Corría el año de 1776 en la cuidad de Mérida cuando dona Valentina Cano contrajo nupcias con Don Pedro Rocha, militante de un partido llamado “la camarilla»; rival acérrimo de la “venerable liga”.
Después de ocupar varios puestos en el gobierno llegó a ser gobernador del estado.
Por una serie de fuertes e importantes conflictos políticos se vio obligado a retirarse pronto del puesto.
Perseguido por sus enemigos políticos se oculta en su casa sin salir a la calle; lo cual no fue obstáculo para que las autoridades llegaran hasta las puertas de la casa exigiendo entrar.
No había forma de escapar por ningún lado, ni por la azotea.
Doña Valentina no se amedrentó; levantó sus amplias y largas enaguas y dentro de ellas ocultó a Don Pedro.
Dona Valentina muy molesta abrió la puerta a los enfurecidos políticos.
Doña Valentina sin moverse un ápice de su lugar dejó pasar al grupo de opositores a su marido.
Estos recorrieron cada rincón de la casa, mientras Don Pedro oía angustiado todo lo que estaba sucediendo.
Después de una meticulosa e improductiva búsqueda, los políticos salieron de la casa no si antes de que el líder del grupo preguntara a Dona Valentía si sabía dónde estaba Don Pedro; a lo cual ella contestó con firmeza “Don Pedro no me dice a dónde va cuando sale ¡Además pienso que usted en muy bruto, porque aunque supiera no se lo diría!»
Furiosos los políticos se marcharon. Don Pedro por fin pudo salir de debajo de las enaguas de Doña Valentina.
Ante la posibilidad de que sus enemigos aparecieran nuevamente aprovechando las sombras de la noche huyó con toda su familia a la hacienda de campo de su suegro donde podía esconderse con mayor seguridad hasta que la situación se calmara