Una de las leyendas más populares de la región de Parras de la Fuente, Coahuila, es la historia del tesoro maldito que custodia el diablo entre los caminos que conducen a Mesteño.
Cuentan los parroquianos que en ciertos días, al caer la noche, el sonido del andar de una carreta se escucha arrastrando cadenas por los solitarios caminos de Parras.
Ante el asombro de tan terroríficos sonidos aparece después un hombre vestido de negro, con un amplio sombrero y ojos brillantes como la lumbre.
La misteriosa presencia del hombre y la carreta infernal han causado temor entre los habitantes, quienes evitan salir después de la medianoche, para no toparse con él.
Cuentan que la leyenda se remonta tiempo atrás cuando un campesino valiente y ambicioso se aventuró a perseguir la carreta y descubrir la verdad detrás de ella.
El valiente, conocido por su carácter agresivo y su deseo insaciable de poseer riquezas sin trabajar, llegó incluso a ofrecer su alma al diablo con tal de obtener dinero en abundancia.
Dicen los campesinos que lo conocieron qué, tras aquel fatídico encuentro, el campesino desapareció, nadie volvió a saber nada de él y su casa que se encontraba en el desierto quedó abandonada y en ruinas.
Según cuenta la leyenda, en tiempos de la Revolución Mexicana, los revolucionarios utilizaban los caminos de Parras como rutas para transportar oro y plata obtenidos de los asaltos a las haciendas de los ricos, que hacían para comprar armas y municiones.
Dicen que ellos en su huida del Ejército Federal, escondían los tesoros a lo largo de los caminos, para volver por ellos después, pero muchos murieron en batalla dejando esos tesoros abandonados. Con el tiempo, el diablo se convirtió en el guardián de esas riquezas y aquellos que intentaron desenterrar el tesoro fueron tentados por Lucifer, quien les exigía su alma a cambio de la enorme fortuna.
La presencia del diablo y la carreta maldita no se limita únicamente a Parras de la Fuente, sino dicen que también se ha escuchado en poblados cercanos y en muchos de los ejidos de la región.
Los campesinos relatan cómo en las noches se escucha el sonido de las cadenas arrastrándose y las carretas cargando el tesoro pasando por los caminos, en busca de aventureros ambiciosos capaces de vender su alma.
Mencionan los lugareños que Incluso durante el día, cerca de las tres de la tarde, se han escuchado los misteriosos y extraños ruidos de las cadenas a lo largo de los caminos, justo antes de llegar al pueblo.
La fama de este tesoro maldito y su leyenda se han esparcido como pólvora y cuentan que la presencia del diablo como su guardián ha generado temor y cautela entre los habitantes de la zona.
Dicen que quienes se han atrevido a investigar y buscar el tesoro han sido espantados por el mismo diablo, o por uno de sus esbirros enviados desde el averno en forma de un charro negro.
Los relatos de la gente hablan de carretas llenas de oro y rodeadas de fuego que continúan acechando por las noches, manteniendo viva la leyenda, la intriga y el misterio en la ciudad del vino, en Parras de la Fuente.
El misterio y el terror que rodean estas leyendas continúan alimentando la imaginación y las fantasías de los habitantes, algunos buscando la forma de engañar al diablo para quedarse con su tesoro, mientras que otros temerosos prefieren mantenerse al margen y evitar un encuentro con el maligno.
Las leyendas que se transmiten de boca en boca y pasan de generación en generación van dejando una huella profunda en la tradición y la cultura de los pueblos, sembrando la curiosidad pero a la vez el temor y la cautela entre los habitantes, principalmente por aquellos que prefieren mantenerse lejos del diablo y su tesoro maldito.
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Bibliografía:
