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Desfilan por mi memoria infinidad de escenas de Chespirito mientras organizo la información que recopilé para este artículo. Y también resuena una cascada de risas al recordar aquellas noches de mi infancia en el Canal 5 XHGC.

Roberto Gómez Bolaños, quien nació el 21 de febrero de 1929 en Ciudad de México, es recordado por sus interpretaciones como El Chavo del Ocho, El Chapulín Colorado, El Chómpiras, entre otros, pero casi nadie lo recuerda —porque muy pocos lo saben— como autor de un poemario.

Un comediante que escribe poesía no es algo que suceda cada día —y disculpen la rima, fue sin querer queriendo—, por ello, he querido ahondar en dicho tema, así que les comparto fragmentos de este poema (otra rima, ya entrados en gastos).

Florinda

Florinda Meza García,

un nombre, es evidente,

que rima perfectamente

con la palabra poesía.

[…]

Por si no fuera bastante

está la palabra “linda”

para rimar con “Florinda”

en perfecta consonante.

[…]

resulta obvio que “Meza”

a más de ser apellido,

es palabra que ha servido

para rimar con “belleza”.

[…]

El poemario de Gómez Bolaños se titula …y también poemas (sí, con puntos suspensivos al principio).  Fue publicado por el sello Punto de Lectura en el año 2003. Consta de 147 páginas.

El gordo y el flaco

Con su atuendo de batalla,

corbata, bombín y saco,

llegan el Gordo y el Flaco,

dando brillo a la pantalla.

[…]

La risa

Hay en el mundo un sonido

que por sí solo podría

conformar la melodía

más grata para el oído.

[…]

Por supuesto me refiero

a la risa de la gente.

La tosca risa del viejo,

la suave risa del niño,

la que brota por cariño,

la que estalla sin complejo.

[…]

Desde mi librero, como un centinela, siento que me observa el ejemplar que conseguí en Donceles hace más de un año. Carraspeo y doy un trago de agua, a la vez que los recuerdos, nuevamente, afloran como Florinda y chirrían como Chaparrón. Y mientras abandono las imágenes de mi mente, me concentro para culminar este artículo con un poema íntegro, el cual me parece de contexto incisivo.

Monumento a los héroes

El epitafio decía:

“Aquí yace Don Fulano,

Dignísimo ciudadano

De indiscutible valía”

Y la gente lo leía

Sin saber que el expediente

Del mencionado valiente

Con descaro testifica

Que su mérito radica

En haber matado gente.

Pero lo peor del asunto

Es que al llegar al panteón

Califican al matón

Como honorable difunto.

Por tanto, me pregunto:

¿Cómo ha podido la Historia

Decir que merecen gloria

Semejantes esperpentos,

Erigiendo monumentos

A su estúpida memoria?

Me pregunto por qué Roberto Gómez Bolaños, quien murió el 28 de noviembre de 2014 en Cancún, Quintana Roo, no impulsó su poesía, teniendo en cuenta las relaciones y la popularidad con las que contaba. Tal vez no quiso o no tuvo tiempo o, simplemente, se le “chispotió”.

®Roberto Gómez Bolaños

®Punto de lectura, 2003

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