Este una leyenda oral que mis ancestros platicaban de generación en generación.
Esto paso hace mucho tiempo, al principio de la historia, cuando todo comenzó en las praderas del norte de país. Para ser exacto, sucedió en Nuevo León, en los límites de un pueblo llamado El ojo de agua, cerca de Lampazos de Naranjo. Un colibrí con unos ojos de picarón, al principio de un día domingo, en sus largo paseos por los campos, volaba de flor en flor tomando de ellas la miel de su corazón.
Pero ese domingo no era como todo los días. Por la mañana, una ligera brisa o el roció una gota entre las flores dejó atrapada. Era bella como una estrella, dulce y trasparente como las olas de un mar. Estaba sola, en silencio, como un haz de luz. El colibrí se acercó a ella y comenzó a platicar con mil frases. Con su belleza él se encantó. La gota de agua vio algo interesante en el pobre corazón de este colibrí y una profunda huella dejó ese día que de una gota se enamoró.
El colibrí enamorado
Comenzó a hacer poemas, versos y una carta de amor para la gota de agua que un día en su sueño vio cómo el hombre ama a una mujer. Es el verbo amar, no es ver elefantes rosas, ni camellos en el mar, es sentir a su lado a la mujer de mil batallas con una sonrisa de coral. El colibrí volaba de emoción de un lado a otro como un loco enamorado, pero vio que el viento se llevaba la gota del roció hacia el sur, este viento traicionero que juega con el amor de ese terco corazón. El colibrí en una rama de mezquite descansó con sus ojos triste, viendo cómo volaba su gota del rocío.
La decisión
Llegó su amigo del alma, era una aguililla. Para qué te sirve el viento si tienes miedo de volar a la libertad, le dijo al colibrí. Comenzó a volar con la fe y su loco corazón desde los prados arenoso con los mezquites como fondo de la aventura de un loco soñador. Más de 2,000 kilómetros voló.
El viento jugaba con la gota y el terco corazón de ese colibrí que se enamoró con frenesí, muerto de celos, se imaginabas mil cosas. Esa gota una herida dejó en sus sueños. El viento jugó y jugó llevando a la gota cerca donde nace un rió, los humanos le dicen Coatzacoalcos. El viento le dio un consejo al pobre colibrí: no todo lo que ves de lejos existe, primero investiga si es real o es tu fantasía, nunca dejes de intentar, porque nunca sabes cuál será el intento final, ve a dónde vas, porque la paz encontrarás, porque debe tener fe en ti, tienes que quitarte el miedo de otro fracaso, la victoria son para los que luchan, no dejes de luchar por alguien que ames, sólo busca tu felicidad con los ojos de tu alma, si tienes alas vuela a la libertad.
El colibrí comenzó como loco a buscar a esa gota de roció. Cansado, se paró en una rama y a lo lejos la vio, diciéndole «eres el amor de mi vida», y comenzó a dar de saltos de un lado a otro hasta que logró liberar a la gota, pero en la inercia cayó en un arrollo y con otras gotas se unió. Ella le decía «eres el amor de mi vida», y el colibrí desesperado, con sus ojos ciegos de ira al ver que se unían las gotas en el agua turbia de un arrollo.
El colibrí, cansado, se paró en una mata de plátano, viendo cómo se iba de sus manos el gran amor de su vida. Cerca de él una cotorra comenzó hablar de fe y esperanza: habla con el corazón y dile lo que sientes al viento y el te devolverá a tu amada. Pero el rió crecía y crecía. El colibrí pasó por muchos lugares, volando por esa gota. Con el llanto en sus ojos, con las alas rotas casi sin plumas, el colibrí se paró en un coco donde una garza lo acompañó y le preguntó «¿qué haces, viejo?». Viendo al mar. Sólo escucho a lo lejos una voz suave. La garza le dio un consejo: nunca digas no puedo, eres un colibrí de corazón de león, lucha por tu amor. En un abrir y cerrar de ojos se lanzó al mar, como águila marina salió volando como rayo de luz hacia el océano. En picada se clavó en el mar para buscar a esa gota. Pasaron los segundos, los minutos, y el colibrí no salía a la superficie. El colibrí y la gota sólo se miraban. Nunca dejen de luchar por sus sueños, quítate el miedo a fracasar una vez más, porque nunca sabes cuándo será tu último intento para alcanzar tu felicidad. Vive la vida hoy porque mañana es tu futuro y tu ayer tu pasado, nunca digas no puedo.
Porque el amor es dar, no recibir, le decía la gota al pobre colibrí, que tenía la panza para arriba. Sólo se miraron en silencio.