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Corría el año 1957 y el extraordinario músico cubano Pérez Prado amenizaban en el salón Sociedad de Viajantes, pero esa noche quedó marcada para siempre en las mentes de todos los asistentes y no por ver al intérprete que triunfaba en esa época, sino porque vivieron una extraña noche de terror y vieron bailar al diablo.

Los mambos de Pérez Prado hacían bailar a todos los asistentes, pero entre el público se encontraba una mujer muy bonita que sólo bailaba con los ojos, ya que nadie se atrevía a sacarla por su extraordinaria belleza y el miedo a ser rechazado.

La música sonaba 1 2 3 4 5 6 7 8 Mambo. El ritmo en las caderas y en los hombros se llevaba entre aquellas parejas que bailando al ritmo cubano se divertían sanamente. Aunque la joven seguía calentando su asiento ya que nadie se atrevía a sacarla a bailar.

Y así, el tiempo pasaba y en el rostro de la mujer cada vez se notaba más su desesperación, por no poder disfrutar de la velada con la afrodisiaca música cubana. Algunos dicen que tiene sus orígenes en el mamba o mambe, en la música afroamericana y algunos mencionan que con ella se hacen rituales de vudú o santería.

En un momento de desesperación la joven dijo para sus adentros

«si el mismo diablo me saca, con el mismo diablo bailaré»,

sólo pasaron unos cuantos segundos cuando apareció un joven bien parecido. Vistiendo un traje negro muy elegante y con paso firme y cadencioso al ritmo de la música cruzó lentamente toda la pista, como desfilando para que todos lo vieran. Mientras los bailadores le abrían paso en su camino, las miradas de la mayoría estaban centradas en él y se fue directamente al lugar de la mujer que lo había invocado.

Caminó y se paró frente a ella y le dijo: «Señorita sería usted tan amable de permitirme bailar esta melodía con usted».

Los ojos le brillaron, una sonrisa apareció en su cara. Por fin le había llegado el momento de bailar con su príncipe soñado y se le iba a ser con el hombre más «guapo» del baile.

Le dijo inmediatamente que, si y extendió su mano parándose muy alegre de la silla. Pavoneándose se dirigieron al centro de la pista mientras los seguían la mirada de los presentes.


Pérez Prado en el micrófono dijo: todos a bailar 1, 2 y empezó uno de sus famosos mambos. Todos empezaron a moverse al ritmo de 8 compases.

A la mitad de la melodía la mujer empezó a oler algo raro, pero no sabía que era, ya que ella nunca había olido a azufre.

Pero ella sentía que algo andaba mal, ese olor extraño no era normal, de repente sintió mucho calor en su cuerpo principalmente en su cintura, de dónde ese galán la tomaba, hasta que sintió que la quemaba.

¿De echo empezó a oler a quemado, su vestido echaba humo, ella miro extrañada a su galán y le preguntó quién eres?

A lo que él contestó:
Pues el diablo, ¿no te acuerdas que tú me llamaste para que viniera a bailar contigo?

Algo espantoso empezó a pasar, los ojos se pusieron brillosos y muy rojos. Salía fuego de ellos, bueno eso es lo que contaron algunos que les tocó ver tan horrible transformación.


Otros cuentan que los pies se convirtieron en pezuñas de cabra y el ambiente se puso bien cabrón.

La joven gritó tan fuerte que todos voltearon a verla y al darse cuenta que era un ser infernal se asustaron. Todos empezaron a gritar y correr, el baile se convirtió en un caos.

La joven que se quemaba, se acordó de Dios y gritó: Ave María Santísima y en ese momento el demonio hizo una mueca con su terrorífico rostro que en ese momento ya parecía un ser sacado del mismo averno porque ya se le podían ver hasta los cuernos en su frente.

Ante esas palabras recordando a la madre de Jesús, el hijo del mismo Dios; el demonio la soltó tan rápido como un santiamén y desapareció a la vista de todos. Para ese momento la gente gritaba y estaban completamente aterrados.

Algunos escépticos niegan que esté hecho haya sucedido en el mero centro de Monterrey, Nuevo León. Más no así los que ese día vivieron esos momentos de terror.

Dice la leyenda que la mujer murió tiempo después por el susto que se llevó y que su vestido estuvo en los aparadores de una tienda que se encontraba en Padre Mier o Morelos y Escobedo que se llamaba «Fambe». Ahí se podría observar el vestido que tenía una quemada en la espalda y era la mano del mismo diablo.

Si tú conoces a personas que pasan los 75 u 80 años de edad que vivieron en Monterrey, pregúntales si escucharon hablar de esta Leyenda.

Tú qué opinas, fue verdad o sólo el producto de una imaginación colectiva muy creativa.
Está historia me fue contada por mi amigo el músico Juan Mariscal quién afirma que esté relato es real y que el mismo Pérez Prado volvió a grabar las canciones que tocó en esos momentos que se llenaron de azufre y les bajó de 8 a 6 compases y en algunas melodías agregó el nombre de la madre de Dios, para que nunca se volviera a aparecer el demonio con sus canciones, pero esa es otra historia que la relataremos en la segunda parte.

No hay mayor enemigo de un mexicano que otro mexicano
La música une corazones Todd Musical

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