Una conocida, mujer buena y de enorme fe religiosa, rogaba a Dios todos los días, para que su esposo regresara a casa. Él había abandonado el hogar y a su familia, unos cuantos meses atrás, para experimentar la vida al lado de una mujer que tenía varios años y muchos kilos menos que su legítima esposa y madre de sus cuatro pequeños hijos.
Cada vez que sus amigas la invitaban a caminar o a unirse a alguno de los grupos de lectura, intentando sacarla de ese encierro y depresión en que se encontraba atrapada a raíz del abandono de su esposo, ella se negaba. Todo el tiempo disponible quería dedicarlo a seguir rogando a Dios por el milagro de que su infiel marido regresara al hogar.
Cada día aumentaba su tristeza, y también su peso, junto con su ya muy abultado abdomen, pues había entrado en un estado de ansiedad de esos que te hacen buscar consuelo en todo aquello que, aunque no nutra, se pueda masticar.
Al rescate de una amiga
El abandono de ella misma, comenzó a permear en el cuidado hacia sus hijos y el orden de su hogar. Las camas sin tender, los trastes sin lavar, los niños sucios y mal alimentados… Al parecer, a esta mujer lo único que le importaba era seguir rezando por ese milagro que no parecía tener esperanzas de llegar.
Sus amigas, francamente preocupadas por la situación, decidieron actuar sin más demora, así que le propusieron unirse a su causa, creando un compromiso para reunirse todas las mañanas para rezar por el regreso del marido de la dolida amiga.
En un principio ella se resistió, pero lograron convencerla haciéndole saber la importancia que tenía para ellas su bienestar y el de sus hijos. Así que, sintiéndose apoyada, aceptó la ayuda ofrecida.
El milagro
Poco a poco, esas reuniones para rezar, se complementaron con agradables caminatas por el parque de la colonia. Y si ya estaban caminando todos los días en el parque, decidieron aprovechar los aparatos de ejercicios que había en aquel lugar.
La rutina del rezo matutino, se convirtió en un hábito de ejercicios y retos, y al terminar, integraron un tiempo de estudio en equipo de algunos buenos libros de empoderamiento y superación personal.
A la vuelta de dos años un milagro se había materializado… No, el marido jamás regresó, pero ya no hacía falta… Ni ella ni sus hijos lo extrañaban más.
Ahora ella, la mujer rescatada por sus amigas, se amaba, desarrolló sus talentos olvidados y se sorprendió al descubrir de lo que podía ser capaz. Remodeló su figura, ahora estaba espectacular. Sus hijos estaban en un entorno seguro y amoroso, les reconstruyó un bello hogar.
Cuando alguna de tus amistades se aisle del mundo para rezar, respeta sus creencias, únete a su causa y salgan a caminar… Al cabo de cierto tiempo, verán un milagro hecho realidad.
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