Es ampliamente conocido que la obesidad es causa de estigma social, sin embargo dicha condición va más allá de la cuestión estética, considerando, dada su magnitud y trascendencia, que este tópico es de suma importancia para ser planteado y difundido por los riesgos para la salud que conlleva, algunos de los cuales serán mencionados a continuación.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) desde el año 1997 reconoció a la obesidad como una enfermedad propiamente dicha y la denominó a partir del año 2004 como la “epidemia del siglo XXI”.
En el origen y desarrollo de la obesidad están involucrados varios factores: genéticos, psicológicos, sociales y metabólicos.
El tema es de interés general, dado que la obesidad, como se ha advertido en repetidas ocasiones, constituye ya un problema de salud pública mundial, afectando a varios países por su alta prevalencia; pero si usted es mexicano, el asunto reviste particular importancia.
México ocupa el segundo lugar en obesidad a nivel mundial y de manera particular, el primer lugar de obesidad infantil.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT 2016), realizada por el Instituto Nacional de Salud Pública, en la población adulta mayor de 20 años de edad, la prevalencia combinada de sobrepeso y obesidad pasó de 71.2% en 2012 a 72.5% en 2016..
Lo anterior significa que 7 de cada 10 adultos tienen un peso no saludable y esta prevalencia es ligeramente mayor en mujeres en quienes la prevalencia combinada fue de 75.6%, es decir: casi 8 de cada 10 mujeres adultas tienen sobrepeso u obesidad.
Por otro lado, el Fondo Internacional de Emergencia de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), afirma que el problema de obesidad en los niños en México ha crecido de forma alarmante tanto que ocupa el primer lugar mundial en obesidad infantil.
En la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2016 (ENSANUT 2016) el panorama de esta epidemia en la población infantil fue desalentador, detectándose en los niños de 5 a 11 años la prevalencia combinada de sobrepeso y obesidad fue de 33.2%, es decir, tres de cada 10 menores padecen estas enfermedades.
En los adolescentes de entre 12 y 19 años de edad la prevalencia combinada de sobrepeso y obesidad se incrementa a 36.3%, existiendo un aumento en el sexo femenino.
¿Sabe que actualmente los especialistas tienen una nueva postura en el diagnóstico de obesidad?
Los especialistas en Endocrinología han propuesto el término de “Enfermedad crónica basada en la adiposidad” para referirse más adecuadamente a ella, considerando su relación con alteraciones secundarias al incremento de grasa corporal como la resistencia a la insulina en los tejidos, procesos inflamatorios y acumulación de grasa en hígado, dando origen al hígado graso, además de las complicaciones arriba citadas.
Este término diagnóstico está apartado del estigma asociado con la obesidad, y define un estado de enfermedad. A partir de éste se pueden promover mejoras más adecuadas en el cuidado del paciente, así como el escrutinio para la detección de enfermedades subyacentes.
Pero, ¿cuáles han sido los factores que han permitido la expansión de esta epidemia de forma tan acelerada en los últimos 20 años? Sin duda son varios, pero especialmente dos: cambios en los hábitos de alimentación y disminución de la práctica del ejercicio físico.
Los hábitos de alimentación han cambiado y ahora hay la tendencia a consumir más a las comidas rápidas, que en general contienen más calorías, más grasas saturadas, más azúcares añadidos y más sal.
Algunas encuestas han demostrado que en la escuela la mayoría de los niños de primaria, durante el recreo prefieren sentarse a platicar y comer en lugar de tener alguna actividad física; estos niños con mucha frecuencia llegan a consumir hasta 1,200 calorías solo en el turno matutino.
¿Qué estrategias serían útiles para revertir la tendencia al incremento de obesidad?
Algunas ya han sido tomadas y deben ser apoyadas: impulsar una educación nutricional en las escuelas; establecer lineamientos con relación a los alimentos que pueden expenderse y prepararse en sus instalaciones, privilegiando la ingesta de agua en lugar de bebidas azucaradas, disminuyendo el tamaño de las porciones y cuidando que los alimentos contengan menor cantidad de calorías, azúcares, sal, grasas saturadas y grasas totales.
A la población general le concierne hacer acto de conciencia y comprometerse modificando el estilo de vida rectificando sus hábitos y heredando a las nuevas generaciones el dominio propio que inicia en casa y porque no decirlo, en la mesa familiar.
Excelente artículo
Me encanta su trabajo
Gracias por compartir