Era una noche como cualquier otra, yo trabajaba como reportero en la corresponsalía Excélsior en Nuevo León, con el corresponsal que era José Neme, quien venía de la ciudad de México, tenía un acuerdo con el Periódico Regional “La Razón”, que le dejaba usar sus oficinas y él y yo compartíamos la noticia con ellos, recuerdo que en ese entonces se encontraba en 5 de mayo entre Emilio Carranza y Escobedo en el Centro de Monterrey.
Pasaban las 12 de la noche e iniciaba el verano de 1986, al salir de la oficina después de entregar revisadas todas mis notas al editor abordé mi carro era un vocho blanco modelo 1982, que se encontraba estacionado en frente y que había comprado a Jesús Escalante director del periódico el Porvenir, cuando trabajé con ellos por espacio de dos años.
Abrí la puerta, me senté frente al volante y estaba introduciendo la llave para encenderlo cuando un escalofrió recorrió todo mi cuerpo, se me puso la carne de gallina” y se me erizaron los pelos de la nuca, ¿Qué me está pasando?, me pregunté, miré a mi alrededor y no había nadie, bueno eso creía yo, porque en ese preciso momento, veo que el asiento del copiloto se sume como si alguien se sentara en él, hasta me pareció escuchar el rechinido que hace el asiento cuándo alguien se deja caer el él.
¿Quién eres? Le pregunté, pero nadie me contestó, ¿Qué quieres de mí? Inquirí con una voz entre cortada y algo de miedo ante lo desconocido que se encontraba frente a mí; al no obtener respuesta a mis interrogantes me dije a mí mismo, ni modo nos tenemos que ir.
Encendí mi vocho blanco, temblaba igual que yo, pero igual metí los cambios e inicie la marcha llegue hasta la calle Zaragoza y dí la vuelta a mi izquierda se encontraba el palacio de gobierno, en donde un año antes nos habían gaseado y golpeado a muchos de mis compañeros cuando protestábamos por el fraude electoral del 85, cuando ganó Fernando Canales pero le dieron el triunfo a Jorge Treviño, vinieron a mi mente esos momentos de terror cuando abrieron las puertas y desde adentro lanzaron bombas de humo y un regimiento de policías y porros salieron armados con garrotes y empezaron a golpear a la gente que se encontraba en la explanada de los héroes, llenándola de sangre de los ciudadanos que estaban hartos de que no se respetara su voto, yo miraba los hechos desde una ventana del Palacio desde dónde tomaba fotos y entre la bruma se escuchaban los gritos, los golpes, fue una noche de terror, por desgracia, cuando me vieron y se vinieron tras de mí, brinque desde lo alto y corrí, pero me alcanzaron y caí, la cámara se abrió y mucho del material se perdió, pero yo alcance a huir, solo con leves contusiones.
Me tocó en rojo el semáforo de padre Mier y mis pensamientos volvieron al presente, el asiento seguía sumido y la presencia aún estaba ahí, el carro se me apagó cuando saqué el cloche muy rápido, lo volví a encender y continué la marcha a mi casa en la colonia Nuevo Repueblo.
Pero algo muy curioso sucedió cuando cruzaba el puente Zaragoza, ya que mi acompañante fantasma se bajó y mis bellos y pelos de la nuca volvieron a la normalidad, así pasaron varios días en que todas las noches la presencia se subía a mi carro y me acompañaba gran parte del camino a mi hogar.
Yo a nadie le había contado lo que me sucedía ya que como anteriormente había tenido experiencias con fantasmas la gente te juzgaba loca cuando les contabas hechos sobrenaturales que no comprendían.
Por un tiempo mi trabajo como reportero consistía en ir a la ciudad de Cadereyta y sacar las noticias que ahí pasaban y en la tarde volver al periódico, pero en una de esas tardes me encontré con todo el personal en la calle y cuando me estacionaba pensé que a lo mejor estarían fumigando, pero no fue así.
¿Qué está pasando? Le pregunte a la secretaria que era una bella joven huera que estaba muy asustada y me dijo es que ahí espantan, se empezaron a prenderse y a apagar las luces, las computadoras y la televisión también se siente una presencia adentro mire estoy con la carne de gallina.
¿Es la primera vez que sientes eso? le pregunte: “No, ya van varias veces, fíjese que una vez estaba yo sola y tuve que ir al baño y cerré por dentro la puerta de la oficina para que nadie se metiera y fui a hacer mis necesidades y en eso que escucho que por el pasillo venía caminando una mujer” y ¿Cómo sabes que era una mujer? Le dije “porque se escuchaban los taconeos, pero eso no fue todo se paró frente al baño y ya ve que la puerta no llega hasta abajo y me asomé y vi los zapatos de la mujer, eran rojos, lo recuerdo bien”.
Primero pensé que alguien se había metido, pero me acordé que había cerrado la puerta con llave y me asusté, me paré rápido y fui a revisar y no había nadie, la puerta seguía cerrada por dentro, no ya no se puede trabajar así que nos estén asustando contantemente”.
Cálmate le dije, no te va a pasar nada… ¿Dónde está el jefe? Le pregunte “está adentro, pero yo que usted no pasaba”, me encamine y salude a los demás compañeros que se encontraban en la banqueta y entre a la oficina con Don Pancho Tijerina, un hombre blanco, alto y robusto que su sola presencia imponía, pero cuando lo tratabas era muy buena gente con un lenguaje folklórico y fuerte al hablar.
