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Una niña que en sueños te dice que visites la tumba de tus parientes muertos que los tienes muy olvidados, te expresa que los visites porque extrañan tu presencia, ésta es una leyenda moderna que se ubica en un panteón municipal de San Luis Potosí.

Esta historia llegó a nuestro grupo de Facebook Mitos y Leyendas de Monterrey y del Mundo por Aracely Ballin que nos comparte esta increíble experiencia y da lugar a la leyenda de la Mensajera de los Olvidados.

Esta es la historia de una niña de nombre Poleth Viridiana a la que llaman la mensajera de los olvidados, es una historia real y muy actual, su tumba se encuentra en el Cementerio del Saucito en San Luis Potosí, México.

En ella nos narran que en una escuela primaria de la ciudad de San Luis Potosí, la capital, llegó a clase la maestra con los ojos brillantes llenos de lágrimas.

Los niños desconcertados y tal vez algo asustados se preguntaban qué era lo que le pasaba a su querida maestra, pues no se veía triste. Algo como una sonrisa se dibujaba en sus labios.

Pasaron unos instantes de zozobra y la profesora no pudo guardarse la experiencia que acababa de tener, y decidió compartirla con sus alumnos y esto fue lo que les contó:

«Tuve un sueño, como tantos otros sueños raros o divertidos, extraños o atemorizantes, un sueño más, eso pensé al principio. Era una niña que me hablaba, y me decía que fuera yo a visitar a mi padre, que lo tenía muy olvidado”.

«Aquello no me hizo impresión, era un sueño, después de todo. Pero igual decidí ir a visitar a papá, era cierto que hacía mucho tiempo no limpiaba su tumba ni ponía en ella un ramo de flores”.

«Mi padre descansa en el cementerio más antiguo de la ciudad de San Luis Potosí, en el Panteón del Saucito. Lamento decir que la suya es una más de tantas tumbas que yacen olvidadas, sin un familiar o un amigo que se ocupe de deshierbarlas, de limpiarlas, de demostrar un poco de cariño por quién bajo esa lápida reposa.

«Así, a la mañana siguiente, me dispuse a visitar a papá. Me ocupé de su sepultura y hablé con él por un rato, le dejé unas flores, una oración, me despedí y me dirigí hacia la salida”.

Pero algo extraño sucedió cuando caminaba sobre la Avenida Principal donde se encuentran algunas de las tumbas más antiguas y hermosas del cementerio, a la educadora le llamó la atención una lápida en especial, que se miraba bastante reciente, no era una tumba nada convencional y parecía que estaba un poco fuera de lugar.

La mentora continuo con su explicación: “Cuando me acerqué, no resistí la tentación de mirar a través de as pequeñas ventanas, aquello era una casa de muñecas, limpia y arreglada, a la puerta, jarrones de flores frescas y dos pequeños arbolitos hacían guardia”.

“En el interior, dispuestos con primor, angelitos de diferentes formas y estilos, muñecas y peluches, y al fondo… Sentí que mis pies perdían el piso, al fondo, en una fotografía, estaba ella, la niña que soñé, y quien me había entregado el mensaje de mi padre…”

“Después de todo no había sido un sueño más. No pude reprimir el llanto, no sé si lloraba de tristeza, de remordimiento, de alegría o de agradecimiento, no sé, pero no podía parar de llorar y de sonreír al mismo tiempo”.

Como pudo la maestra regresó a su casa, pero se fijó muy bien en el nombre de la pequeña mensajera, Poleth Viridiana, ya que estaba tan impresionada que su deseo era contar la historia a toda persona que deseara escucharla, su intención era decirles: “que nuestros muertos, necesitan que los recordemos, que los visitemos y que oremos por ellos, para decirles que yo lo sé porque Poleth me lo dijo…»

La clase estaba en completo silencio. Las lágrimas brillaban ahora también en los ojos de los niños, en cuyas mentes trataba de imaginarse, de darle forma a la tumba del abuelo, o de aquella querida tía a la que no habían vuelto a visitar, y en cuyos corazones recién nacía el deseo de volver a acariciar aquella lápida, y hablar frente a ella como lo hacían en vida de ese ser querido.

Una alumna alzó tímidamente su mano. Al indicarle la maestra que podía hablar, sólo dijo: «Maestra, yo la conocía, Poleth era mi prima…»

Saliendo de la escuela, la niña corrió a casa de su tía. «Tía, te manda felicitar mi maestra». Y le contó lo sucedido a la mamá de Poleth. Y la mamá de Poleth me lo contó a mí, mientras pintaba la casita de muñecas, un día antes del cumpleaños de la niña, porque ahí, en el cementerio, le hacen su fiesta cada año. Y contando esta historia aquí y ahí, hoy sé que Poleth acostumbra visitar en sueños a quienes tienen a sus difuntos en el olvido, para pedirles que les dediquen unos momentos…”

Si sueñas a una pequeña niña que te recuerda a alguno de tus familiares muertos, no eches el sueño en saco roto. Seguramente es Poleth, recuerda que el mensaje que te entrega tiene un remitente que sufre por tu olvido…

¿Alguna vez te ha visitado la Mensajera de los Olvidados? Déjanos tus comentarios.

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