En 1550 empezó a documentarse sobre la leyenda de la Llorona que aparece en el texto Historia General de las cosas de la Nueva España que escribió Fray Bernardino de Sahagún al recoger la historia de Chocacíhuatl y la identificó con la diosa Cihuacóatl, mujer que lloraba la pérdida de sus hijos.
Según se manifiesta en el códice Aubin Cihuacóatl fue una de las dos deidades que acompañaron a los Mexicas durante su peregrinación en busca de Aztlán.
Esta divinidad mesoamericana tiene una concepción dual, es la diosa dadora de la vida y a la vez de la muerte, capaz de crear y de destruir a sus hijos. Es a la vez una madre que nutre, pero que también destruye.
Cuenta la leyenda de la Llorona, antes de la llegada de los españoles a México que se dieron una serie de presagios que auguraban la caída del imperio mexica a manos de hombres blancos procedentes del oriente.
Decía en el códice que uno de estos presagios fue la aparición de la diosa Cihuacóatl en forma de una mujer hermosa vestida con un vaporoso vestido blanco y, sueltos los negros y largos cabellos.
Se dice que se materializaba sobre el lago de Texcoco, vagando entre las aguas y los templos de Anáhuac, lloraba y se lamentaba con un grito desgarrador: “Ay mis hijos, ¿dónde los llevaré para que escapen de tan funesto destino?”, aterrorizaba así a los habitantes de Tenochtitlan.
Tiempo después durante la Época Colonial, después de la conquista de México, los pobladores reportaban a las autoridades la aparición del fantasma errante, de una mujer que vestida de blanco recorría las calles de la Ciudad de México con sus tristes lamentos llenando de pánico los alrededores.
El fantasma de la mujer de cabellera larga y negra pasaba por la Plaza Mayor que fue el templo de Huitzilopochtli, el mayor dios de los Aztecas e hijo de Cihuacoatl, se detenía, miraba al oriente y seguía gritando “ay mis hijos…” mientras caminaba hacia el lago de Texcoco, dónde se desvanecía de las sombras y se les perdía a muchos que quisieron seguirle.
Fray Bernardino atribuye el origen de la leyenda al pueblo mexica, que se localizaba en donde actualmente está el Estado de México, pero ni la llegada ni la salida de los españoles han detenido el peregrinaje lastimero de la Llorona.
¿Tú las visto o escuchado sus lamentos?
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