Imagina que eres un gran muralista y te contratan para plasmar tu arte en uno de los muros del palacio más importante del mundo. ¡Esta es una oportunidad única, irrepetible, lo que siempre habías soñado y hoy, por fin, se hace realidad!
Tienes el material y las herramientas necesarias para comenzar con tu gran obra. ¡Todo más que suficiente para crear algo grandioso! Principalmente tu talento. Nadie puede realizar ese gran proyecto mejor que tú, por eso fuiste contratado para hacerlo. ¡Eres el elegido!
Día tras día, desde antes del amanecer y hasta altas horas cada noche, has puesto tu mayor y tu mejor esfuerzo. En cada pincelada, en cada detalle, en cada sombra, vas dejando testimonio de tu vida, de tu alma, de tu corazón.
Trabajo perfecto en el lugar incorrecto.
Finalmente terminaste tu labor. Te alejas un poco para admirar la gran obra que con tanto empeño y dedicación has estado haciendo a lo largo de todo esté tiempo… Y es entonces cuando te das cuenta de que pusiste la escalera en el lugar equivocado.
¿Puedes imaginar cómo te sentirías en ese momento? Tu trabajo pudo ser perfecto, tu esfuerzo pudo haber sido el mejor, pero al estar en el lugar incorrecto, obviamente, ya no tendrá el mismo valor.
Quién te contrató quizá no se sienta contento. Pues aunque hayas hecho un buen trabajo, no lo hiciste de acuerdo a lo que él te encargó.
Asegúrate de poner la escalera en el lugar correcto
Antes de subir el primer peldaño, asegúrate de que estarás subiendo hacia el lugar al que realmente quieres llegar.
Llegar a lo alto de la escalera no siempre significa haber alcanzado el éxito.
Posiblemente, siguiendo la tradición familiar, estudias, te preparas y te conviertes en un gran ingeniero en electromecánica, tal como lo fueron tu padre y tu abuelo. Sin embargo, esa no era la profesión que te hace vibrar.
Si realmente quieres subir por la escalera del éxito, asegúrate de ponerla en la pared correcta. En aquella que te llevará a sentir auténtica felicidad.
