La ilusión de los estereotipos

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Interactuamos en un mundo con infinidad de tecnologías que nos brindan mayor acceso a la información, sin embargo no hemos sido capaces de superar ciertas creencias arraigadas en la sociedad que no tienen ninguna justificación científica o demográfica y que generalmente dan forma a un estereotipo.

Antiguamente, el termino estereotipo hacía referencia a la impresión obtenida a partir de un molde de plomo que se utilizaba en imprenta en sustitución del tipo original. Con el paso del tiempo este concepto empezó a utilizarse metafóricamente para nombrar a las características generalizadas que un grupo tiene sobre otro, de las cuales se hace eco y frecuentemente terminan por consolidar un prejuicio social.

Los estereotipos a menudo son percepciones exageradas sobre las personas

y los podemos clasificar en: sociales (los ricos son ladrones, los pobres sucios,), religiosos (cristianos abusivos, musulmanes terroristas), étnicos (negros vagos, judíos avaros), sexuales y de género (hombres agresivos y valientes, mujeres sumisas y dependientes), nacionales (los colombianos son narcotraficantes, los argentinos son arrogantes).

Estos convencionalismos, buscan justificar determinada conducta, y desde un punto de vista, es más sencillo, hasta da la ilusión de estar hablando de lo mismo. Se aceptan esas etiquetas puestas hace tiempo, esas “verdades cansadas” como dice el filósofo George Steiner; donde ya no se indaga y no se espera descubrir algo nuevo.

Las personas de diferentes lugares del planeta, no son por naturaleza mejores o peores, son simplemente diferentes, y su comunicación no está obstaculizada por las diferencias culturales, está imposibilitada por los estereotipos.

Hay que hacer de lado estos prejuicios que juegan con nuestra cabeza, dejémonos sorprender antes de pensar que ya lo sabemos todo, y no perder la oportunidad de un encuentro real con la persona real que el otro es. Aprendamos a comprender antes de criticar y a discernir antes de condenar.