Una Mujer que manejaba las artes oscuras tenía un amigo brujo que podría transformar su cuerpo también, ambos intercambiaban cabezas para no ser reconocidos y así esconder sus fechorías, hasta que un día matan al hechicero y la nahuala se queda viviendo con su cabeza.
Esta misteriosa e increíble historia la envió Pepe Monsiváis a nuestro grupo de Mitos y Leyendas de Monterrey y del Mundo y en ella nos cuenta que:
“Mi abuelita ya falleció, pero antes de hacerlo nos dijo esta historia: ella contaba que en un pueblo había una abuelita que vivía con su hijo y sus nietos, que hacía tortillas todos los días, pero que tenía la costumbre de hacer una tortilla a la cual le ponía saliva y sangre que sacaba de su boca y esa ella sola se la comía ella”.
Decía que: “esa era su rutina, pero de pronto un día ya no quiso salir de su habitación, la cual se encontraba en penumbras y ella tenía un rebozo en la cabeza que le cubría la cara, y al principio su familia la dejaba descansar, hasta que pasó más de una semana y su hijo fue a verla, y ella no quería que abrieran la ventana, pero su hijo la abrió y le quitó el rebozo de un jalón y la sorpresa fue que su madre en su cuerpo era ella, pero tenía la cabeza de un señor”.
Ella de vergüenza se enfermó y murió.
“Cuentan que ella salía todas las noches y en algún punto se encontraba con otro brujo de otro poblado e intercambiaban cabeza, y antes del amanecer se encontraban de nuevo y las intercambiaban, lo hacían para que las fechorías que hicieran no fueran reconocidas, pero una noche el brujo ya no apareció, lo habían matado y ella no pudo recuperar su cabeza”.
“Se cree que ella cuando hacía –el ritual de- la última tortilla, ponía un poco de sangre que traía en la boca de la persona a la que le chupaban la sangre o lo que habían comido, para hacer sus brujerías”.
Así pasó un tiempo hasta que la nahuala de dolor y vergüenza se enfermó y poco a poco se fue apagando hasta que murió.
Esto sucedió en uno de tantos municipios del estado de Oaxaca, México.
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