Los Chaneques son criaturas de la mitología mexica, conocidos principalmente en los estados del sur de México como pequeños duendes traviesos que esconden cosas y hacen que los niños se pierdan.
La palabra “chaneque” es una expresión náhuatl que significa «los seres que habitan en los lugares peligrosos».
La cultura mexicana cree que estos son dioses y se dice que nacieron en la cultura totonaca y que después pasó a la mexica. Los chaneques son las entidades que están encargadas de cuidar los bosques, las selvas, los animales silvestres y los manantiales.
Se les describe de distintas formas: algunos dicen que son personas que miden un metro veinte centímetros de altura, con los pies al revés, el cuerpo deforme, que tienen cola y carecen de una oreja. Otra descripción los señala como enanos con rostros de niños que aunque hacen movimientos y emiten una voz infantil evidentemente tienen el rostro avejentado.
En el área de los Tuxtlas en Veracruz se dice que hay dos tipos de chaneques: los buenos que se aparecen donde habita la gente y los malos que viven en cuevas, ríos o en los cerros (es decir, en lugares apartados en los bosques).
Se cuenta que los chaneques buenos habitan en los cultivos y solo hacen travesuras sin causar daños; en cambio, los que están en las cuevas y ríos raptan niños y los convierten en sus sirvientes.
Se dice que un chaneque enojado puede hacerte enfermar y perder tu “tonallo”, que es la energía vital; si esto ocurre, debe tratarte un curandero, quien seguro te hará llevarles una ofrenda para que te quiten el hechizo y te perdonen.
Algunos de los relatos de estos seres míticos que la gente cuenta son:
En la zona de Pochutla, en la costa oaxaqueña, antiguos cazadores contaron que en sus andanzas en busca de venados se han adentrado al bosque profundo. La larga caminata por cerros, cañadas y ríos los ha llevado a lugares donde los venados se acercan a bebederos durante la oscura noche solo iluminada por la luz de la luna.
Ellos relataron que escucharon voces agudas provenientes del arroyo, dicen que las voces son muy parecidas a las de niños de entre 4 a 6 años y son voces, traviesas y juguetonas, con risas sinceras y francas, que se escuchan en el interior del bosque.
Los cazadores narraron que después de escuchar las risillas y voces de niños, en un lugar inaccesible y muy alejado de cualquier comunidad ellos caminaron por una pequeña pendiente y se acercaron a un arroyuelo. Ahí, encontraron a seis pequeñuelos que jugaban desnudos en una poza con el agua hasta sus caderas.
Tan sólo un momento les tomó darse cuenta a los Chaneques que eran observados y huyeron por el bosque profiriendo risas de burla hacia los cazadores.
Después de salir de su asombro los cazadores rápidamente trataron de encontrar a los niños, quienes se dispersaron y desaparecieron entre los troncos de los árboles. El encuentro fue tan fugaz como raro y los a huir del lugar para después concluir que los Chaneques les habían jugado una broma.
También cuentan que en algunas casas de la zona cafetalera las cosas se mueven o cambian de lugar. Dicen que cuando esto sucede algún Chaneque está haciendo sus travesuras. Muchas veces, cuando los utensilios de cocina se caen de alguna repisa, o se encuentran dispersos o en otro sitio diferente al cual se habían depositado, se afirma que los Chaneques andan por ahí buscando algo.
Estas travesuras tienen un fin; es que los Chaneques buscan comida o cualquier aperitivo que calme sus ansias de molestar a la gente. Una de las soluciones es dejar dulces o pequeños trozos de comida para ellos, que vendrán por su tentempié y calmarán sus ganas de reírse de los habitantes de la casa.
Se dice que otros solamente les dedican palabras amorosas y se escuchan frases al viento con ternura y complicidad que los llaman a dejar sus maldades inofensivas.
Por otra parte un chofer contó que en la carretera Oaxaca-Puerto Ángel a la altura del kilómetro 100, redujo la velocidad de su vehículo para pasar un tope; pasó por debajo de las ramas de una higuera, estaba oscuro y era media madrugada cuando unas pequeñas figuras cayeron sobre el cofre de su camioneta.
La primera reacción fue de susto causado por el golpe sobre la lámina del vehículo. Cuando se repuso del repentino encuentro, pudo distinguir a unos pequeños que brincaban y reían sobre la plataforma. Momentos después, éstos subieron velozmente hacia las ramas de la higuera. El chofer cuenta que se detuvo y despertó a su acompañante para verificar qué había sido exactamente. Con sus linternas, buscaron por todos lados, pero no lograron encontrar a nadie. Bueno esto es lo que la gente cuenta.
¿Qué te parecieron estos relatos de los chaneques? Déjanos tus comentarios.
Bibliografía:
Leyendas de los chaneques – Cuentos y Leyendas de Terror (cuentoscortosterror.com)
Chaneque – Wikipedia, la enciclopedia libre