Por ahí viene, es la bruja Jesusa le dijo la mamá a su hijo Juanito, no volteas a verla porque te puede embrujar, camínale rápido y vamos a pasarnos a la otra cera de la calle.
– Pero mamá nunca me dejas verla y yo quiero conocerla para saber quién es.
– Ya te dije que no, yo te la describo, mira es una mujer mayor, tiene ojos negros muy grandes, su mirada es muy profunda, viste con harapos y dicen que te puede hacer mal de ojo, si volteas a verla te entra mucho miedo y mira te pone la piel de gallina, -mostrándole los bellos de sus brazos erizados- por eso no quiero que la veas, te puede hechizar.
Escenas como esta ocurrían en 1952 en el municipio de Zuazua, Nuevo León (México) un poblado que se encuentra al Norte de Monterrey y puedes llegar tanto por la carretera a Laredo como por la de Reynosa.
A las 7 de la mañana ya se le veía andar por las calles del pueblo, ir al mercado a conseguir yerbas medicinales y cosas para hacer sus brebajes y pócimas. Cuando la gente se la topaba en las calles bajaban la mirada por temor a hacerla enojar, algunos los más católicos se persignaban y pronunciaban la frase: “Ave María Purísima”.
El niño desobedeció a su madre y sin que se dieran cuenta levantó su cabeza y se dio cuenta que Jesusa traía un mostacho debajo de la nariz, el cual la hacía parecerse a un hombre o como decían en el rancho una mujer marimacho.
Por las tardes a eso de las 6 salía la mujer con su canasta para dirigirse al río, algunas lenguas viperinas decían que ahí hacía sus brujerías y que caminaba o flotaba sobre las aguas como lo hizo hace dos mil años nuestro Señor Jesucristo.
Ese día de principios de junio Juanito había ido al río a pescar con algunos vecinos y amigos, un poco más grande que él por eso su madre lo dejo ir solo con ellos, no sin antes encargárselos mucho y diciéndoles que no fueran a esa parte del río a donde iba la bruja Jesusa.
Pero ustedes saben cómo son los muchachos, no le hicieron caso y por la curiosidad fueron a espiarla y se asustaron mucho cuando la vieron caminar sobre el agua, pero fueron valientes y se esperaron a que se fuera, porque decían que ahí era el mejor lugar para pescar.
La vieron irse, se acercaron rápidamente y echaron sus anzuelos al río y los peces inmediatamente se convirtieron en pescados, logrando sacar más de una docena.
Pero Juanito era muy curioso y veía que los peces entraban a una pequeña cueva que se encontraba a la orilla del rio al lado de un gran roble, se quitó los zapatos se arremango el pantalón y se metió al agua pensó que podía agarrar con sus propias manos, pero grande fue su sorpresa que lo que sacó fue un muñeco de trapo con muchos alfileres y sin saber le preguntó a sus amiguitos: ¿Qué es esto que me encontré?
Los muchachos se asombraron y le gritaron, no lo toques es una brujería de Jesusa la bruja, tírala y mejor vámonos de aquí no valla a venir y nos vea con su muñeco, se dirigieron al pueblo corriendo.
Mientras tanto en la cabecera municipal los jóvenes más grandes estaban en la cantina del pueblo y tras el influjo de las copas hicieron una jugada Rodrigo le apostó a Rubén su caballo en una carrera, se armó la algarabía y todos salieron a la calle principal para celebrar la justa entre el alazán y el colorado.
Se armaron las apuestas y Julián amigo mutuo de los competidores sacó su pistola y disparó al aire dando inicio a la carrera, sin darse cuenta que muy pronto daría inicio a una gran tragedia.
Juanito venía con sus amigos, cargados de una docena de pescados que muy pronto deleitarían en la cena y de pronto al dar la vuelta en una esquina ven que Doña Jesusa estaba delante de ellos y que iba a cruzar por la calle principal.
Los caballos venían a todo galope, los presentes echaban porras para ambos lados, los jinetes se miraban entre sí para ver quién iba a delante y de vez en cuando se aventaban la madre cuando se quedaban atrás y no se dieron cuenta que la mujer iba cruzando la calle, Jesusa al mirarlos hecha un conjuro que hace que los caballos relinchen y Rodrigo sale volando por los aires y en su caída se pega en la cabeza causándose una herida por la que empezó a brotarle sangre.
Jesusa todavía impresionada por el susto ya que el caballo casi le relinchó encima, terminó de cruzar la polvorosa calle y siguió con su camino a su casa, que era un tejaban de madrera despintada y desvastigada que la gente del pueblo evitaba pasar por el lugar, porque decían que tenía muy mala vibra.