¿Qué pasó don Pancho? “Pues aquí estos cabrones que inventan cosas para no trabajar jaja, míralos todos afuera, no quieren entrar porque dicen que los asustan, puros cuentos”, trate de explicarle que hay cosas sobrenaturales que no comprendemos bien y me acordé que yo estaba acudiendo a unas pláticas a la Asociación Gnóstica de Antropología y Ciencias a la cual me había invitado el Profesor Juan Mario Hernández y hablaban sobre estos y otros muchos temas y fenómenos que nos parecen inexplicables.
Cómo ve Don Pancho si invito a mi Maestro de la Gnosis para que venga y le eche un vistazo, al principio no quería pero al final de cuentas aceptó y unos días después Blas Villalonga, un hombre centrado, wuero, más o menos de mi estatura 1.70, pero a lo contrario de mí, él era muy musculoso y de ascendencia cubana, además el había estado enclaustrado en el monasterio Gnóstico y recibió el conocimiento de la misma Maestra Litelantes, esposa del creador del gnosticismo moderno el Maestro Samael Aun Weor.
Entramos a la oficina y lo presente con mis compañeros, quienes al verlo sintieron alivio “Que bueno que vino” dijo la secretaria, Don pancho esa tarde no estaba ya que regularmente él iba por las mañanas, Héctor el editor nos acompaño y le estaba enseñando el lugar, recorrimos la entrada, la redacción, llegamos al pasillo que por un lado daba a un pequeño patio y del otro lado al baño y al área en dónde formaban el periódico que en aquel entonces se hacía a mano, no como ahora que todo se hace por computadora.
Héctor nos comentó que una noche en que se quedó solo, estaba formateando el periódico de espaldas al patio cuando empezó ahí a escuchar ruidos, pensó que un ladrón se había metido y quería salir por ahí dice que se oyó que tomaron el tambo de 200 litros que tienen para la basura y lo aventaron a la puerta de madera, tomó en sus manos el exacto,(una especie de navaja muy filosa que se usa para cortar) le sacó la hoja afilada y abrió la puerta, solo para darse cuenta que todo se encontraba en su lugar y no había nadie.
Seguíamos caminando y en cada área que pasábamos el maestro Blas decía “no se siente nada”, “o siento ninguna presencia”, llegamos a la última oficina y se puso a platicar con Héctor y yo me encontraba a un lado cuando de pronto se me empiezan a erizar los pelos del cuello y se me pone la carne de gallina y les digo ya llegó, aquí está detrás de mí.
Blas que estaba de espaladas voltea y dice “efectivamente aquí está”, con las manos nos hace unas señas pidiéndonos que nos calláramos y le diéramos un momento mientras él contactaba con el fantasma.
Cerro los ojos como si entrara en un trance de meditación profundo y empezó a hablar “ es una jovencita de unos 15 o 16 años, dice que esta es su casa y que no los quiere aquí, que porque no se van”.
Blas le preguntó: ¿Cómo te llamas?
Fantasma: Irene (nombre ficticio)
Blas: ¿con quién vives aquí?
Irene: con mi hermana mayor y mi mama.
Blas: ¿En dónde están?
Irene: No sé
Blas: ¿Cuándo fue la última vez que las viste?
Irene: no sé, fue hace mucho tiempo, recuerdo que una vecina que le gustaba mucho esta casa y quería que nos fuéramos para rentarla ella, hablo con mamá y nos tajo una comida la cual estaba rica y todavía no me la terminaba cuando me empezó a dar mucho sueño y me desvanecí.
El Maestro le empezó a hacer preguntas directas para que ella se diera cuenta que ya no pertenecía al mundo de los vivos.
Blas: ¿Después de esa comida, las has vuelto a ver?
Irene: no
Blas: ¿Has vuelto a comer?
Irene: no
Blas: se ve que no has dormido en mucho tiempo, ¿Cuándo fue la última vez que dormiste?
Irene: no sé.
Blas: toca mi brazo, ¿Cómo estoy?, tócate tú ¿Cómo estás?
Irene: Estas tibio y yo muy fría.
Poco a poco Irene empezó a tomar conciencia de que estaba muerta al igual que su hermana y su mamá y una lagrima asomó por su mejilla.
Blas: ¿Por qué lloras?
Irene: estoy muerta, ¿verdad?
Blas: Si, ahora tienes que seguir tu camino, ya no es tiempo de que estés aquí, ésta ya no es tu casa y estás asustando a todos los que trabajan aquí.
Irene siguió llorando y dio la media vuelta, cruzó la puerta y lentamente cuando cruzaba el pasillo apareció una Luz muy blanca del cielo y ella se fue elevando por ahí, a partir de ese momento se dejaron de sentir cosas raras y extrañas, la fantasma había desaparecido.
Días después, Don Carlos quien era una persona de la tercera edad y encargado de llevar en la madrugada el periódico a Cadereyta y quién se quedaba a dormir ahí y a quien no lo dejaban dormir porque le quitaban la colcha, le estiraban los pies y le picaban las costillas, fue con un vecino que tenía muchos años de vivir ahí y tenía una tienda, le preguntó por la familia que vivió en esa casa, le dijo que no sabían de que habían muerto ya que fue muy extraño porque nunca se supo que estuvieran enfermas y una mañana aparecieron todas muertas y en la mesa todavía se encontraban restos de una comida, los vecinos creen que esa comida estaba envenenada.
Y esta fue la Historia de la mujer fantasma del Periódico la Razón.
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Muchas gracias por su comentario, me alegra mucho que le haya gustado, lo invito a seguir mis escritos en este medio y en el grupo de facebook Mitos y Leyendas de Monterrey y del Mundo.
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