Como bien sabemos, la libertad de expresión es un tema que viene sonando mucho desde hace tiempo para todos los diferentes medios; ¡el poder expresar libremente nuestro pensar, nuestro sentir, nuestra mentalidad!, pero, ¿hasta qué punto es bueno esta “libertad”?
Veámoslo por ejemplo del lado de los llamados “Influencers”, por mencionar alguno, si bien es cierto hay muchos que utilizan ese sobrenombre para ―como bien lo dice― influir de manera positiva a quienes los siguen invitándoles a realizar acciones verdaderamente positivas para la comunidad, al prójimo, a la naturaleza, a sí mismos, pero también está la otra cara de la moneda, ese lado oscuro de la modalidad “Influencer”, esa que incita a hacer lo contrario, incluso a atentar contra la vida propia o de quienes nos rodean, tal es el caso del sonado “juego de la ballena azul”, los diversos retos “challenge” (#detergentchallenge, #CinnamonChallenge, etc.), que como bien es sabido han cobrado vidas humanas, y es aquí donde podemos ponernos a pensar y preguntarnos ¿De verdad es bueno permitir a todos la libertad de expresión? o ¿Debería existir algún control con respecto a lo que se comparte públicamente al mundo?
Tomando en consideración que hoy en día el acceso a las redes sociales y al mundo a través de un dispositivo cualquiera ya está al alcance de niños, adolescentes, que muchas de las veces buscan un refugio en un mundo virtual ante el creciente índice de padres que de igual manera descuidan y permiten el uso desmedido de dispositivos digitales con acceso sin restricción al mundo a través de Internet, y más con los dispositivos móviles que hoy en día, es bastante fácil y “económico” el acceso ilimitado al menos a las redes sociales, donde principalmente se propagan todos estos “juegos” y “retos” llegando con más facilidad a los niños y jóvenes que por seguir una “moda” ponen en riesgo su propia vida.