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Maximino Salazar, en el último tercio de los setentas del anterior siglo, estaba cursando el segundo año de bachilleres. Presiona su memoria y recuerda a uno de sus mejores profesores, Agustín Gallardo Arana, que impartía la materia de Literatura Mexicana, entre otras. Tenía pocos años de residencia en el pueblo y de haber egresado de la carrera de Filosofía y Letras de la Universidad Veracruzana.

El talentoso profesor Gallardo, originario de Cosamaloapan, ciudad situada en la cuenca del Río Papaloapan, en el oriental Estado de Veracruz, fue un educador dedicado y comprometido, además de persistente en el objetivo de fomentar en los estudiantes el hábito de la lectura. Maximino, recuerda con claridad, que en la primera lista de libros obligatorios, estaba «Los de Abajo» de Mariano Azuela González, obra inscrita en el género de novela de la Revolución Mexicana.

En una rápida vuelta al pasado, Maximino, apunta la sorpresa que le causó la narrativa del escritor mexicano, médico de profesión. Por otro lado, el contenido de la novela, que atrapó su atención hasta el final, se ubica en el contexto de la revolución. Azuela González, presenta sucesos, pasajes y ambientes de la primera revolución del siglo XX en el mundo, vista y vivida a través de personajes creados, aunque alguno coincidió con la realidad. Pero todos elegidos con la intención de ofrecer una perspectiva personal y social de la lucha armada.

Se percibe en la historia, el drama que siempre acompaña a los personajes en sus andanzas personales y bélicas. Por supuesto, resalta la figura de Demetrio Macías, un campesino pobre, dueño de una pequeña parcela, que debe huir del pueblo y dejar a su familia, por una injusta acusación del cacique local. Las fuerzas federales inician la persecución y el futuro caudillo busca un eventual refugio.

En esa travesía, el revolucionario Macías, va sumando adeptos de la masa de inconformes, sobrevivientes de las comunidades rurales mexicanas en el comienzo del siglo XX, en un país de profunda desigualdad y descomunal atraso, gobernado por el usurpador Victoriano Huerta. Al final, el mismo caudillo, termina decepcionado y sin saber con certeza cuáles son las verdaderas razones de su incorporación a la guerra.

Por otra parte, Luis Cervantes, uno de los personajes secundarios relevantes, es un ciudadano de la clase media, médico y periodista, que se une a la lucha al lado del caudillo, al principio convencido de los motivos e ideales del movimiento armado, Posteriormente, presa del desencanto, aunado a sus propios cuestionamientos sobre el rumbo y final de la revolución, decide retirarse y después abandonar el País. Otros personajes que participan en la historia son, la esposa de Demetrio Macías, Camila, el cacique, La Pintada, La Codorniz, Manteca, Venancio y Montañés.

La obra «Los de Abajo», en su primera edición, fue publicada originalmente en 1915. Sin embargo, la de 1920 alcanzó mayor divulgación, reconociéndose como la precursora de la novela de la revolución mexicana. Después vendrían otros títulos y autores con la misma temática.

A unos cuantos días de cumplirse ciento trece años del inicio de la Revolución Mexicana, Maximino Salazar, con un pensamiento crítico, anota su conclusión. Sin aspirar a coincidir o diferir con otra visiones sobre el acontecimiento histórico, la revolución, después de finalizada la etapa del caudillismo y conseguido la pacificación, arrojó cambios y avances sustanciales en materia social, económica y política. Surgió una facción que integró y dio cohesión a los grupos dispersos y en conflicto, creando un partido político, que con el tiempo se convirtió en longevo y hegemónico.

Ese grupo en el poder, capitalizó en su beneficio el valor ideológico y social del movimiento, dirigió el proceso de transformación, detonado a partir de la revolución. Pero después de conseguido el empoderamiento, apostó por la permanencia eterna, y en el largo camino que recorrió fue causando estragos colosales. Por un lado, la corrupción que escaló sin control a niveles ofensivos, carcomiendo a su paso las estructuras públicas, privadas y sociales. Y por otro, los rezagos en el bienestar comunitario, que fueron creciendo y agravándose. Estos factores y otros, socavaron la confianza ciudadana y ocasionaron la descomposición de la sociedad. El hartazgo empujó el cambio.

Con esto, podemos suponer el fin de ese proceso de transformación, digamos revolucionario, o que simplemente se agotó. Ahora México, podría escucharse romántico, está viviendo otro momento histórico, pero es parte de la evolución, es decir, se encuentra en una nueva etapa de transición.

Hasta la próxima.

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