Algunos la han visto salir por el portón en ciertas noches de luna llena y cuentan los vecinos que un joven al ver al fantasma de la mujer emparedada se volvió loco, ya que su rostro de angustia era de la misma muerte.
Muchas historias se han escrito de la que fuera una hermosa mujer que, por los celos de su viejo y acaudalado marido, la emparedo entre dos paredes, enterrándola viva como castigo, creyendo que lo había engañado.
Algunas historias dicen que si lo engaño con un apuesto joven que entraba cuándo el marido salía, dando rienda suelta a su lujuria, ya que el viejo no la satisfacía y se la pasaba en sus negocios y contando su inmensa fortuna.
Hasta afirman que los huesos humanos que se encontraron al lado del nogal eran de apuesto joven que se atrevió a poner sus ojos y su cuerpo sobre una mujer casada.
Pero otras versiones señalan que la mujer siempre le fue fiel a su marido y que fueron los demonios de sus enfermizos celos los que hicieron que cometiera tan terrible crimen.
Aunque ninguno de los dos casos es causa justificable para matar a una mujer y mucho menos para enterrarla viva.
Aunque la mujer emparedada de Monterrey no es la única que sufrió este terrible fin ya que alrededor del mundo muchas féminas murieron de esta terrible forma, tal vez de una época de locura machista, o de hombres que más bien parecían animales con trastornos de personalidad o antisociales.
Aunque algunos creen que estás mujeres su único delito fue casarse con un psicópata que violaba sus derechos, incapaces de distinguir entre lo correcto e incorrecto y con una gran dificultad para mostrar remordimiento.
Se cuenta que para cubrir el crimen el asesino le dijo a sus vecinos y amigos que su amada esposa se había ido a visitar a unos parientes a la ciudad de México, pero que se encontrarían en Europa para disfrutar de su amor, lo cierto era que había construido una alacena en la cocina en donde con engaños metió a su esposa ataviada con hermosas ropas de aquella época, encerrándola viva y poniendo una pared más para dejarla completamente tapiada o como trascendió en el tiempo como “La Mujer Emparedada”.
Pasaron decenas de años, algunos dicen que fueron más de 100 para cuándo su cuerpo fue encontrado por unos albañiles que realizaban una remodelación.
Ante los gritos de asombro fue encontrado un esqueleto con finas ropas de mujer manchadas de sangre y con sus uñas desgarradas en su desesperado intento por salir del emparedado mortal que su esposo el Sr. Morales le había preparado con ladrillos que ahogaban sus gritos pidiendo auxilio.
Se cuenta que el asesino era un hombre rico, dueño de una fábrica de hilados que le quitaba mucho tiempo atenderla dejando la mayor parte del día sola a su mujer y ante tanto chisme de las infelicidades de Doña Teresa, con su orgullo herido optó por prepararle a su esposa su cárcel mortal como escarmiento en medio de dos paredes.
Si caminas por las noches por la calle Padre Jardón, que antes se llamaba Ocampo y mucho antes a finales del siglo XVIII llevaba por nombre Calicanto y si ves a una mujer vestida a la usanza antigua y que va deslizándose sobre la calle empedrada en el Barrio antiguo de Monterrey, sácale la vuelta, corre y has una oración por el alma en pena de la que en vida se llamaba doña Teresa de Morales.
Actualmente la que fuera la hermosa casa de Teresita de Morales alberga en la actualidad en el año 2022 al Colegio de Abogados de Monterrey y hasta este momento es propiedad del Lic. Solis.