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La historia cuenta que dos amantes murieron por el odio que se tenían sus tribus y al morir su gran amor impactó a los dioses que en el lugar de la muerte crearon un venero de aguas tan cristalinas y puras que desembocaban en la laguna.

La laguna de Zapotlán es un cuerpo de agua dulce que se encuentra en el municipio de Zapotlán el Grande en el estado de Jalisco, México y según dice la leyenda que hace muchos años, en las orillas de la laguna, vivían dos tribus indígenas: los zapotecas y los tecos. Estas tribus eran enemigas y se disputaban el territorio y los recursos de la laguna.

Entre la tribu de los zapotecas había una hermosa joven princesa llamada Atequiza, que era muy bonita y bondadosa. Ella amaba la naturaleza y solía pasear por la laguna, admirando sus paisajes y sus animales.

El destino tenía algo separado para ella

Pero el destino tenía algo separado para ella, que encontrara a su gran amor, cuentan que un día, mientras caminaba por la orilla, se encontró con un joven guerrero de la tribu rival, los tecos. Él se llamaba Calicenti y era valiente, musculoso y apuesto.

Al verlo, Atequiza sintió una atracción muy fuerte e inmediata y se acercó a él. Calicenti también quedó cautivado por la belleza de Atequiza y le habló con respeto y dulzura. La diosa del amor los flecho y así comenzó un romance secreto entre los dos jóvenes, que se veían al atardecer y a escondidas en la laguna.

Su amor estaba prohibido por sus respectivas tribus

Sin embargo, su amor estaba prohibido por sus respectivas tribus, los caciques que las comandaban se odiaban y se hacían la guerra a la menor provocación.

Un buen día, el padre de Atequiza, el cacique zapoteca, descubrió la relación de su hija, ya que contaba con muchos espías que le informaron de los amoríos de la princesa y se llenó de ira.

Lleno de odio ordenó capturar a Calicenti, fue llevado ante él y lo condenó a morir quemado en una hoguera.

La princesa Atequiza se enteró de la terrible noticia y corrió a salvar a su amado.

Llegó al lugar donde lo tenían prisionero y se abrazó a él, dispuesta a morir en sus brazos. Los zapotecas intentaron separarlos, pero fue inútil. El fuego se encendió y consumió a los dos amantes, que se miraron con amor y ternura hasta el último momento de sus vidas.

Entonces ocurrió un milagro. Los dioses quienes sabían del amor puro que se profesaban hicieron un milagro para recordar su gran amor.

Del lugar donde habían muerto Atequiza y Calicenti brotó una fuente de agua pura y cristalina, que formó un arroyo que se dirigió directamente hacia la laguna, el lugar de sus encuentros. El agua era tan pura y abundante que inundó toda la zona, cubriendo las aldeas de las dos tribus.

Así nació la leyenda de la Laguna de Zapotlán, como un símbolo del amor eterno entre los dos jóvenes amantes.

El cacique zapoteca, al ver lo que había pasado, lloró por su hija y se arrepintió de su crueldad y pidió perdón al cielo. Entonces vio caer del cielo una flor blanca, que al tocar el suelo se convirtió en una cruz.

El cacique interpretó esto como una señal divina de que el amor de Atequiza y Calicenti había triunfado sobre el odio y la violencia. Tomó la cruz y la llevó al templo, donde la veneró como un símbolo sagrado, para recordar eternamente a su amada hija.

Esta es la leyenda de Zapotlán, una historia de amor, que por desgracia y el odio terminó en tragedia y el arrepentimiento y el perdón brindaron una esperanza al amor.

¿Qué te pareció esta historia? Espero que te haya gustado, déjanos tus comentarios.

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