanas atrás, mientras preparaba la comida, sobre la tabla de picar quedaron algunas semillas del jitomate que acababa de cortar para mi platillo.
Justo cuando estaba a punto de tirarlas al bote de la basura, como generalmente se hace, sin razón especial, tuve el impulso de tirarlas pero no a la basura, sino a la tierra de una de las macetas de mi mágica terraza.
La llamo “mi mágica terraza” porque es el espacio que más disfruto cada mañana para tomar mi café, pensar, planear y soñar. Mi terraza es un espacio que me da el ambiente perfecto para visualizar y fantasear. Es un lugar en donde mi mente puede transportarse a cualquier lugar, sin límites, sin dudas y sin miedos… El lugar perfecto para activar mi potencial.
Pues después de arrojar las semillas de jitomate a la maceta, regresé a mi labor en la cocina. No me ocupé de ponerles tierra encima, mucho menos abonarlas o seguir algún ritual. Simplemente las dejé caer sobre la tierra y no me volví a ocupar de ellas.
Algunas semanas después, mientras regaba las macetas, vi que brotaban plantitas nuevas… ¡Las semillas de jitomate estaban vivas! No necesitaron nada más que una oportunidad para germinar.
El decidir arrojarlas a la tierra de la maceta en vez de al bote de basura, fue lo que marcó toda la diferencia… Ahora, unas semanas después, puedo cosechar hermosos y rojos jitomates que, a su vez, me dan más y más semillas.
Tus dones y talentos son tus semillas
Tú tienes en tu interior muchas semillas con un poderoso potencial de vida. Piensa en tus capacidades, aún en las más pequeñas y sencillas, y no las veas como simples semillitas, date cuenta de los frutos que de ellas puedes cosechar.
Ahora decide a dónde depositar tus talentos: en la tierra de tu mágica terraza o en el bote de la basura…
Tú decides si vas a dejar que mueran y se pierdan o si les vas a dar la oportunidad de germinar.