Hace un buen tiempo el maíz tostado era poco conocidas en Mérida.
Hubo en español de edad madura cuya situación económica era muy diferente a sus demás paisanos de Mérida.
Un buen día este hombre recibió una carta de España donde le informaban que un pariente le había heredado todos sus bienes y uno muy especial era “su elaboradora de maíz”, pero para recoger su herencia debía trasladarse de inmediato a España. Con muchos sacrificios, préstamos, etc. logró reunir el dinero necesario para el viaje a la península.
Una vez puesto pie en tierra firme, de inmediato se dirigió al pueblo donde se encontraba “la elaboradora de maíz” que había heredado y que seguramente transformaría su futuro.
Al ver la herencia recibió una sorpresa que lo dejó impresionado.
Ciertamente había heredado una “elaboradora de maíz” que consistía en un carrito ambulante para tostar el maíz.
El tío difunto siempre fue un vendedor callejero de maíz tostado por todo el pueblo, siendo su sustento.
Queriendo dejarle a su sobrino, pensó en heredarle lo más valioso que había tenido en la vida.
Una vez pasada la primera impresión se puso a observar el aparajeto el cual constaba de cuatro grandes ruedas de bicicleta que servían de sostén para la caja de vidrio donde se exhibían el maíz tostado y una especia de caldera cilíndrica. El tamaño del carrito lo hacía manejable por una persona. Contaba también con un silbato que trabajaba a presión de vapor como el de las locomotoras y un payasito que al dar vueltas a la manivela del tostador, este también daba vueltas.
El heredero vio una muy buena oportunidad y no lo pensó mucho. Regreso con ella a Mérida pensando en ser pionero del maíz tostado y se puso a trabajarlo, teniendo éxito con su nuevo negocio
Hay quienes niegan la veracidad de esta anécdota, sin embargo si no es verdad está bien inventada.
excelente