Entran tres tipos al bar/centro cultural/auto/sugestivo de modé. Ocupan la mesa más a la vista, la mesa que está precisamente en el centro del lugar. Vociferan desde que entran, manotean, gesticulan exageradamente, como todo intelectual canonizado del arte suele hacerlo.
̶ Me acaban de incluir en una antología en iu es ay, se presentará en un festival literario prestigioso de por allá, estoy tratando de redefinir la poesía a través de ciertos artilugios semánticos, los cuales nos acercan a una reinterpretación de la obra, mi obra obviamente…
̶ Pero si sólo eres autor de dos libros ¿cómo llamarle obra? Tomando en cuenta que sólo tu primer libro te puso en el pedestal de poeta. Bueno, poeta para los jurados de ese concurso donde te dieron el premio y que ya estaba planeado previamente, ya lo tenían acordado, me lo dijo uno de ellos. Y el segundo poemario es tan malo que casi te tumba de ese pedestal. Así que…
Silencio en la sala. Se ha insultado a un poeta mainstream, a un poeta laureado, a alguien que es ya una referencia bibliográfica en algunas tesis universitarias de la Licenciatura en Letras.
Silencio total. Murga, el encargado del lugar, ha puesto algo de música, para romper el hielo. En una esquina, un tipo del que nadie se había percatado, a lado de la máquina de videojuegos, enciende un cigarro.
̶ Eso qué importa ̶ dice el tercero, conciliador ̶ por supuesto que hay grandes poetas, grandes artistas de una sola obra, inclusive.
̶ Bueno, ustedes saben más de literatura, yo tan sólo pinto, disculpen si los he ofendido.
̶ Nadie ha ofendido a nadie, no te preocupes. Tengo dos libros nada más, eso es cierto. Ya está en proceso el tercero, lo titularé… El Heraldo de la Poesía… Pero al decir obra, al nombrar una obra como un todo, mi obra, me refiero también a mis otros poemas que se publican en diversas revistas de crítica literaria, investigación y poesía avanzada. Mi último poema, por cierto, es en honor al mejor poeta de Chiapas, Jaime Sabines.
El tipo del cigarro escupe el pozol con LSD que está bebiendo, se carcajea, se está ahogando con el musú, la chinguita, las pequeñas partículas de masa de maíz que quedan en la jícara.
̶ No mames, poesía avanzada ¡qué mierdas es eso! ̶ alcanza a decir entre la nube de humo- además, la mejor poeta de Chiapas es Rosario Castellanos y luego le sigue el poeta del manglar, Joaquín Vásquez Aguilar, sensei Quincho.
̶ Cállate, respeta a los tichers, pendejete –le dice Murga, sarcástico.
Los de la mesa siguen en lo suyo.
̶ Mis murales embellecen ahora el anfiteatro del palacio municipal de otro pueblito rascuache, de cuyo nombre no me acuerdo ni me interesa –dice el pintor.
̶ Oh, camarada, excelente, más que excelente. Te felicito.
̶ En realidad el responsable de todo es el Lic Lamberto aquí presente, gracias a sus gestiones y diligencias, gracias al cargo que ostenta, por eso se ha podido mover bien mi obra en casi todo el estado, a nivel nacional e in ter na cio nal.
̶ Ustedes son los artistas, caballeros. Más alcohol, mientras tanto, ya que aún tardará en venir el perico que mandé a pedir- dice Lamberto, un poco alebrestado.
El del cigarro se percata entonces de quiénes están sentados en la mesa: el político-de-moda-encargado-de-la-secretaría-de-cultura-queriendo-hacer-bisne-con-el-arte, Lamberto Fierro Pariente; Arnulfo Complaciente, conocido y canonizado poeta de un solo poemario…
Ok, de dos; y nada más y nada menos que el tan celebrado pintor, punto de referencia en las charlas para considerarse ya un intelectualoide de cafetería con música de todas partes del mundo, Enrico Aquiescencia. Parlan y parlan los artistos, se alaban, se echan flores y con la mirada se están degollando, por dentro envidian los logros del otro, de todos, de todo lo que no hacen y a otros le aplauden.
El ego del artista canonizado es una mierda, piensa, sacando el humo de su cigarro. Ahora junta el ego de dos, uno pintor y el otro poeta y aún más, súmale la estupidez, la lambisconería y el embrutecimiento de un tipo que lo último que le importa es promover el arte y la cultura, lo que menos le interesa es que la niñez lea, o sepa siquiera algo de apreciación estética y esas mamadas.
Al del cigarro se le ocurre tomar una foto a dichas personalidades alcoholizadas en aquella mesa, para luego subirla al feis con algún comentario ya sea sarcástico o irónico, o para hacer un meme el cual se vuelva viral, quizá así ser un poco más popular y obtener un buen de likes, pero como el sarcasmo ha sido menospreciado gracias a personajes predecibles como el Doctor Jaus, es mejor aludir al infalible humor negro.
Ah, no, recuerda, he cerrado mi feis porque ahora adoptaré la personalidad del postneonihilista que todo le caga, todo le puede, porque esa es la pose que más me va por el momento.
La gente ha comenzado a llegar, hoy hay un grupo de covers, como siempre, y antes de eso, el performance de tres sujetos exponiendo en la mesa sus triunfos pasados, logros presentes y anhelos futuros, adornando de alguna manera su anodina existencia.
̶ Deberíamos trabajar en algo juntos en algún momento. Podrías ilustrar mi tercer libro por ejemplo, hacerme un dibujito para la portada- exclama el poeta, con indiferencia.
̶ ¡Un dibujito, dices! ¡Ja! No gracias, compañero, no me gusta hacer proyectos en colectivo, menos con poetas, el ego de los poetas es lo peor que puede existir dentro de las artes, los poetas son fantoches, una farsa, no gracias.
El pintor, ahora defensor de la moral artística, denostador de la grosería, se levanta de la silla, se encamina hacia una de las macetas que adornan el lugar, se baja el cierre del pantalón, se saca un miembro liliputiense y orina ahí un buen chorro. Murga se percata y se queda pasmado, voltea a ver al tipo del cigarro que le dice:
̶ Chingona manera de terminar la perfo de ese ticher de las artes chiapanecas, mi estimado, ¡ja!
̶ ¡No mames, pinche animal! ̶ grita Murga a una de las personalidades más reconocidas dentro del ámbito cultural oficialista, pesado, caca grande, favorito de la intelectualidad pueril y complaciente.
̶ Is only arte local, carnal, enjoy it! ̶ contesta el del cigarro, que ahora ya es sólo una colilla en su boca que esboza una sonrisa chueca, temblorosa e iluminada. El LSD ha comenzado a surtir efecto.
/Imagen: Personalidad en tres estados, en el jardín, de Iván Villaseñor Castañeda (Azcapotzalco, CDMX)/
Lamentablemente muy apegado a la realidad.
Los profesores de filosofía que me dieron clases deberían aprenderle algo a Merlí! jajaja
Fierro Pariente! 🙂
Jejeje, me han recomendado esa serie mi estimado, tendré que verla ya. Y sí, algo que se da no sólo en el ambiente artístico y cultural, sino en el académico también. Saludos.