Juanito todo asustado junto con sus amigos al ver que casi atropellan a la bruja se quedaron petrificados viendo la escena, ya que se empezaron a escuchar maldiciones en contra de Jesusa, “esa vieja maldita, mira lo que me hizo”, limpiándose la sangre que brotaba de su frente y de su boca, Rodrigo vuelve a gritar y dice: “Vénganse vamos a darle un escarmiento para que sepa que no debe meterse en mi camino”.
Agarra de las riendas a su caballo que se encontraba inquieto, lo monta y desenreda la riata que traía en la silla, la gente alebrestada lo sigue y Rodrigo empieza a mover la cuerda encima de su cabeza y sigue a Jesusa a la que laza como si fuera un animal.
Suéltame o te vas a arrepentir tú y tus amigos gritó la bruja, pero como el joven se encontraba enojado y bajo los efectos del alcohol no le hizo caso, amarró la riata en su silla y le pico a su caballo en las costillas con sus talones, por lo que relincho y salió a todo galope, llevándose tras de sí a la mujer tal como si fuera una simple muñeca de trapo.
Parecía que la bruja estaba recibiendo su Karma, es decir, su castigo por todos los males que había hecho Jesusa gritaba mientras era revolcada por la avenida principal ante la algarabía de Rodrígo, sus amigos y una buena parte del pueblo que corriendo los seguía.
La arrastró entre 200 y 300 metros, la bruja estaba tirada en el suelo herida y muy maltratada, pero bien dijo Don Pancho el hombre más viejo del pueblo, “mejor la hubieran matado”, porque si quedó viva, ella tendrá su venganza.
Jesusa lanzaba gritos y maleficios al momento en que, se levantaba a gatas, nadie se animaba a ayudarle por temor a que la agarrara contra ellos, a como pudo se fue zafando de la soga que la amarraba y avanzo la mitad de la calle, subió la banqueta y tomándose de una pared logró levantarse, llevó su mano derecha a su maltratada cara, se tomó del mostacho y con un movimiento brusco volteo la cara y su mirada se topó con la de Rodrigo que seguía riéndose de su hazaña.
En tono altanero y despectivo miró hacia abajo y le dijo a Jesusa, no vuelvas a meterte conmigo nunca más y menos cuando estemos haciendo carreras de caballos, porque si lo vuelves a hacer ya sabes cuál va a ser tu castigo.
“Te vas a arrepentir” le contestó la bruja y cojeando se fue lentamente caminando a su tejaban en donde fue a curarse de sus heridas.
Juanito quien había corrido con sus amigos detrás de la hechicera que era arrastrada por el pueblo quedó muy impresionado ante los sangrientos hechos y mejor decidió ir a contarle todo lo sucedió a su madre.
El esperpento de mujer, o sea la Jesusa ya no fue vista los siguientes días por el pueblo ni por el río, la gente pensó que se estaba curando las heridas, se sentía un ambiente extraño, tétrico una muy mala vibra que recorría sus calles principalmente en el lugar en donde fue revolcada la bruja.
Sería el sereno, el hechizo de Jesusa, el tremendo susto que se llevaron o la cruda realidad, pero a los 3 días Rodrigo y Rubén enfermaron y aunque fueron tratados medicamente no pudieron salvarlos, la muerte ya los había marcado. Los jinetes fueron a parar al panteón y las familias dolidas, el pueblo con miedo y terror por esa situación.
Cuenta la leyenda que algunos de los que se burlaron de Jesusa con el tiempo se suicidaron y otros empezaron a morir de formas extrañas, de enfermedades inexplicables que tenían de “cabeza” a los médicos, pero la gente del pueblo al saber de tantas tragedias sabían que se trataba de la venganza de la bruja, pero nadie tenía pruebas para poder culparla.
Unos cuantos valientes se armaron de valor para ir con la tal Jesusa, para reclamarle su proceder, él por qué de tantas muertes, pero al llegar encontraron su casa vacía, tenía un colote lleno de muñecos de trapo, como los del vudú llenos de alfileres, coincidentemente al contarlos era el mismo número de muertos en el pueblo.
Vuela paloma vuela, párate en el camposanto, llévales esta flor a tantos muertos para que encuentren su eterno descanso. De la bruja nadie más supo nada, algunos dicen que se fue del pueblo y murió en el trayecto de su huida, otros que falleció de vieja muchos años después, Lo cierto es que jamás se volvieron a burlar de esa vieja mujer.