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La mayoría de nosotros pensamos compulsivamente todo el tiempo, y al pensar, solo por el hecho de pensar, vivimos en un mundo de símbolos o representaciones en relación con la realidad.

Si queremos llegar a sentir al universo, a nuestra inseparabilidad básica con él, necesitamos meditar, y eso requiere que nos callemos, es decir, que nos silenciemos internamente, para que cese el interminable parloteo que se desarrolla dentro de la mente.

Se puede decir que la meditación no tiene una razón. En este sentido, es diferente a todas las cosas que hacemos, excepto, quizás, por la música y el baile, porque cuando hacemos música, no la hacemos para llegar a cierto punto, como el final de la composición. Si ese fuera el propósito de la música, llegar al final de la pieza, entonces los músicos más rápidos serían los mejores.

De la misma manera, cuando bailamos, no pretendemos llegar a un lugar particular de la pista, como si estuviéramos haciendo un viaje. Cuando bailamos la intención es el viaje en sí. Cuando tocamos música la finalidad en si es tocar, y lo mismo ocurre con la meditación.

La meditación es el descubrimiento de que siempre se llega al propósito de la vida en el momento inmediato.

Por lo tanto, si meditamos por el motivo que sea, por ejemplo, para mejorar el carácter, ser más eficiente en la vida u obtener cosas externas, simplemente no estaremos meditando, no estaremos en el momento presente, y ello es una de las cosas que encontramos cuando dejamos ir los pensamientos.

La forma más fácil de entrar en un estado meditativo, es empezar por escuchar. Cierra los ojos y permite escuchar todos los sonidos a tu alrededor. Escucha el zumbido general del mundo, como si escucharas música. No intentes identificar los sonidos que oyes; no les pongas nombres; sencillamente permíteles jugar con tus tímpanos y luego déjalos ir. Deja que tus oídos escuchen lo que quieran escuchar. No juzgues los sonidos, no hay sonidos apropiados e inapropiados.

Cuando comienzas a meditar, permites que tu respiración fluya como quiera. En otras palabras, al principio no hagas ningún ejercicio de respiración; solo observa cómo inhalas y exhalas, déjate fluir de la forma que quieres.

La meditación no es algo que se hace por obligación, y cuando se realiza correctamente, es como cavar en el presente, es hacer una especie de surco en el eterno ahora, que nos lleva a un estado de paz, donde podemos entender que el sentido de la vida es estar aquí y ahora. ¡Ser este momento!

Fuente: https://n9.cl/xrtmh

La Leyenda de El Señor de la Santa Veracruz

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