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EL ALCOHOL ES LA SUSTANCIA PSICOACTIVA DE USO MÁS EXTENDIDO Y GENERALIZADO Y EL ALCOHOLISMO CONSTITUYE EL TRASTORNO ADICTIVO CON MAYOR PREVALENCIA EN EL MUNDO,  YA QUE AFECTA A MÁS DEL 13.5% DE LA POBLACIÓN.

Considerando lo anterior es importante plantearse algunas preguntas al respecto; la más importante a esclarecer sería probablemente ¿Cuándo estamos ante un caso de ingesta moderada de alcohol y cuándo ese hábito se convierte en un patrón de consumo de  riesgo o abuso? El alcoholismo, como todas las adicciones, es una enfermedad progresiva y es importante estar alertas a las señales de progresión de hábito controlable a dependencia.

Por otra parte, tomando en cuenta los daños del alcohol en el organismo, podría surgir la siguiente pregunta: ¿Existe una forma de saber cuándo es probable que se esté cayendo en un consumo de abuso antes de que el organismo lo manifieste con alguna enfermedad? Esto sería muy interesante de responder de forma acertada para rectificar este hábito oportunamente y es lo que en esta ocasión se pretende.

Otro cuestionamiento relevante sería: ¿Un “bebedor social”, que rara vez o nunca llega al estado de ebriedad, está exenta de daños a su salud? Muchas personas entran en esta categoría, dado que no consideran que su hábito sea nocivo, puesto que aún no hay evidencias de adicción al alcohol.

Por ello, en esta oportunidad se exponen algunos datos que establecen de forma bastante clara cuánto es “moderación” y cuándo se está cayendo en el exceso por los riesgos que para la salud conlleva este consumo. Es probable que a muchos sorprenda  la cantidad de alcohol que es considerada excesiva por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Suele ocurrir con frecuencia que el consumidor de bebidas alcohólicas minimice la cantidad de alcohol que ingiere, considerando que no representa un riesgo para su salud. Esta creencia es reforzada por la industria de bebidas alcohólicas, debido a que presentan a una como la “bebida de moderación” por su graduación de alcohol y ponderan en otras por sus “efectos benéficos” para la salud por su  naturaleza química.

Ya que el alcohol es históricamente la droga de mayor aceptación social, su consumo forma parte del estilo de vida o de la convivencia social en prácticamente todas las culturas.  Su venta y distribución es legal, con pocas restricciones; en sus envases solo se exhibe la leyenda “el abuso  en el consumo puede ser nocivo para la salud”. 

Por lo que aquí surge otra cuestión: ¿El consumidor sabe a ciencia cierta qué cantidad constituye un exceso o abuso? Para muchos el abuso equivale a llegar al estado de embriaguez y la verdad es que esto no es necesariamente así.

Por esta razón, antes de iniciar o continuar con el hábito de consumir alcohol, es pertinente informarse sobre  la cantidad que se puede consumir de forma más segura y evitar el abuso, que en muchas ocasiones pasa desapercibido para el consumidor, su familia y su círculo de amigos.

Asimismo es importante considerar que la cantidad de alcohol que puede ser metabolizada y eliminada del organismo varía en cada individuo, dependiendo de algunos factores, entre ellos, el género de la persona, siendo más susceptible a los efectos dañinos la mujer, por lo que su tolerancia al alcohol es menor. Otros factores a tomar en cuenta son el tipo de bebida que se consume, la frecuencia con que se hace, la cantidad que se ingiere en cada ocasión, el tiempo transcurrido desde que inició este  hábito, así como el estado de salud de la persona.

EVALUANDO EL CONSUMO: Lo primero que debe conocerse es la graduación o gramos de alcohol contenida en la bebida que acostumbra a consumir. Por lo que se refiere a las bebidas de mayor consumo; una cerveza contiene 4.5 a 5 gramos de alcohol por cada 100 mililitros;  cien mililitros de vino aportan 11 gramos de alcohol y el  Tequila reposado 35-40 gramos de alcohol en 100 mililitros.

En tanto que las bebidas con mayor concentración de alcohol son el  Vodka y el Whisky, encontrando concentraciones mayores del 90% en algunas de ellas.

Imagen: ABC

DE ESTA FORMA ENTRAMOS A LAS DEFINICIONES DE ABUSO Y CONSUMO DE RIESGO:

¿CUÁNTO ES ABUSO? De acuerdo a la OMS, un patrón de consumo de alcohol que conlleva el riesgo de desarrollar enfermedad hepática. Esto es:

En el hombre 30 gramos/día. (Equivalente a dos cervezas de 325ml por día)

En las mujeres el consumo de tan solo 20 gramos/día ya constituye un riesgo para la salud del hígado. (Equivalente a poco más de una cerveza de 325ml por día).

De tal forma que una mujer que toma dos cervezas  de 325ml por día ya está excediendo la “ingesta segura” y está cayendo en el abuso.

Esto se explica por cuestiones biológicas; el cuerpo de la mujer contiene un menor porcentaje de agua corporal, menor actividad de la enzima gástrica que inicia el metabolismo del alcohol (ADH gástrica) y  una respuesta  más pobre al estrés oxidativo. Así que en este sentido, el hombre y la mujer no son iguales y no debieran consumir bebidas alcohólicas en cantidades similares.

¿QUÉ ES EL CONSUMO DE RIESGO? La OMS lo define como el  “patrón de consumo de alcohol que aumenta el riesgo de consecuencias adversas para la salud física en general si el hábito del consumo persiste”. Lo que corresponde a un consumo de:

20 a 40 gramos de alcohol por día en la mujer. (2 a 3 cervezas por día).

40 a 60 gramos de alcohol/día en el hombre (3 a 4 cervezas por día).

Por otra parte el CONSUMO PERJUDICIAL es aquel queconlleva consecuencias tanto para la salud física como para la salud mental de la persona, esto es:

Más de 40g de alcohol al día en mujeres (3 o más cervezas por día).

Más de 60g al día en hombres. (4 o más cervezas por día)

Y llegando al acmé del problema, ¿cuándo se considera que una persona tiene DEPENDENCIA DEL ALCOHOL?

Cuando el consumo del alcohol se transforma en prioritario para el individuo, en contraposición con otras actividades y obligaciones que en algún momento tuvieron mayor valor para él.

Concluyendo: es importante una vez teniendo esta información en sus manos, realizar una auto-evaluación honesta, escuchar a los familiares y amigos que consideran que el hábito de ingerir bebidas alcohólicas ya representan un problema. Llegados a este punto, si se cree que existe un patrón de consumo nocivo para la salud física y mental o que interfiere en sus relaciones laborales, familiares o sociales, existen algunos instrumentos para diagnosticar y medir la dependencia del alcohol, por lo que se sugiere acudir con el especialista para un diagnóstico integral y  pedir asesoría e integrarse a los diferentes grupos de apoyo, cuya efectividad ha sido demostrada.

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