La leyenda cuenta que al buscar modelos para pintar a Jesús y a los apóstoles, Leonardo encontró a un joven virtuoso de cara serena y apacible para Jesús, pero sin darse cuenta le costó mucho trabajo representar al traidor Judas Iscariote y lo encontró en una cárcel condenado a muerte por varios crímenes, lo extraño, lo misterioso es que era el mismo hombre que años atrás modeló para el Maestro Jesús de Nazaret.
Esta es una historia que se cuenta sobre la pintura de la última cena que realizó Leonardo da Vinci, una de las obras más famosas y clásicas del arte renacentista.
Un hombre condenado a muerte por varios crímenes atroces
Según esta leyenda, Leonardo buscó a doce modelos que representaran a los apóstoles y a Jesús, y los fue pintando uno por uno. Para el modelo de Jesús, eligió a un joven de 20 años que tenía una belleza y una pureza angelical, que encontró en un coro de una iglesia del pueblo.
Sin embargo, le costó mucho encontrar al modelo de Judas, el traidor, ya que ninguno daba la imagen y sentimientos que él quería y tuvo que ir a una cárcel donde había un hombre condenado a muerte por varios crímenes atroces.
Cuando lo pintó, el hombre le reconoció y le dijo que él había sido el modelo que le había servido de Jesús años atrás, y que su vida se había arruinado por el pecado y la maldad.
Esta leyenda tiene varias versiones y no se sabe con plena certeza su origen. Algunos creen que fue inventada por el escritor e historiador Giorgio Vasari, que escribió una biografía de Leonardo da Vinci en el siglo XVI.
Mientras que otros creen que fue difundida por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, para desprestigiar la obra de Leonardo y justificar su robo. Lo cierto es que no hay ninguna prueba histórica o documental que respalde esta leyenda, y que se trata de una ficción basada en la imaginación popular.
Aun así, mucha gente cree en la leyenda cuya moraleja es que el bien y el mal está siempre en el interior del hombre, y crecerá aquel de los dos al que alimentes, llevándote por los caminos de la paz y la pureza o del pecado y la perdición.
Fue realizada entre 1495 y 1498
La pintura de La última cena se encuentra en el refectorio del convento dominico de Santa María delle Grazie en Milán, Italia. Fue realizada entre 1495 y 1498, por encargo del duque Ludovico Sforza.
La pintura mide 4.6 metros de alto por 8.8 metros de ancho, y representa el momento en que Jesús anuncia a sus discípulos que uno de ellos lo traicionará, según el Evangelio de Juan.
La pintura de la última cena de Jesús y sus discípulos es una obra maestra de la composición, la perspectiva y la expresión, y ha sido objeto de numerosos estudios y análisis por parte de científicos y estudiosos.
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