Es jueves 19 de octubre 2023, y estoy varado en el aeropuerto Internacional de Cancún, esperando un avión que viene demorado, de quién sabe dónde, nadie sabe nada, nadie da informes… y mientras tanto pienso; eso te pasa por viajar en esta línea guajolotera (VivaAerobus).
Estoy un tanto preocupado, pues será la primera vez que llegue al aeropuerto de Santa Lucia y no tengo ni puta idea de cómo moverme para llegar a mi pueblo en la gran CDMX, pero quería conocer el nuevo aeropuerto con sus famosas mejoras que lo hacen parecido a uno del primer mundo, según dicen.
Además, estoy desvelado, con sueño, que casi siento piedras en mis ojos, de un momento a otro me quedaré dormido; y mientras avanzo en lo que escribo, pienso que todo valdrá la pena para volver a estar juntos.
Han pasado dos años, desde ese martes 19 de octubre 2021
Han pasado dos años, desde ese martes 19 de octubre 2021… hoy es jueves papá, aquí es una hora más que allá… de reojo veo frente a mí a una señora que come una manzana roja, alcanzo a ver sus labios moverse y pienso: “qué bonito movimiento de quijada tiene”, eso es parte de la vida.
Veo gente, solos, acompañados, en pareja, en familia, con y sin hijos, todos cargando mínimo una mochila y disfrutando de sus seres queridos.
Mientras tanto pienso, han pasado muchos días 791 para ser exactos, pero es poco si decimos que solo han sido 2 años; mucho o poco tiempo, no puedo evitar sentir nostalgia y la lágrima recorrer mi mejilla y extrañarte como siempre, pero hoy un poquito o un chingo más.
Este sería otro jueves que estaríamos en casa, platicando y escuchando tus pláticas que se repetían y que aún sabiendo que estuviste mal, defendías a capa y espada, era parte de tu carácter, de tu orgullo, de tu sapiensa y hasta de tu ignorancia, pues siempre salías victorioso y fumando tu cigarro Raleigh.
Pero antes de todo eso, habrías elaborado tu salsa roja con chiles de árbol secos, con bastante ajo, aceite de olivo y sus respectivas aceitunas: “estoy seguro, porque siempre adivinabas y le dabas al clavo, para aderezar lo que se sirviera en la mesa para comer”, y que ahora ya no tendré. Esos frijoles molidos con xoconostle, los frijoles ayocotes y la salsa, aunque tenían tu gusto por la buena sazón, sabía a un pedacito de cada uno de ustedes que siempre participaban en la elaboración de la comida que disfrutábamos cuando nos reunían.
Frijoles y salsa que nunca más voy a probar.
Frijoles y salsa que nunca más voy a probar… que no vamos a probar quienes te amamos, cada uno a su manera. Y que de distinta manera o forma todos extrañamos.
Y ahora, no te digo que no estoy bien, porque sé que pronto estaré rodeado de gente que me quiere y que me espera, es cuestión de salir de este aeropuerto para verlos y abrazarlos, gracias a Dios.
¿Sabes?… desde ese día no ha sido lo mismo, nunca fue lo mismo… Ni los frijoles, ni la salsa. Ahora que lo pienso me gustan, sí. Pero les falta algo y no es el ajo, ni sal… Seguramente es tu risa que tanto gozabas, al asar los chiles y corrías a todos antes de terminar ahogados y salir corriendo, mientras tú disfrutabas con carcajadas diciendo: “respiren profundo para limpiar los pulmones”.
Hoy es jueves, y pensé que sería bonito y reconfortante poder visitarte en el cielo, o que tú vinieras a estar conmigo comer juntos y después disfrutar tus historias mientras fumabas y hablabas por horas, voy a andar cerca y poder saludarnos, pensaba en ti, en nosotros… “Tú y yo solos contra el mundo”, como siempre me decías.
Sólo quiero llegar … pero es mucho pedirle a esta aerolínea haga un alto y, aunque necesito un abrazo tuyo, me conformo con salir ya de aquí y poder reunirnos.