Esta leyenda cuenta que en la antigüedad había una secta budista con una corriente extremista denominada Shingon cuyo objetivo era transformarse en Budas a través de una práctica de convertirse en momias vivientes.
Esta práctica antigua se realizaba en el siglo XI con la finalidad de alcanzar la misma iluminación que alcanzó el Buda en la tierra, aquietando la mente trayendo la paz al cuerpo y mantener un autoconocimiento de sí mismo.
La escuela Shingon Shu, es una de las principales corrientes Budistas en Japón se le considera de carácter esotérico y tántrico y se traduce a Zhen yán cuyo significado es el de “Palabras Verdaderas” es decir, mantra que libera a la mente, sus rituales y procesos meditativos se dice que conducen a la iluminación.
Los miembros de esta secta extremista tenían como objetico el convertirse en Budas aquí en la tierra y lo hacían a través de un largo proceso denominado Sokushinbutsu que pretende convertirlos en un sentido literal en “Momias Vivientes”.
Esta secta se practicaba en el norte de Japón y se cree que este rito que llamado “nyujo” inició a en el periodo Heian (794 – 1185) con un largo proceso de momificación que se practicaba cuando la persona aún se encontraba viva, plenamente consciente y en total plenitud de sus facultades mentales.
El proceso del “nyujo” tenía una duración de mil días y se inicia cambiando la alimentación, con una dieta que quema toda grasa, para eliminarla del cuerpo hasta quedarse con lo netamente esencial para la vida.
Los monjes ingerían frutos secos, semillas y saciaban su sed con un poco de agua, luego durante 3 años los aspirantes a momias comían raíces y corteza de pino, hacían infusiones de Urushi, que es un té de hierbas toxico que induce al vómito para que los monjes pudieran así sacar de su cuerpo más líquidos y grasas, esto lo hacían para evitar la formación de gusanos en el cuerpo.
Sin la Tisana (es una bebida que se consigue hirviendo determinadas combinaciones de hierbas o especies en agua), los monjes podrían haber muerto y descompuesto en poco tiempo, cuando llegaban al final del proceso el cuerpo del monje era un esqueleto con poca piel y empezaba a momificarse cuando aún tenían vida.
Cuando cumplían los 3 años se les colocaba sentados en la clásica posición de meditación llamada de flor de Loto en un recipiente que tenía un tubo y una campana, el tubo lo tenían para que les entrara oxígeno y poder respirar y la campana para que la tocaran de vez en cuando para saber que todavía estaban vivos y podían moverse.
Cuando ya no se escuchaba la campana significaba que estaba completamente momificado se le retiraba el tubo de respiración y se sellaba la tumba que se volvía a abrir después de pasar por otra temporada de mil días.
Posteriormente exhumaban el cuerpo y si se encontraba perfectamente momificado se le colocaba en una vitrina para su exhibición, para que los fieles pudieran venerarlos como los Budas de las Momias Vivientes.
En el año de 1879 se declara esta práctica ilegal y se tomó como un suicidio asistido, pero según la leyenda se cree que algunos monjes la siguen practicando en secreto, haciendo esta práctica religiosa muy macaba para nuestros días.
¿Qué te pareció esta leyenda? Déjanos tus comentarios
Escrita por Manuel “Marroco” Marroquín 12/06/2023
Bibliografía:
Shingon monjes budistas convertidos en momias vivientes | Actualidad.es