Al salir de la preparatoria o del nivel medio superior educativo, es cuando nos enfrentamos a la difícil situación de decidir qué es lo que queremos hacer de nuestra vida, a qué enfocaremos 3, 4 o 5 años de nuestra juventud para desarrollar habilidades que nos ayudarán a enfrentar un futuro laboral. Tenemos que elegir una carrera universitaria. Pero …
¿Estamos preparados?
La mayoría termina sus estudios de preparatoria alrededor de los 17 años; en mi caso, yo la terminé a los 19, y a pesar de tener dos años más en los que yo pude haber pensado un poco sobre a qué me quería dedicar, la verdad es que no tenía ni la más mínima idea sobre lo que me gustaba.
El saber decidir que rumbo queremos que tome nuestra vida, en base a la carrera universitaria que elegimos es muy estresante, porque dependiendo del contexto en el que se viva, puede que dejar truncada tu carrera signifique el fin de tu vida escolar. Tanto si estudias o estudiaste en una universidad pública o privada, y te diste cuenta que esa carrera no era lo tuyo, hace que vislumbres las opciones que tienes al dejarla.
Algunas personas pueden contar con el apoyo económico de sus familias, dejar esa carrera y empezar una nueva; pero si no cuentas con eso, o con apoyo moral, sólo te quedas con las opciones de terminar tu carrera y titularte (y sentirte obligado), o dejarla trunca.
¿Acaso sirven los test de vocación profesional? Sí, en cierta medida sirven, pero lo que no tienen en cuenta es el desarrollo de tu vida dentro de la carrera, si ha llenado tus expectativas o qué es lo que ha cambiado en ti durante ese proceso.
Algunas universidades basan sus planes de estudio de la siguiente manera:
1er año: Tronco común.
En este primer año, se toman materias que comparten varias carreras que están catalogadas en una misma área (Humanidades, físico-matemáticas, ciencias sociales, ciencias de la salud).
2o y 3er año: Desarrollo de tu carrera.
En esta etapa ya decidiste en que carrera enfocarte, y las materias en estos años se dirigen al área profesional de tu elección.
Este plan de estudios te ayuda en la elección de carrera, pero siempre existirá la posibilidad de que el área que elegiste no sea afín a tus intereses. Son pocas las universidades que tienen este plan de estudios, y el poder contar con programas curriculares de este tipo ayudarían muchísimo a bajar los altos índices de deserción escolar a nivel superior universitario.
Los mayores aprendizajes y nuestra capacidad de decisión se desarrollan mediante ejercicios de prueba y error, sin embargo, al salir de la preparatoria debemos “casarnos” con nuestra primera opción profesional y existen pocas personas capaces de dar el paso de “divorciarse” de su carrera, ya sea por el tiempo o dinero invertido, o las promesas de un futuro prometedor.
Es algo raro, pero muchos adolescentes no tienen ni planeada como será su firma en el documento de identidad que deberán de tramitar al cumplir los 18 años, lo que nos deja con esta última pregunta como reflexión: